Era cuestión de tiempo y ese tiempo ha llegado: los matrimonios civiles en España ya son más que los religiosos. 94.993 bodas celebradas en 2009 no necesitaron cura ni altar, mientras que en nombre de Dios se unieron para siempre 80.174 parejas, según el Instituto Nacional de Estadística. Este fenómeno es parejo a la secularización de la sociedad y está en el contexto de los cambios sociales de la familia. "Los que ahora se están casando son los hijos de aquellos que ya mostraron cierto desinterés por la religión en los años sesenta y setenta; dos tercios de los jóvenes entre 15 y 24 años se declaran ateos, indiferentes o agnósticos", comienza el catedrático de Sociología de la Universidad Complutense Alfonso Pérez-Agote.
¡Vivan los novios!
"Lo que ahora toca es el sacramento de la hipoteca", dice un sociólogo
La representación que tienen los jóvenes del enlace no es religiosa
La familia sabe que ya no puede imponer su modelo de convivencia
"Décadas atrás, el matrimonio era la legitimación de las relaciones sexuales; ya en los sesenta, uno se casaba cuando decidía tener hijos, por tanto, se legitimaba la procreación; lo que ahora toca es el sacramento de la hipoteca: si hay que emanciparse y contraer una relación duradera con un banco, más vale hacerlo en pareja y con los papeles en regla", dice Pérez-Agote.
Cuando no se está casado y se tiene una hipoteca conjunta, deshacer eso es caro y complejo. Y no pueden hacerse declaraciones de la renta conjuntas, que podrían ser más ventajosas. Y casarse son ¡15 días de vacaciones!
Hay, pues, circunstancias que llevan al matrimonio, pero, pese a ello, las bodas han caído y no solo por el bache profundo que ha abierto la crisis, sino que esa es la tendencia desde 1975. El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) preguntó, en 2006, en uno de sus barómetros por la convivencia y un 12% de los que vivían en pareja no estaban casados. En 2010 ya son el 17%. No es una encuesta de nupcialidad y no tiene valor estadístico, simplemente es una pregunta necesaria para elaborar otras estadísticas pero, a falta de datos precisos, sirve de referencia sobre cómo van las cosas.