Quien me conoce sabe que soy de
besos. Sí me gusta. Creo que es algo bonito y que demuestra y transmite el
afecto y la ternura. Respecto del abrazo, pues hay personas que saben que me
encanta un abrazo “apretao”. Recuerdo aquella experiencia en 2007 cuando en un
monasterio del norte al despedirme de un monje al que conocí allí tras
bastantes días de retiro, este me dijo: -Floren, ¿puedo pedirte algo muy
especial? Claro, contesté. ¿Me puedes dar un abrazo?
"¡Hay tanto cansancio en personas que nunca han recibido un abrazo por parte de la iglesia y que sin embargo escuchan decir a los obispos como deben de vivir!"
La pregunta me dejó noqueado
durante unos segundos –por su profundidad-, pero no me lo pensé. Lo hice
pausadamente pero me arrojé poco a poco a los brazos de aquel monje que luchaba
por ser libre de cuerpo y mente y que encontró en nuestras conversaciones
nocturnas un oasis donde confiar su vida y su situación. Sea como fuere quien
abraza acoge, recibe, transmite energía y sosiego, protege y demuestra
consideración pues al abrazar y al acoger damos un poco o un mucho de nosotros
mismos.
Al respecto de esto, me llamó particularmente la atención el ejemplo de
Jesús de Nazaret cuando explica cosas del Reino de Dios cogiendo en brazos a un
niño y ponerlo como ejemplo de la sencillez y la humildad necesaria para seguir
sus pasos. Esta lectura nos la ofreció la liturgia el pasado domingo (Mc
9,30ss) y este fin de semana, de nuevo las lecturas traen su propia enjundia.
En Números (cap.11) se nos habla del Espíritu de Dios que es transmitido de una
persona a otra sin que tengan que tener en común nada concreto. El salmo 18 nos
anima a ser humildes en nuestras vidas, la carta de Santiago (cap.5ss) nos
advierte del riesgo de poner la felicidad en aquello que es superficial y no
nos colma. Y en el Evangelio de Marcos (cap.9,38ss) Jesús hace un alegato por
la universalidad de su persona y de su mensaje.
Como dijo aquel, “a partir de
aquí” podemos comenzar a pelearnos…jajaja, aunque no se trata de eso en
absoluto. Reconocemos que esta última lectura causa incomodidad en muchas
personas que se sienten distinguidas, ungidas, ordenadas, ministros
eclesiásticos…etc.
Los apóstoles quieren impedir que una persona que no
pertenece a su grupo de seguidores de Jesús, haga el bien a los demás. Jesús no
se lo piensa y los censura. Quien no está en contra nuestra está a nuestro
favor. La situación es clara y contradictoria con la deriva que trae la Iglesia
y la que desarrolla. Seguimos en el absurdo desarrollo de la pastoral de la
obligatoriedad.
La Iglesia no sabe ya hacer atrayente el mensaje de Jesús,
triste y fundamentalmente porque no está legitimada desde sus pastores para
hacerlo; porque son hombres que –en muchos casos- han politizado su labor de
pastores viven como príncipes en palacios y sin mezclarse con la sociedad.
El
papa Francisco acaba de decir en Letonia: “Que todos sepan que estamos
dispuestos a privilegiar a los más pobres, levantar a los caídos y recibir a
los demás así como vienen y se presentan ante nosotros.”
No le quito merito al
papa, en absoluto. Pero los escándalos en EE.UU. Chile, Europa sobre abusos
sexuales se suceden, dejando claro que los curas abusadores fueron encubiertos
por los obispos que los trasladaron una y otra vez pero nunca los cesaron. Voy
al meollo de la cuestión.
Jesús abraza a aquel niño y a todo el mundo, sin
preguntar los números de tu cuenta corriente, tu sexualidad o tu creencia.
¡¡ESA ES LA GRANDEZA DE JESÚS!! Que viene a servir, pero no solo a servir a los
que le siguen. Su mensaje es universal y por eso abraza, desde una conciencia
pacifica, social y justa. Con todo respeto, no quiero un abrazo que no sea
sincero. No quiero un abrazo que huela a puñalada trapera. No quiero el abrazo
de la iglesia si no está dispuesta a cesar a los delincuentes y hacerlos pasar
por la justicia de los hombres.
¿Cuántos sacerdotes hay que cesar o poner en la
puerta de la calle, uno, cien o dos mil? Los que sean, pero toda la jerarquía eclesiástica
debiera de tener muy claro según el evangelio de este domingo (Marcos 9,38ss),
que incluso si nos quedáramos sin sacerdotes, la Palabra de Dios sera vivida,
escuchada, atesorada y puesta en práctica por todas aquellas personas que
vivimos nuestra creencia desde el obligado pragmatismo y no ya desde los fuegos
artificiales, promesas de vida eterna o el “Ego te absolvo a peccatis tuis”,
nooo.
Incluso seguiremos celebrando la eucaristía y compartiendo los alimentos
en el nombre de Jesús, como él nos enseñó a tod@s a hacerlo. Es así de sencillo
aunque determinadas personas crean que solo se puede hacer bajo las normas
establecidas por el misal romano.
Miren ustedes, lo que menos le importaba y le
importa a Jesús es el culto que hagamos o a quien se lo dediquemos mientras
nuestra vida construya vida humana y posibilidades de vida digna.
¡Hay tanto
cansancio en personas que nunca han recibido un abrazo por parte de la iglesia
y que sin embargo escuchan decir a los obispos como deben de vivir! Es tremendo
poner la ley por delante de lo que para una persona es su ser natural. Recuerdo
siempre a ese matrimonio de amigas y sus dos hijas. Ninguna de las cuatro son
abrazas por la iglesia pues las madres son lesbianas. Pero las hijas de ambas,
sí saben quién es Jesús de Nazaret.
Un hombre al que merece la pena imitar
porque según les enseñan sus madres, PASÓ POR EL MUNDO HACIENDO EL BIEN.
Abracemos pues si es posible y dejémonos abrazar con sinceridad y acogida de
por medio. Un abrazo enorme.
Fraternalmente, Floren.