Hoy nos levantamos con una esperanza. Cada cual tiene la suya y desde luego, los que en Jesús tenemos puestos nuestros anhelos, confiamos en que Él es nuestra esperanza. Jesús se nos muestra hoy con su característico sentido de la humanidad, que le caracteriza como autentico hijo de Dios. Si en el día de ayer nos hacia cuenta de lo que constituye para la persona el ser seguidor de Jesús, tanto en la escucha de la palabra como en el cumplimiento de lo que se escucha; -digo que- hoy nos pone en pié, la practica del seguimiento. Fundamentalmente estar cerca de…; es curioso como pastoralmente se estructuran las parroquias lo movimientos eclesiales, los grupos…etc, pero no se mezclan con la gente. ¡No llegan muchas personas a darse codazos con los prójimos de hoy en día, que están necesitados de hacernos participes de su propia miseria, tanto miseria social, como miseria moral o crisis de fe, que es peor y mas cuantiosa que la económica!. Jesús amonesta hoy a aquellos que ante la poca perspectiva que tienen para con el ser humano y su capacidad de superación, de momento desean acabar con su vida enterrando a aquel ser en lo mas profundo de la tierra, donde reside la magnitud del oprobio. Jesús llega y dice: ¡basta, que la niña no está muerta!. No sabemos lo que verdaderamente le pasaba a la niña, pero si sabemos que todos aquellos reunidos en aquella casa, estaban lejos de la alegre esperanza de los que viven responsablemente como hijos de Dios.
Hoy me tropiezo con una imagen curiosa de un azulejo sevillano. Entre el azulejo y el mensaje evangelio, mantengámonos alegres y esperanzados.
Buena semana. Y sed felices, ¡por favor!.