La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, condecoró hoy al obispo español Pedro Casaldáliga y a otras 16 personas por su labor en la defensa de los Derechos Humanos.
Casaldáliga no pudo recibir el premio en persona ya que está oculto en un lugar desconocido bajo protección de la Policía Federal debido al recrudecimiento de las amenazas que recibe desde hace años por su labor en favor de los indios.
Rousseff afirmó que Brasil "aprendió a admirar" a Casaldáliga y al obispo Tomás Balduíno, también homenajeado hoy por su apoyo a los indios, y dijo que ella misma se enorgullece de ser "contemporánea" de ambos.
La mandataria manifestó que el Estado brasileño dedicará "todos los medios y fuerzas policiales y civiles disponibles" para garantizar la seguridad y protección de los que trabajan "en defensa de los excluidos".
Asimismo, Rousseff aseguró que la defensa de los Derechos Humanos es "muy importante" para ella y para su generación, porque "sintieron en la carne el abuso de poder y la truculencia del Estado".
El obispo español, de 84 años y enfermo de Parkinson, abandonó hace una semana la aldea de Sao Félix do Araguaia, en una región selvática del estado de Mato Grosso, debido a las amenazas.
El Consejo Indigenista Misionero (CIMI), una organización vinculada al Episcopado brasileño, denunció que las amenazas se redoblaron en las últimas semanas, al parecer debido a la inminente decisión de un tribunal que al parecer se dispone a fallar a favor de los indios xavantes en una disputa de tierras.
Los indios de la etnia Xavante han contado desde hace más de dos décadas con el apoyo y solidaridad de Casaldáliga, quien llegó en 1968 a ese remoto rincón del estado de Mato Grosso, donde se quedó a vivir con los desposeídos.