CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

viernes, 12 de abril de 2019

HOMOSEXUALIDAD E IGLESIAS


Hace unos días vi la película recién estrenada IDENTIDAD BORRADA [1] protagonizada magníficamente por  Lucas Hedges, Nicole Kidman y Russell Crowe entre otros actores. La película basa en hechos reales se basa en la experiencia del hijo de un pastor al cual ante su homosexualidad manifiesta le envía su padre a una terapia para dejar de ser gay. Lo envían en nombre de Dios y Cristo, a una terapia del horror. Ahí lo dejo por si alguien quiere verla. 
Es una absoluta coincidencia que precisamente en España en estos días más de medio país se escandaliza con la certeza de que también en la Iglesia Católica española existen estas terapias del horror para dejar de ser gay, aunque se suavice admitiendo que solo es desde el plano espiritual. Una burla vistas las grabaciones clandestinas de periodistas, gracias a los cuales estas cosas no se hubieran sabido. ¡Y DEBEN SABERSE!
La gente está muy cabreada, sí lo está y no le falta razón. Pues como digo triste y nuevamente en toda España de nuevo se habla de homosexualidad e Iglesia. De cursos que hacen en la diócesis de Alcalá de Henares y otros lugares del mundo, para que los que son gays dejen de serlo. Del apoyo de la conferencia episcopal española a estos cursos del horror [2]. Esto además de ser una estupidez es una incongruencia, pues cada persona es creada por Dios a “su imagen y semejanza”. 

Lo cual quiere decir que Dios tiene –en sí mismo- bastante de usted y de mí seamos homosexuales o heterosexuales. Dios tiene mucho de cada una de las personas que pueblan el mundo. Así lo creo yo.
De lo que digan los obispos a mí particularmente me da absolutamente igual, pues desde hace tiempo tengo muy claro que son hombres que viven en un estrato de la sociedad completamente distinto al de la mayoría de las personas. No digo que sean ni buenos ni malos, habrá de todo; y siendo así tienen mi respeto –solo y exclusivamente- como personas. Pero ellos están en su sitio y usted y yo como creyentes, frente a ellos somos el último botón de la cremallera de macaco. Sí, que nadie se engañe.
Eso sí, volveré a decir que ME ENTRISTECE MUCHO el nivel en el queda el Evangelio de Cristo cuando se escuchan las barbaridades que se escuchan por boca de algunos obispos, tales como comparar la unión de dos hombres con la de los perros[3] (Monseñor Catalá obispo de Málaga). Yo se que Jesús de Nazaret vive en usted y en mí y que no necesita más que personas en el mundo con determinación de abrazar, decir la verdad y ser fraternos sin preguntarle a nadie de donde viene o a donde va. 

Esa dualidad con la que se maneja el evangelio en la Iglesia ya la hemos superado muchas personas. Pero es cierto que otras muchas personas sienten un auténtico hastío pues su referente son los sacerdotes, los obispos, el propio Papa –que a los gays nos llama raritos- el cual no acaba de acercarnos esa primavera que se prometía y que ni eclosiona ni lo hará en función de las presiones que ese pobre hombre recibe de los propios muros del Vaticano.
Es una barbaridad que cualquier persona en nombre de Dios pretenda someter a una persona a una terapia del horror para dejar de ser, lo que por naturaleza es. ¡Basta de utilizar el nombre de Dios para horrendas justificaciones!
Es un escándalo que los que hablan de “antinatura” sentando cátedra, se afanen en hacer cursos para transformar la NATURALEZA PROPIA que a una persona le es conferida por Dios Padre y que la Iglesia considera que es una perversión de la vida. Todo esto viene de una obsesión denodada por el sexo, la genitalidad, por una tergiversación absoluta del concepto de virginidad y de tantas y tantas cosas como a lo largo de la historia le hemos achacado a Dios, importándole a Dios un rábano lo que hagamos de cintura para abajo. No así con lo que hagamos con el corazón, ya que en Jesús Dios nos enseña que el único camino en la vida es el amor.

“Sobreviví a un centro de conversión gay: esas terapias te llevan al suicidio”. Palabras de una entrevista el “EL PAIS” [4] a Garrard Conley, hijo de un pastor baptista que ingresó en un centro de conversión en 2004. Su experiencia, narrada en su autobiografía 'Boy Erased' (Dos Bigotes) es la película que vi ayer recién estrenada en los cines.
Acabo. Siento dolor por tanta noticia perversa que se escucha por boca de “hombres de Dios”. Siendo dolor porque causan mucha angustia sobre muchas personas que lo pasan mal y no acaban de ver una Iglesia entregada a LA PERSONA su vida y dignidad. Siento lástima por tantas personas que en la Iglesia se dejan lo mejor de sus vidas, que son reflejo de Cristo, a quienes quiero y personas a las cuales estos titulares episcopales les dañan y mucho. Siento pena por la juventud que EN ABSOLUTO ve incentivo alguno para acercarse a escuchar en la Iglesia el mensaje de Cristo si no es a través de la pastoral de la obligatoriedad. Siento pena por los que poco a poco nos vamos quedando en el camino.  Personas a las cuales el sentido de comunidad cristiana se nos va diluyendo como la arena de la playa se nos escurre por entre los dedos de la mano. No así el sentido de comunidad humana donde –desde luego- habita Dios, al que QUIERO Y AMO.

No perdamos de vista que al final todo lo alienta el Espíritu y este mismo Espíritu nos muestra el camino, nos va mostrando un sendero por el que a través de los años y las experiencias, vamos percibiendo las cosas con más clarividencia, más sabiduría, templanza y siempre con determinación.
No sé que le parecerá este escrito a más de uno. El de siempre aprovechará para imprimirlo y enviarlo a la autoridad eclesiástica. ¡Pues oye, genial! No somos enemigos aunque -de momento- estemos lejos de la fraternidad. Sigamos caminando, al menos en paz y bien.