CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

lunes, 30 de abril de 2018

UNA "JUSTA" RESURRECCIÓN


UNA “JUSTA” RESURRECCIÓN
Hasta aquel día por la mañana, no fue consciente de su realidad. De su presente. Ni si quiera sabía cómo estaba aun en el mundo. ¡Quizás es cierto, eso de que Dios escribe con renglones torcidos! Se preguntó. Pero estaba allí, en casa. Se tocó el antebrazo como para creerse que era ella; le dolía la piel un poco. Pero era ella, y estaba allí. Por un momento se angustió pensando en los días duros, antes de perder el conocimiento. Creyó que se iría, con aquellos que se fueron antes y de los que siempre estuvo segura que la asistían y la ayudaban en la cotidianeidad de la vida.

Consiguió apartar los funestos pensamientos, pues admiró un rayo de sol que entraba por la ventana, presagiando un buen día. Quizás se haría la valiente y se animaría a salir al balcón con la ayuda de esa amiga samaritana que la ayudaba y la cuidaba. Necesitaba sol, mucho. Sí, de una manera indiscriminada quería sentir la vida y el bullir de la naturaleza. De pronto recordó su móvil, que estaba en la mesita de noche con el cargador puesto. Uf…, 235 “wasapps”, se admiró de ver. Verdaderamente la gente estaba preocupada por ella. Solo abrió un mensaje de una conocida que solía enviarle muchas imágenes con mensajes hermosos y positivos. Le llamó la atención una imagen de Jesús resucitado y recordó que era Pascua de resurrección. Pensó en sus adentros que su experiencia, bien podría significar una vuelta a la vida en sí mismo. En cierto modo y sabiendo que aunque para Dios nada hay imposible, su pragmatismo le hizo consciente de que principalmente hay que tener voluntad de aferrarse a la vida, a la esperanza. Eso sí, igualmente como lo hizo Jesús. El sintió la oscuridad, lo tenebroso de circunstancias adversas que pronosticaban el infortunio y la pérdida de la vida. Pero confió en Dios, puso en Él su vida y resucitó a una existencia nueva. Una lágrima le resbalo por la mejilla, no pudo contenerla y la dejó que surcara su rostro, hasta la comisura de la boca donde la saboreó salada. Se merecía llorar. Eso sí, llorar de alegría. Por los hijos y nietos, por la esperanza de la vida. Por los amigos y sus desvelos. Por estar y seguir estando. Por… una “Justa” resurrección.

Querida (....). Con mis mejores deseos, hoy y siempre. Estás en mi pensamiento y en mi oración.

martes, 10 de abril de 2018

EZEQUIEL, "DIOS ES FUERTE"


Hoy es el día del profeta Ezequiel, así lo establece una antiquísima tradición judía y lo reafirma el martirologio romano. No es un nombre demasiado común, pero claro, es el nombre de mi hermano Ezequiel. Por ello, es un nombre absolutamente familiar y admirable para mí. Pero, no solo porque lo lleve mi hermano. 

Ezequiel fue el gran profeta del destierro. 
A este hombre perteneciente a la casa de Leví y por ende al linaje sacerdotal e hijo del sacerdote Buzí, le tocó la dura labor de ser la voz de Dios en aquella etapa tan dolorosa para el pueblo de Israel reinando Josias, en la que estuvo cautivo en Babilonia, Persia. Fue un hombre de tal altura, que de los mismos labios de Dios salieron palabras tan dignas hacia él, tales como que: “sea Ezequiel para vosotros un ejemplo, y todo lo que él disponga lo realizaréis” (Ez 24,24). Desconocemos su biografía detallada, más allá de lo que se puede desprender de su libro.
Un amplio volumen perteneciente naturalmente al Antiguo Testamento, de estilo histórico y que comprende el tiempo transcurrido desde la muerte del rey Palestino Josías (609, a.c.) hasta unos años después de la destrucción de Jerusalén, hacia el año 587, a.c. aproximadamente. Consta de 48 capítulos, los cuales si consideramos del 1 al 3 una gran introducción, podemos dividir en dos amplios bloques. 1º: Amenazas contra Jerusalén: capítulos 4-24, y amenazas contra los pueblos gentiles: capítulos 25 al 32. El 2º bloque consta de las promesas de restauración, capítulos 33 al 39. Y Nuevo Templo y nueva Jerusalén, capítulos 40 al 48.
En hebreo el nombre del profeta es algo así como “Yêhezqe´l”. La Vulgata lo traduce como “Ezechiel”, hasta la versión última y más conocida: EZEQUIEL.
Significa “DIOS ES FUERTE”, y si bien es verdad que es mucho lo supuesto de este profeta, que era epiléptico, sufría de catalepsia…etc; nos debe quedar de él que siempre fue fiel a Dios, a la ley de Israel, y que profetizó sobre la grandeza y los beneficios de volver la mirada a Dios para no sufrir el desamparo ante el ostracismo. ¿Se le escuchó o no se le escuchó? Sea como fuere, Israel reconoció en el salmo 136 la profecía y reparó en la hermosura de su enseñanza, la cual como he dicho radicó en la conversión: “junto a los canales de Babilonia nos sentábamos a llorar con nostalgia de Sión, en los cauces de sus orillas colgábamos nuestra cítaras…”.
De una manera épica describió que volver el rostro hacia Dios y serle fiel, se asemeja a los muertos que resucitan de sus tumbas y cuya carne se regenera en los huesos hasta alcanzar nueva vida (Ez 37,1-14).

Algo curioso que se desprende de su libro, amó profundamente a su esposa, de la cual dijo que: “es la delicia de mi alma”. Según la tradición: “Ezequiel fue muerto en Babilonia por un juez judío a quien el profeta reprendió por su idolatría; fue enterrado en el sepulcro de Sem y Arfaxad, padres de Abraham, a donde muchos acuden a orar”.
Que la memoria de este profeta y su obra, nos acompañen siempre, como a tantos hombres y mujeres que profetizaron y profetizan en nombre de Dios, denunciando la injusticia y la falta de solidaridad. Así sea.

ORACIÓN AL PROFETA EZEQUIEL
Oh Dios y Padre Todobondadoso,
que eres misericordia y amor infinito.                                                                                         
Escucha las súplicas de los que hoy oramos,
rememorando a tu santo profeta Ezequiel,
el hombre justo.
Que nos asista siempre tu santo espíritu,
para ser profetas del siglo XXI
comprometidos con la justicia social
y la fidelidad a tu palabra.
Para que atendiendo el ejemplo profético
de tu Hijo Jesús de otros tantos profetas
que caminaron y caminan por el mundo,
apostemos por el servicio a los demás
como apostó tu hijo y profeta Ezequiel.
Que los que lleven su nombre
se acojan a tu amparo siempre,
para que reconociéndote como “Dios fuerte”;
alcancen el favor de tu amor infinito
y la amistad de Jesucristo. Amén.




viernes, 6 de abril de 2018

NUESTRA SUERTE, LA RESURRECCIÓN


“En un mundo con tanta capacidad de muerte como el nuestro, anunciar la resurrección de Jesús significa proclamar que Dios no está con los que fabrican o bendicen muerte, sino con los que dan por amor la vida para que sean posibles la felicidad y la vida.”
(Rafael J. García Avilés)

La resurrección de Jesús es uno de los grandes acontecimientos de la vida de los creyentes. Además, representa una gran incógnita para muchos, que aun se preguntan que fué del cuerpo de Jesús. Unos guiados por el romanticismo admitirán que se evaporó y subió al cielo. Otros pues darán otra versión admitiendo que el cuerpo como tal se pudrió en la tierra, y otros asumirán tal o cual cosa. Pero eso no es lo importante, porque ahí no radica el meollo de la cuestión.

La gran incógnita, imposible de descifrar, es que la tumba de Jesús estaba vacía. Además no se debe perder de vista que Jesús resucitó, no revivió. Si el cuerpo de Jesús hubiera asumido de nuevo energía vital y hubiera vuelto a la vida biológica, entonces se podría decir que revivió. Pero Jesús al contrario de esto, resucitó. O sea, volvió a vivir en otra dimensión aun más formidable; pues su resurrección está tan al alcance de cualquier persona, que solo basta creer en Él o disponerse a obrar en consecuencia con su mensaje de salvación.
Es importante tener en cuenta la frase del comienzo del artículo, de Avilés. La resurrección de Jesús nos coloca en la disyuntiva de estar o no estar junto a Él. Como en otros momentos de la vida, nos toca elegir. Elegir el modo de vida, la compañía, el hacer y convivir; y si estamos dispuestos ha hacerlo en el nombre de Jesús resucitado, si es que somos personas creyentes.
No perdamos de vista que nuestra tarea primordial es ahondar en el misterio de Dios –que es Padre-, dejando de lado las capas y capas que le hemos puesto, de rituales, protocolos, liturgias y solemnidades, hasta el punto de convertirlo en un Dios cebolla que habita solo en el interior, y que no es accesible. No, no es eso lo que Dios quiere. Dios nos quiere atentos, expectantes, admirados ante el misterio de la tumba vacía para descifrar todo lo que conlleva en nuestras vidas, asumiendo la implicaciones que ello tiene y cogiéndonos fuertemente de su mano.
¿Qué necesitamos como tal, para evocar la memoria de Jesús? Pues algo tan insignificante como algo que compartir. Sea pan, naranjas, té o una buena conversación. Ayer lo hablaba con los estimados Magui y Alfredo. La vida a través de las vivencias de todo tipo, a mis cuarenta años me muestra un Dios que ante todo es rostro humano, sonriente o triste, rico o pobre, bello o no agraciado, masculino o femenino, homosexual o heterosexual…etc; pero siempre humano.
Desde ahí, se debe de partir para contemplar al resucitado y profundizar en su misterio. Un misterio que parte de la base de que mientras haya vida, la hay en abundancia; sin perder jamás la esperanza por recuperar el camino, volver a lo andado aprendiendo de los errores, fiarse de una amistad, o simplemente apostando por los fundamentos del mensaje de Jesús, la fraternidad, el amor y el servicio al otro.
Ojalá el resucitado sea algo más que el colofón de una semana formidable, pero más cultural que de fe. Ojalá esa tumba vacía resuelva nuestros enigmas personales, nos anime a superar barreras y nos abra al respeto y la fraternidad de los demás, haciendo vida su mensaje: “mi paz o dejo mi paz o doy”. Que seamos persona de paz. Te lo deseo de corazón. Feliz camino por la senda pascual.
Fraternalmente, Floren.
Viernes de la Octava de Pascua de 2018.