7. Siglo XXI, un reto de
oración.
7.1 La locura del mundo
En
el momento en el que doy forma a este punto de la clase, tengo en mi cabeza el
evangelio de Juan en su primer capítulo, que como evangelio dominical del
segundo Domingo de Navidad, nos propone la liturgia. “La Palabra se hizo Carne”.
Desde el punto de vista orante, podemos interpretar el profundo deseo de Dios,
de que sea el hombre –y Jesús como la plenitud de este-, el que haga vida su
propia palabra, preparando así las bases para la instauración de su reino. Dios
desea que la palabra se haga carne, se haga persona.
Pero, ¿qué clase de
persona en carne humana, habita hoy nuestro mundo?. Casi sesenta mujeres
muertas en nuestro país por causa de la violencia. Y es nuestro país, donde
están tienen los mismos derechos que los hombres. No extrapolemos la violencia
de genero a países, donde la mujer es igual o un poco más que una palangana -si
me permitís el exceso comparativo-.
Conflictos enconados que causan muertos
inocentes, y cuyas causas es beneficio económico para terceras personas o
países. Violación de los derechos humanos y explotación infantil. Falta de lo
mas necesario para vivir, como el agua y el sustento básico. El conflicto del
Sahara. El terrorismo que encuentra en la matanza, el mayor de sus objetivos.
Las falsas solidaridades…etc.
Y ya me estoy poniendo demasiado catastrofista.
Sobre todo porque sin salir casi de nuestra ciudad, podemos observar pequeños
núcleos de violencia, injusticia e infelicidad, que no salen en los periódicos
pero que afectan a nuestros semejantes.
Carlos
Amigo, dijo en una eucaristía de inicio de curso: “no debemos de caer en el
excesivo catastrofismo que nos hunde en la desesperanza. Lejos de esto, el
cristiano tiene que ser realista y dejarse de evaluar si el ayer fue mejor que
el hoy, o el hoy peor que el mañana. En el momento en el que estamos y en el
lugar en el que vivimos, el cristiano tiene que ser luz. Luz que alumbre y
ejemplarice.”
Por
ello el siglo XXI en el que estamos es un reto que tenemos que afrontar con las
armas que Dios nos da. Sintiéndonos miembros de nuestra comunidad eclesial y
social, e intentando no tener repercusión mundial de nuestros actos, pero si
siendo efectivos en el espacio que ocupamos en nuestra ciudad junto a las
personas.
Mt 10,42 "el
que dé de beber a uno de estos pequeñuelos tan sólo un vaso de
agua fresca porque es mi discípulo, os aseguro que no perderá su
recompensa".
Para ello el ejemplo de
vida cristiana, del que evangeliza, ora y trabaja “ora et labora”, es la mejor
baza que tenemos. Para, en primer lugar dar un testimonio de fe, adaptado a la
situación concreta del sector al que nos acercamos, y en segundo lugar
compaginarlo con una vida interior que nos haga crecer en la fe y en la
observancia de la palabra.
Aun así, para comenzar toda
obra debemos de revestirnos de una buena dosis de fortaleza e integridad, para
no caer en el desánimo; ya que entre los gobiernos que en términos generales
hacen pagar el desastre económico y humano a los más pobres, y entre los
jerarcas eclesiásticos que parecen que no están en el mundo, quizás lo que nos
hace falta a cada uno es una dosis proporcionada de locura, para mostrarnos sin
miedo alguno.
Juan XXIII dijo: “sin un
poco de santa locura la Iglesia no podrá extender sus pabellones” ni hacer nada
positivo para los hombres, ya que parece que solo estuviera interesada en
encerrarse incontaminada en sus bastiones.
Una santa locura que se compromete,
a resultas de equivocarse muchas veces, pero que sabe seguir adelante
difundiendo su comprensión y apoyo al que sufre abandono humano espiritual y
material, haciendo nuevos ensayos para remediar las preocupaciones humanas, sin
pensar ni en el derecho canónico ni en las teologías romanas que paralizan
cuanto tocan. Seamos locos y no estilistas, y dejemos de lado tantos
comportamientos, que nos acercan al ejemplo del levita en la parábola del
samaritano:
Lc 10,32 […] "al verlo, dio un
rodeo y pasó de largo."
Hablemos,
confortemos, vivamos de un modo ejemplarizante y tengamos en cuenta que este es
el verdadero reflejo de nuestra vida de oración, en cuanto a su consecución en
el mundo y en la sociedad en la que vivimos.
Nos puede
costar trabajo, pero seamos conscientes de que permanecer en el inmovilismo
solo nos reportará la carga de nuestra conciencia.
Seamos locos como san
Francisco, aquel que dio en beso al leproso en su locura por alcanzar la
pobreza. Oh, aquella locura que le hizo al cardenal Billot, ser perseguido por
Pío XI y el cual argumento algunas curiosas persecuciones en la iglesia, recordando
que san Basilio fue acusado de hereje; san Cirilo, depuesto por un concilio de
40 obispos; inculpado de brujería san Juan Crisástomo; condenado solemnemente
por el Santo Oficio san José de Calasanz.
San Ignacio de Loyola sufrió la iras
del, santo tribunal,. y lo mismo san José de Cupertino; san Juan de la Cruz fue
encerrado en una inmunda cárcel por sus compañeros y superiores; santa Liduina,
atacada por su párroco, tronando públicamente contra ella, y, dados por locos
la beata Columba o san Juan Bosco.
Me siento a gusto también con los que, desde
fuera del cristianismo, supieron orientar a los humanos en sus deseos de algo
mejor, y se entregaron a luchar por ello, como Martin luther king en su lucha
por los derechos de los negros, y una Gandhi que utilizo la paz como oposición
y bandera, y una Teresa que mitifico la caridad como única norma de su vida, y
un Oscar Romero al que le encajaron una bala en la corazón mientras levantaba
el cáliz, solo por ponerse junto a los desfavorecidos.
Autor: Florencio
Salvador Díaz Fernández.
Estudiante de Teología Cristiana.
Índice y
Bibliografía: http://cartujoconlicencia.blogspot.com.es/2012/08/la-oracion-ii-indice-y-bibliografia.html
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