ORGULLO DE SER, Y SER CRISTIANO
“Hay en el orgullo
una paradoja; hace ridículos a algunos hombres, pero impide que otros lleguen a
serlo”
(Charles C. Colton)
28 de Junio, día del orgullo gay. Bueno, es más que
un día del orgullo, es un día que merece la pena celebrarse por muchos motivos,
ya que aun a pesar de la negatividad de las noticias y de que no hay un parto
sin dolor, pues podemos afrontar la vida con renovada esperanza; viviendo el
hoy caluroso y sin preocuparnos por el incierto mañana.
Como cristianos que somos, tenemos un motivo de ejemplaridad
para afrontar este día y todos los días, Jesucristo. ¿Sabía Jesús de
sexualidad? Claro que supo de sexualidad. La sexualidad está en la mente y en
la propia esencia del ser humano, y como humano que era “Jesús tuvo que tener
deseo sexual” (José Mª Castillo). Ojo, hablo de deseo no de relaciones
sexuales. De esas cosas personales respecto de Jesús, el evangelio no dice nada
aunque si las hubiera tenido, su mensaje, persona y la obra de la redención
hacia nosotros, no queda invalidada desde ningún punto de vista, pues todo lo
ánima el Espíritu Santo de Dios como aliento de vida (Jürgen Moltmann).
Lo que es una autentica lastima, es que centrándose Jesús en
la necesidad de la felicidad para el ser humano, en el interés que tuvo por la
salud de las personas y su propia vida afectiva, desarrollando lazos sensibles
de autentica fraternidad comunitaria como autentica táctica para la
evangelización; nuestra Iglesia Católica se afane constantemente en denostar a
los homosexuales y demás grupos de género.
Al no acoger a ciertos sectores, la jerarquía debiera darse
cuenta de que devalúan plenamente el sentido de comunidad, realizan una
acepción de personas denunciada por Jesús y encima pierden un motivo ejemplar
para estar orgullosos de sí mismos como pastores. Y es que, todo lo que para
los obispos no es normal, está intrínsecamente desordenado. Todo lo que no es
conforme a su opinión sobre cualquier cosa, está apartado de la comunión de la
iglesia.
¿Cómo así somos Iglesia? Esta es ya una guerra declarada y
defendida por los obispos, en pro de un magisterio que es causa interpretativa
de la Palabra de Dios realizada por hombres. Y esta ofensiva episcopal en
contra de la libertad sexual, se pone en estos días de nuevo en marcha para
defender el mal llamado único modelo de familia heterosexual, cuando debiera
llamarse único modelo de familia tradicional. Hay una noticia reciente
que le ponen nerviosos.
El fallo del Tribunal Supremo de Estados Unidos, que
considera inconstitucional la acepción de los homosexuales respecto de la
institución matrimonial, por lo que la unión de dos personas del mismo sexo, es
un matrimonio en los EE.UU. de América y en tantos otros países, que a pesar de
ser acusados de muchas cosas, ofrecen a los ciudadanos más derechos de los que
la Iglesia Católica ofreció en todos los siglos de su existencia.
Considero un derecho el ejercer libremente lo que cada uno
viva en si mismo y viva con naturalidad. Creo que es una grandeza para la
humanidad, y creo que da pleno sentido al evangelio de Jesús el que muchas
personas podamos hacer un uso particular de la libertad, aunque la jerárquica
iglesia solo considere libertad a la suya, la llamada libertad responsable, que
descansa en el principio anunciado por Alfonso Guerra, de que “quien se mueva
no sale en la foto”. Me duelen las personas y me duele la iglesia. Me duele que
algunos quieran esgrimir la Biblia al pié de la letra para condenar por ejemplo
la homosexualidad; y no cojamos el pié de la letra otros pasajes para defender
aquello en lo que jamás debiera de convertirse la Iglesia de Jesús.
La mayoría de pasajes que en la Biblia condenan la
homosexualidad, condenan de fondo la infidelidad a Dios, valga el ejemplo de
las enfermedades consideradas causa de castigo. Lo de David y Jonathan es algo
que no tiene vuelta de hoja, se amaron y punto. Pero, ¿cómo interpretamos Mateo
23? Este capítulo es el que la liturgia debiera mandar leer, en el ritual de la
ordenación de los sacerdotes y obispos. Porque esta iglesia jerárquica a la que
a lo largo de los siglos, todos hemos colaborado en dar forma, está más que
censurada por Jesús, ya que “la iglesia como institución, encarna todos los
defectos que Jesús criticó en la religión de su tiempo” (Francisco Asensi).
Le podemos preguntar a este respecto a los jóvenes de la
parroquia de Mairena del Aljarafe (Sevilla), expulsados por el cura a expensas
del obispo por insubordinación al magisterio. Con estas actitudes, ¿Dónde deja
la iglesia el sentido de la parábola del buen samaritano? (Lc 10,35) Pues la
deja en lo más alto, porque no será el sacerdote el que se pare en el camino,
él pasará de largo. Será otro excluido u otra persona que viva en sus carnes el
sentido de humanidad, quien pasará junto a nosotros y dignificará nuestras
vidas.
“Obedecedlos y haced todo lo que os digan. Pero no sigáis su
ejemplo, porque dicen una cosa y hacen otra” (Mt 23,3). Vamos que de coherencia
evangélica, como que nada de nada. Siento que haya quienes se molesten por
estas palabras, incluso que las utilicen en mi contra. En igualdad de
oportunidades, podemos discutir sobre ello. Para terminar, solo dar un mensaje
esperanzador.
Los que en Jesús tenemos puesta nuestra mirada y nos
tratamos de manera fraternal y solidaria, seremos Iglesia aun a pesar de los
que piensan que no los somos. Aquellos que pasaron de largo ante el hombre
herido en el camino (Lc 10, 31-32), no se pararán en el camino ante nuestra
necesidad. Dios Padre, bondadoso es harina de otro costal.
Este, en Jesús y por Jesús -su revelador-, renueva nuestra
esperanza en la superación diaria de obstáculos y controversias. De sus labios
recibimos un apoyo, para dejar caer la cabeza en su hombro para poder reír y
llorar. La amplitud de su corazón, en Dios se hace acogida total, pues con el
profeta nos dice: “¿acaso una madre olvida o deja de amar a su propio hijo?
Pues aunque ella lo olvide, yo no te olvidaré” (Isaías 49,15).
Floren de Estepa (Bachiller en Teología)
PADRE NUESTRO, DE TODOS LOS AMORES
Padre nuestro y padre de todos.
De los altos y los bajos,
de los hambrientos y los hastiados,
de los tradicionalmente casados,
y padre también de los homosexuales.
Como me siento hijo/a
tuyo/a, te digo
que quiero vivir en ese reino que prometes
y que día a día esperamos.
Queremos repartirnos entre todos
el pan, las flores, el tiempo y el trabajo.
Equitativamente y sin desigualdades,
ya que todos, ¡todos somos imagen y semejanza tuya!
Espero de ti el perdón tan necesario,
para ofrecerlo a aquellos que nos ofenden
con teorías sobre nuestra sexualidad,
que se basan en la muerte y la degradación;
Ese perdón que nos haga vivir serenamente el futuro.
También nosotros queremos perdonarnos,
colaborando a levantar un mundo derruido,
Un mundo que se atreve a pesar el amor
para separar el legítimo del ilegitimo.
Como si todo el amor no proviniera de ti.
Queremos aportar nuestra fuerza en la lucha,
del odio egoísta,
de la boca soberbia,
de la ciega violencia,
de la xenofobia bendecida,
de los deseos que esclavizan,
de toda individualidad que excluya.
Tentaciones que cada día nos acosan
como a Jesús un día le acosaron.
Con su fuerza, que es la tuya,
queremos rechazarlas
y bendecirte por nuestro amor y sexualidad.
Quiero ser fuerte para rechazar,
todo aquello que lastre mi dignidad personal,
y convencid@ de la
enormidad de tu corazón
poder decirte:
PADRE NUESTRO.
(Adaptación del P.N. de Arbeloa)