CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

domingo, 5 de abril de 2020

APROVECHAR LA OPORTUNIDAD - SEMANA SANTA EN CASA


Son increíbles los términos nuevos con los que nos hemos acostumbrado a convivir y cuyos datos nos estremecen cada mañana, tales como prima de riesgo, Euribor…etc. Y el nuevo es el que ha tenido la facultad –si es que puede calificarse así- de paralizar el mundo y condicionar la vida de los seres humanos, el virus denominado COVI-19. Un ser microscópico que se difunde como arde la pólvora y que tiene en jaque al mundo entero. 


Sabíamos que la globalización implicaría muchos aspectos y este es uno de ellos, la difusión entre los humanos de todo lo bueno y lo menos bueno que es capaz de crear, bien el ser humano o por desarrollo caprichoso de la naturaleza. Esta circunstancia de confinamiento en la que nos vemos obligados a estar nos viene ya pesando, pues allá por el día “veintitantos” la población demuestra su determinación de cumplir las reglas y no relacionarse con nadie de manera personal, exceptuando lo estrictamente necesario.

Esto nos ha llevado a quedarnos sin semana santa. Algo tan de nosotros, tan tradicional, tan inculcado en nuestra cultura y algo tan vivido para nosotros, bien desde el plano de los cortejos procesionales así como desde la vivencia particular que la comunidad cristiana hace en estos días; en los que de manera específica de conmemora la pasión y muerte de Jesús de Nazaret, el hombre que pasó por el mundo haciendo el bien.

Este año será una semana santa particular porque a diferencia de las anteriores y siempre vividas, este año no acompañaremos nosotros al Señor, sino que será Él mismo el que saldrá a nuestro encuentro para acompañarnos. “Id al pueblo que está enfrente y encontraréis un asna y un pollino con ella, desatadlos y traédmelos y si alguien os pregunta decid que el Señor los necesita pero os lo devolverá enseguida” (Mateo 21,2-3).
Es cierto que tanto para las personas que gustan de las procesiones como para el amplio sector que se beneficia de la semana santa –los floristas entre ellos-, el panorama es absolutamente desolador, pues muchas personas a nuestros cuarenta y tantos años jamás hubiéramos pensado vivir una circunstancia tan penosa, particular y peligrosa; pues son muchas las personas fallecidas por este nuevo virus.

Pero aun a pesar de todo esto que es tremendo, la comunidad cristiana tiene la oportunidad de vivir de una manera más intensa quizás, la pasión, muerte y resurrección de Cristo. No debemos olvidar que la semana santa es vivida por las personas mayoritariamente desde las mediaciones. Me explico. Una mediación es algo que te lleva a…, es algo que te vehicula un pensamiento o sentimiento para trasponer nuestra mente hacia otra dimensión, intención o cualquier otra vivencia. Por ejemplo, una imagen o una cruz –que son mediaciones- nos llevan a Cristo pues su contemplación nos evoca al mismo hijo de Dios sufriente por las calles de nuestro pueblo.

Bien. El riesgo de las mediaciones para el creyente, es que nos suponga una visión estática que nos impida el ir más allá de lo que representa su significado real en la vida del mundo. Me explico. Podemos quedarnos ensimismados ante la belleza de una imagen, pero para la persona creyente esa visión de Cristo tallado en madera así como de su cruz, nos deberían ayudar a ser conscientes de la autentica pasión de Jesús, así como de su mensaje de amor para con la humanidad, con el hombre y la mujer de cada tiempo.

Es por ello, que opino que no deberíamos de desaprovechar la oportunidad, pues este año y sin ver imágenes de Jesús por la calle, tenemos la ocasión propicia para leer detenidamente su pasión en la Palabra de Dios, ser conscientes de su testimonio de vida y tener conciencia para discernir las implicaciones que la pasión, muerte y resurrección de Jesús tienen en mi vida. Porque las tienen.

Dice la liturgia de la Palabra este domingo de ramos: “trajeron el asna y el pollino los discípulos le echaron sus mantos y él se sentó encima. La gente extendió sus mantos por el camino así como ramas de árboles y gritaban ¡hosanna al hijo de David! Y al entrar Jesús en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió”. (Mateo 21,7-10a) Sí, Jesús era de cuerpo a cuerpo. Lo era de tal manera que se arriesgó a un final fatal con tal de ser coherente con la misión que asumió como hijo de Dios y valedor de Su Reino.

Un reino de paz y de justicia, un reino de vida y de verdad. Ese fue Jesús. Por ejemplo, uno de los personajes históricos más antiguos que se atrevió de restituir la dignidad perdida a una mujer anónima de aquel tiempo (Marcos 5,25-34), a admitir que su causa principal eran los pobres y los sencillos, que se sentaba a la mesa de quienes la sociedad judía y ultra-ortodoxa de entonces tenía en entredicho y que manifestaba que los vulnerables de este mundo son los auténticos herederos del Reino de Dios.

Aprovechemos la oportunidad de vivir en casa estos acontecimientos que nos viene a contar en la calle la semana santa, cual bonita catequesis. Hagamos oración interioricemos las tremendas causas que le hicieron a Jesús perder la vida por un sistema poderoso e injusto, como los hay hoy en día en muchos lugares del mundo, privando a las personas de libertad y dignidad.

Jesús este año vendrá a nuestras casas, a nuestras familias y hogares. Vendrá para que junto a él, sintamos el dolor de tanta pasión de Cristo desbordada en tanto dolor como sufre el mundo por tantos enfermos, fallecidos en dolorosas circunstancias y en muertos a los que nadie puede velar. Mujeres maltratadas, niños sin derechos, ideologías que pretenden limitar nuestros derechos y libertades. Ahí tenemos que estar. En casa, pero pensando en estas circunstancias especiales que nos puede evocar la futura resurrección cuando podamos volver a salir al campo para abrazar y besarnos de nuevo, habiendo salido de esta crisis de salud mundial matriculados en HUMANIDAD y ECOLOGÍA.

Ojalá esto nos sirva no solo para frenar el virus y los contagios, sino que también nos ayude para poner en alza los valores humanos del aprecio, la ternura solidaridad y cariño. Apreciar los esfuerzos de todas las personas que trabajan para que tengamos alimento, orden y derechos. Apreciar como un tesoro nuestra sanidad pública y sus trabajadores. Y dar un margen amplio de confianza a nuestros gobernantes, pues ninguno de nosotros creo que estaría dispuesto a ponerse en su piel y gestionar algo que nadie fue capaz de prever.

Ánimo, gente. Abramos las puertas de nuestro corazón para que entre el Señor y con amabilidad y compromiso humano digámosle: ¡¡HOSANNA AL HIJO DE DAVID!!

Feliz semana santa 2020, en casa.
Fraternalmente, Floren.