LA SALADA. LAUDES (Un día cualquiera)
"Alabadlo por sus obras magnificas, alabadlo por su inmensa grandeza"
(Sal 150)
Como bien dice Ionesco, "siempre habrá un lugar para las conciencias aisladas que se hayan alzado a favor de la conciencia universal", así como contra el ánimo de masa. Su lugar es la soledad, no tiene otro. Por eso es en el silencio (en la ciudad, en el desierto, en el pueblo o en la aldea) donde se hace a la humanidad el inestimable favor de recordarle su verdadera capacidad de maduración, de libertad y de paz.
Por ello, esta mañana al levantarme, decido que el amanecer es demasiado hermoso para quedarme en la ermita. Es tan grande la capacidad de Dios para manifestarse, que en el leve viento, en el pajarito o en el verdor de los olivares y el la tranquilidad que desprende e impregna la montaña, -digo que- allí igualmente esta él. Haciéndome consciente de cada realidad, de cada vida, de cada situación. De lo necesitado que está el mundo de paz y de libertad. De la necesidad que tienen los atribulados de encontrar un remanso en el que sentir su equilibrio; en la fuerza con la que "Su" Espíritu debe de atender a los que se encuentran en el hospital al límite de sus fuerzas. De los que ríen y de todos aquellos que afrontan este viernes con esperanza renovada...etc.
Por ello en camino con mi fiel compañeros de camino, Vela, Morgan y Bolitho me dispongo a partir hacia el horizonte donde nace el sol. "Ese sol que nace de lo alto". No es solo un breve paseo que durará lo que dure el oficio de Laudes. Es un ponerse en camino, es un renovar la esperanza, es un voto a Dios durante el día, es un abrir los ojos, es un encontrarse consigo mismo y no permitir dejar de ser lo que uno es, es hacer vida de uno las cuitas de cada persona que puebla en mundo. Y escuchar en la soledad los gritos, alegrías, desdichas y quehaceres de todos los que compartimos en sentido humanitario de la vida, y desde luego no dejar de interceder por los que perdieron este sentido o nunca lo encontraron.
Por ello, este día como tantos otros es un ponerse en camino, es un acto de fe y e movilidad, es…. un partir…
Partir es ante todo,
salir de uno mismo,
romper la coraza del egoísmo
que intenta aprisionarnos en nuestro propio yo.
Partir es dejar de dar vueltas
alrededor de uno mismo, como si este fuera
el centro del mundo y de la vida.
Partir es no dejarse encerrar
en el círculo de los problemas
del pequeño mundo al que pertenecemos
cualquiera que sea su importancia.
La humanidad es más grande.
Es a ella a quien debemos servir.
Partir no es devorar kilómetros,
atravesar los mares
o alcanzar velocidades supersónicas.
Es, ante todo, abrirse a los otros,
descubrirlos, ir a su encuentro,
abrirse a otras ideas,
incluso las que se oponen a las nuestras.
Es tener el aire de un buen caminante.
(Hélder Câmara)
La Salada.
Laudes
Viernes 27 de Septiembre de 2015. I Cuaresma. Laus Deo.