Flash de la Palabra de Dios. Domingo XIII T.O. C.
La vocación en sí misma, es una
iniciativa o llamada que sale al encuentro de la vida de cada persona. Igual pasa
con el creyente que siente la necesidad imperiosa de acudir a la llamada del
Señor (1 Reyes 19,16b.19-21). Una llamada que se hace desde la libertad más
absoluta, pues el Señor propone su mensaje a toda persona de buena voluntad (Gálatas
5,1.13-18).
Es cierto que entraña unos riesgos el seguir los pasos de Jesús,
pero quien lo logra, llega a experimentar lo que es trabajar por el Reino de
Dios y su justicia (Lucas 9,51-62). Es dar plenitud a la causa por la justicia
social, el bienestar y la salvaguarda de la dignidad de toda persona humana que
sufre en el mundo, que está atribulada y necesita entrañas de misericordia y
que se le trate con fraternidad.
Y estas realidades del mundo a las que el/a
cristiano/a de cada lugar tiene necesidad de mitigar, son inexcusables. No se
le puede dar culto a Dios, dejando de lado aquello que pueden hacer nuestras
manos.
Es un camino duro, cierto; pero la consecución de sus fines siempre
superará con creces los obstáculos que se presenten, pues tendremos la dicha de
decir que: “el Señor es el lote de mi heredad”. Lo único que hace falta
para trabajar por el Reino de Dios y su justicia es un corazón bien dispuesto,
todo lo demás es relativo.
ORACIÓN
Dios y Padre bueno que nos
amas y nos buscas,
te pedimos que nunca deje de
asistirnos tu Santo Espíritu,
como fuerza renovadora que
impulsa nuestro ánimo.
Que Él sea quien nos haga
descubrirte
en cada rostro humano,
en cada persona necesitada de
fraternidad;
pues solo acogiendo,
respetando y restituyendo
las dignidades quebrantadas –como
hizo tu hijo Jesús-,
podremos ser dignos de estar
ante Tu presencia
y sentir, que Tú eres el lote
de nuestra heredad.
Te lo pedimos por Jesús,
nuestro amigo y nuestro hermano. Amén.
Fraternalmente, Floren.
LITURGIA DE LA PALABRA: http://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-de-manana