Hace unos días vi la película recién
estrenada IDENTIDAD BORRADA [1]
protagonizada magníficamente por Lucas
Hedges, Nicole Kidman y Russell Crowe entre otros actores. La película basa en
hechos reales se basa en la experiencia del hijo de un pastor al cual ante su
homosexualidad manifiesta le envía su padre a una terapia para dejar de ser
gay. Lo envían en nombre de Dios y Cristo, a una terapia del horror. Ahí lo
dejo por si alguien quiere verla.
Es una absoluta coincidencia que precisamente
en España en estos días más de medio país se escandaliza con la certeza de que
también en la Iglesia Católica española existen estas terapias del horror para dejar
de ser gay, aunque se suavice admitiendo que solo es desde el plano espiritual. Una burla vistas las grabaciones clandestinas de periodistas, gracias a los cuales estas cosas no se hubieran sabido. ¡Y DEBEN SABERSE!
La gente está muy cabreada, sí lo
está y no le falta razón. Pues como digo triste y nuevamente en toda España de
nuevo se habla de homosexualidad e Iglesia. De cursos que hacen en la diócesis
de Alcalá de Henares y otros lugares del mundo, para que los que son gays dejen
de serlo. Del apoyo de la conferencia episcopal española a estos cursos del
horror [2].
Esto además de ser una estupidez es una incongruencia, pues cada persona es
creada por Dios a “su imagen y semejanza”.
Lo cual quiere decir que Dios tiene
–en sí mismo- bastante de usted y de mí seamos homosexuales o heterosexuales.
Dios tiene mucho de cada una de las personas que pueblan el mundo. Así lo creo
yo.
De lo que digan los obispos a mí
particularmente me da absolutamente igual, pues desde hace tiempo tengo muy
claro que son hombres que viven en un estrato de la sociedad completamente
distinto al de la mayoría de las personas. No digo que sean ni buenos ni malos,
habrá de todo; y siendo así tienen mi respeto –solo y exclusivamente- como
personas. Pero ellos están en su sitio y usted y yo como creyentes, frente a
ellos somos el último botón de la cremallera de macaco. Sí, que nadie se
engañe.
Eso sí, volveré a decir que ME
ENTRISTECE MUCHO el nivel en el queda el Evangelio de Cristo cuando se escuchan
las barbaridades que se escuchan por boca de algunos obispos, tales como
comparar la unión de dos hombres con la de los perros[3]
(Monseñor Catalá obispo de Málaga). Yo se que Jesús de Nazaret vive en usted y
en mí y que no necesita más que personas en el mundo con determinación de
abrazar, decir la verdad y ser fraternos sin preguntarle a nadie de donde viene
o a donde va.
Esa dualidad con la que se maneja el evangelio en la Iglesia ya
la hemos superado muchas personas. Pero es cierto que otras muchas personas
sienten un auténtico hastío pues su referente son los sacerdotes, los obispos,
el propio Papa –que a los gays nos llama raritos- el cual no acaba de
acercarnos esa primavera que se prometía y que ni eclosiona ni lo hará en
función de las presiones que ese pobre hombre recibe de los propios muros del
Vaticano.
Es una barbaridad que cualquier
persona en nombre de Dios pretenda someter a una persona a una terapia del
horror para dejar de ser, lo que por naturaleza es. ¡Basta de utilizar el
nombre de Dios para horrendas justificaciones!
Es un escándalo que los que
hablan de “antinatura” sentando cátedra, se afanen en hacer cursos para
transformar la NATURALEZA PROPIA que a una persona le es conferida por Dios
Padre y que la Iglesia considera que es una perversión de la vida. Todo esto
viene de una obsesión denodada por el sexo, la genitalidad, por una
tergiversación absoluta del concepto de virginidad y de tantas y tantas cosas
como a lo largo de la historia le hemos achacado a Dios, importándole a Dios un
rábano lo que hagamos de cintura para abajo. No así con lo que hagamos con el
corazón, ya que en Jesús Dios nos enseña que el único camino en la vida es el
amor.
“Sobreviví a un centro de
conversión gay: esas terapias te llevan al suicidio”. Palabras de una
entrevista el “EL PAIS” [4]
a Garrard Conley, hijo de un pastor baptista que ingresó en un centro de
conversión en 2004. Su experiencia, narrada en su autobiografía 'Boy Erased'
(Dos Bigotes) es la película que vi ayer recién estrenada en los cines.
Acabo. Siento dolor por tanta
noticia perversa que se escucha por boca de “hombres de Dios”. Siendo dolor
porque causan mucha angustia sobre muchas personas que lo pasan mal y no acaban
de ver una Iglesia entregada a LA PERSONA su vida y dignidad. Siento lástima
por tantas personas que en la Iglesia se dejan lo mejor de sus vidas, que son
reflejo de Cristo, a quienes quiero y personas a las cuales estos titulares
episcopales les dañan y mucho. Siento pena por la juventud que EN ABSOLUTO ve
incentivo alguno para acercarse a escuchar en la Iglesia el mensaje de Cristo
si no es a través de la pastoral de la obligatoriedad. Siento pena por los que poco
a poco nos vamos quedando en el camino.
Personas a las cuales el sentido de comunidad cristiana se nos va
diluyendo como la arena de la playa se nos escurre por entre los dedos de la
mano. No así el sentido de comunidad humana donde –desde luego- habita Dios, al
que QUIERO Y AMO.
No perdamos de vista que al final
todo lo alienta el Espíritu y este mismo Espíritu nos muestra el camino, nos va
mostrando un sendero por el que a través de los años y las experiencias, vamos
percibiendo las cosas con más clarividencia, más sabiduría, templanza y siempre
con determinación.
No sé que le parecerá este
escrito a más de uno. El de siempre aprovechará para imprimirlo y enviarlo a la autoridad eclesiástica. ¡Pues oye, genial! No somos enemigos aunque -de momento- estemos lejos
de la fraternidad. Sigamos caminando, al menos en paz y bien.