4.3 La
esencia de la Eucaristía, Sacramento de Fraternidad.
Tal y como suele celebrarse en ocasiones la eucaristía, es evidente que,
para muchos cristianos, es difícil comprender y vivir correctamente lo que
según los relatos evangélicos, nos dejo dicho Jesús.
Es decir: “haced esto para que os acordéis de mí, para que actualicéis mi
presencia y mi memoria entre vosotros”. Pero, ¿podemos estar seguros de que una
misa de pontifical solemne, celebrada en un contexto grandioso, con un estricto
protocolo y la pompa de las catedrales, puede evocar espontáneamente el
recuerdo y la presencia viva del Jesús del evangelio?.
Mi intención aquí no es
la de tirar por tierra esas ceremonias, ni mucho menos excluirlas de sentido
sacramental. Pero estando de acuerdo en que el ser humano se siente bien donde
se le estimulan lo sentidos, la vista por medio de magníficos edificios
ricamente decorados, el oído por medio de cánticos, órganos o diversas
melodías, el olfato al quemar inciensos en los turiferarios…etc, -digo que-
todo ello contribuye a que la persona se sienta a gusto en un lugar en el que
está además entretenida.
Pero, ¿en que grado del uno al diez, queda el sentido
de fraternidad que crea la unidad de la comunidad?. La evolución histórica en
el modo de celebrar la eucaristía, ha orientado las cosas de tal modo que ha
prevalecido lo sagrado sobre lo comunitario, y Jesús no nos pidió que
celebráramos y durmiéramos la siesta –entiéndaseme-:
Lucas 12,49 "He
venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo ya que arda!”
Indudablemente Jesús no
desea nuestra destrucción por medio del fuego. Pero sí desea, que despertemos
de nuestro inmovilismo y de esta manera realiza la comparación del fuego como
elemento ante cuyo contacto, el sujeto reacciona inmediatamente.
¿Qué sucede
cuando celebramos por un carácter meramente cultual?, ¿en que lugar dejamos la
eucaristía cuando asistimos a ella, solo para hacer presencia y no compartir,
sin salir de nuestro yo y nuestro inmovilismo?.
La eucaristía, se celebre
donde se celebre tiene unas exigencias sociales que están afirmadas y
confirmadas con fuerza en algunos testos del NT:
1Cor
11,17”Al daros estos
consejos, no puedo felicitaros, pues, al parecer, vuestras reuniones, en lugar
de haceros bien, os hacen daño. 11,18
En primer lugar, he oído
decir que, cuando os reunís, hay divisiones entre vosotros, y en parte lo creo;
11,19 y hasta es conveniente que haya divisiones
entre vosotros para que se sepa quiénes son de virtud probada. 11,20 Cuando
os reunís en común, ya no es eso comer la cena del Señor. 11,21 Porque
cada cual se adelanta a comer su propia cena; y mientras uno pasa hambre, otro
se emborracha. 11,22 ¿Es que no tenéis vuestra casa para comer
y beber? ¿O es que despreciáis a la Iglesia de Dios y queréis dejar en
vergüenza a los que no tienen? ¿Qué os voy a decir? ¿He de felicitaros? En esto
no os puedo felicitar.”
Esta comunidad de Corinto celebra mal la eucaristía y Pablo les reprende.
El fallo no estaba en que se dejasen de cumplir determinadas normas litúrgicas,
ni siquiera en que el ministro estuviera debidamente ordenado. O que los
corintios tuviesen ideas equivocadas en cuanto a la presencia de Cristo en el
pan y en el vino.
Nada de lo que ahora preocupa a los teólogos, en relación a
la eucaristía, era allí motivo de preocupación. Todo consistía en que cada uno
iba por su lado, la comunidad estaba
dividida. Porque entre ellos había ricos y pobres y los ricos se
atiborraban mientras los otros pasaban hambre y necesidad, estableciendo así
unas duras diferencias sociales, situación impropia de una comunidad fraterna
en común-unión.
Por ello, de lo dicho se desprende que la significación fundamental de la
eucaristía se ha de interpretar a partir del símbolo de la comida compartida.
Compartir la misma mesa es compartir la misma vida.
Y como en la eucaristía la
comida es Jesús mismo en cada una de sus variantes, alimentos, palabra,
personas…etc; de ahí se sigue que la eucaristía es el sacramento en el que los
creyentes se comprometen a compartir la misma vida que llevó Jesús y la misma
vida entre ellos, en el amor y la solidaridad.
Esto es lo que expresa el
evangelio de Juan. Este evangelio, que habla ampliamente de la eucaristía en el
capitulo sexto, no recoge el relato de la institución eucarística. De manera
que justamente donde otros evangelios cuentan esta institución, entre el
anuncio de la traición de Judas (Mt26,21-25) y el anuncio de la negación de
Pedro (Mt 26,31-35), Juan coloca el mandamiento del amor:
Juan
13,34 Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros. Que
como yo os he amado, así también os améis unos a otros. 13,35 En
esto reconocerán todos que sois mis discípulos, en que os amáis unos a
otros".
El cuarto evangelio expresa así dónde está el significado profundo de la
eucaristía. Lo fundamental en ella, no está en repetir miméticamente el relato
de la institución. Ni siquiera en comer ni beber el pan y el vino consagrados.
Lo determinante es la experiencia
profunda que se expresa en el ritual eucarístico. Y esa experiencia no
es otra que la unión de las personas en el amor. Por ello debemos esforzarnos
en ver, en comprender la Eucaristía
como Sacramento de Fraternidad.
Autor: Florencio
Salvador Díaz Fernández.
Estudiante de Teología Cristiana.
Índice y
Bibliografía: http://cartujoconlicencia.blogspot.com.es/2012/08/la-oracion-ii-indice-y-bibliografia.html
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