La lectura orante de la Palabra de Dios en la vida franciscana
La Palabra
de Dios ocupa un lugar central en la vida
cristiana y en la vocación franciscana.
San Francisco acogió e hizo suya la Palabra del Evangelio, que es Jesús
mismo: “La regla
y vida de los
hermanos menores es ésta: guardar el santo Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo y seguir sus huellas”.
San Francisco nos pide: “Inclinad el oído de vuestro
corazón y obedeced a la
voz del Hijo de Dios. Guardad
sus mandamientos con todo vuestro corazón y cumplid sus consejos perfectamente” (CtaO 6-7). DE CUARESMA CICLO C
Para ello
debemos superar “la solicitud
y las fatigas de este siglo, y las seducciones de la riqueza, y las
concupiscencias de las demás cosas que les penetran y ahogan la palabra” (Rnb 22,16), no sea
que “so pretexto
de alguna merced, o quehacer, o favor, perdamos
o apartemos del Señor nuestra mente y corazón” (Rnb
22,25). En esta lógica, san Francisco nos
exhorta: “Restituyamos todos los bienes al Señor Dios altísimo y sumo, y
reconozcamos que
todos son suyos, y démosle gracias por todos
ellos, ya que
todo bien de
Él
Procede” (Rnb 17,17).
Este es el
itinerario que Francisco nos
ofrece para acercarnos a la Palabra
de Dios, leerla, interiorizarla,
restituirla y vivirla, personalmente y en fraternidad. He aquí una oportunidad para
renovar nuestra vocación. Acojámosla de buena gana.
1. PREPARACIÓN
El primer
momento consiste
en invocar al Espíritu Santo, el único que
puede hacer comprensible
el
sentido de la Palabra
y prepararnos a una escucha profunda, abierta a lo
que Dios ha dicho y a lo que
quiere decirnos.
Iluminados por el Espíritu, podemos quitar los obstáculos físicos, psicológicos
y ambientales
y centrar
la
atención en
la
escucha de la Palabra. Se
trata de “escuchar la Palabra con
corazón bueno y óptimo”, como
dice san Francisco (Rnb 22,17).
Puede hacerlo con este texto:
"Ven Espíritu Santo, ven Dios de amor.
Porque
el amor es lo que más necesito.
Porque
sin amor soy como una planta seca, sin raíces.
Porque el
amor es vida, es fuerza y es calor.
Porque
sin amor el corazón se muere
de frío.
Ven Espíritu de amor.
Porque
el amor del mundo siempre es imperfecto.
Porque
es tu amor lo que más necesito. Porque tu amor es real, es verdadero, es sincero. Ven Espíritu de
amor.
Porque
todo mi ser está hecho para el amor. Porque el
amor le da un sentido a todo
lo demás. Porque sin amor, nada podrá
hacerme feliz.
Ven Amor infinito.
Porque
todos los demás amores son imperfectos, y me dejan sed del tuyo.
Ven Espíritu Santo.
Amén."
2. LECTURA Y ESCUCHA
DE LA PALABRA DE DIOS
El segundo momento
consiste en la lectura
del
texto, hecha con sencillez y
pureza, para
captar el sentido
global de la Palabra
escuchada y verificar su comprensión. Esta lectura debe ser asidua, motivada y
alimentada con
la
fe de la Iglesia: en
su seno resuena y ella es
quien
la
administra.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 28b-36
En aquel
tiempo, tomó Jesús a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a
lo
alto del monte para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor. De repente, dos
hombres
conversaban con él:
eran Moisés
y Elías, que,
apareciendo con gloria, hablaban de
su
éxodo, que
iba
a consumar en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se caían de sueño pero se espabilaron y vieron su gloria y a los dos
hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: - «Maestro
¡qué bueno es que estemos aquí! Haremos tres tiendas: una
para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» No sabía
lo
que decía. Todavía estaba diciendo esto, cuando llegó una nube que los cubrió con su sombra. Se llenaron de temor al entrar en la nube. Y una voz desde la nube decía: - «Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo». Después de oírse la voz,
se
encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por aquellos días, no contaron
a nadie nada de lo que habían visto.
Palabra del Señor.
3. INTERIORIZACIÓN
Y ASIMILACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS
En el tercer momento es conveniente memorizar
un
versículo-clave que sintetice el sentido
global del
fragmento que se ha leído. La Palabra memorizada nos
acompañará durante la jornada o hasta el
momento en que hagamos la siguiente
lectura orante,
a fin
que arraigue en nosotros.
Es conveniente
que cada uno
descubra, en un momento de silencio, los condicionamientos (ocupaciones, preocupaciones, afectos, quehaceres, favores… [cf. Rnb22, 25.26]) que obstaculizan, a él y
a su Fraternidad, la recepción
de la Palabra escuchada.
Te puedes ayudar de esta reflexión:
El evangelio de este segundo domingo de cuaresma, nos ofrece un episodio de la vida de Jesús con muchos matices. Jesús, al igual que nosotros, se siente más cerca del Padre en
una cumbre
y por
eso
se
lleva consigo a dos discípulos. Y allí tiene
lugar un
acontecimiento sobrenatural, una transformación; en definitiva una experiencia de fe. Y
de esta experiencia de fe participan los apóstoles Juan y Pedro, ambos fundamento esencial para la comunidad cristiana. Juan y Pedro ven a Jesús transformado y a Moisés y
Elías conversando con él, en lo que puede imaginarse
como una tertulia de personas que
se conocen, y así es.
Los tres están relacionados. Lo están porque la
fe,
se establece
en
la vida de cada persona por medio de un proceso personal. Un proceso que puede ser
evolutivo o que puede quedar estancado. Pero sea cual sea la forma en la que cada cual
se plantea su fe, Dios no deja de plantearnos alternativas para que vivamos la fe con
alegría y sobre todo determinación. Ya que la
fe, implica dos cosas fundamentales en la
vida de un creyente; camino y transformación.
Camino: Cada uno de nosotros tenemos una vida, que
Dios nos ha dado. Una vida que no implica
ser dueños del mundo, ni mucho menos tener carta blanca para hacer lo que
nos plazca; pues desde
un plano comunitario todos estamos interrelacionados, todos nos
necesitamos. Es por ello, que Dios no se cansa de poner ante nosotros ejemplos
de
cómo ÉL, ha modelado poco a poco las costumbres de un pueblo –Israel-, hasta hacerse querer por
ellos, dándoles una
Ley –Moisés- y consolidando un Culto religioso
y una fidelidad –
Elías-. Culminando el proceso con la venida del Hijo, camino
verdad y vida, al que vemos
transfigurado y que es centro del amor de Dios y reflejo del amor que a nosotros nos
tiene. Por ello, no hay camino posible hacia Dios, que no pase por Jesús.
Transformación: Y cuando se está en la presencia de Jesús, tiene que producirse una transformación. Dios desde el cielo nos hace
un llamamiento a todos: “este
es
mi hijo amado, escuchadle”, atended a su vida y a su ejemplo, pues las obras de Jesús
están al alcance de cada persona que se arriesgue a seguir sus pasos. Es por ello, que el camino de
la fe debe ir acompañado de una transformación nuestra, de la cual dará
ejemplo
nuestro comportamiento entre los nuestros, nuestra
familia, nuestros amigos, nuestro
instituto. Es curioso que
todo
lo relacionado con Jesús parece que se aparta
de la frescura que representa la juventud en cada tiempo, y sin embargo nada hay más desconcertante
y rompedor que Jesús; una persona que
da ejemplo de vida y humanidad, por TU salvación. Y Jesús sale al paso de tu vida no de cualquier forma, sino para que le
busques
en
el rostro de aquel o aquella que más comprensión necesita, ayuda, respeto
y sobre
todo, misericordia.
Conclusión:
Jesús no limita
nuestra libertad ni nos conduce a la opresión, pues Él
fue libertador y defensor de los derechos humanos. Se ha hecho uno de nosotros y Dios nos ofrece su ejemplo para que transformemos nuestra vida a la luz del Evangelio.
Por
ello, felices los chavales que vivís la aventura
de seguir a Jesús el “amor sin falsificaciones”,
porque amaréis la vida y a las personas sin hacerlos objetos o cosas. Felices los chicos y chicas que admiráis a Jesús como el “tío” más comprometido que ha existido en la historia, porque descubriréis que vuestra vocación es ser compañero de camino para los demás y rostro de su misericordia.
4.RESTITUCIÓN
Es bueno “restituir” a Dios, mediante la alabanza, la acción de gracias, la bendición, la súplica y
la
invocación,
todo cuanto
él nos ha ofrecido a través
de la Palabra
que nos ha dado en el Espíritu y que ha sido leída y
compartida como una
buena noticia para cada uno y para
la
Fraternidad entera.
Con tu gracia, para entender tu muerte
Con tu poder, para contemplar tu rostro
Con tu majestad, para adorarte como Rey Sí, Señor; transfigúrame con tu presencia
porque, en muchas ocasiones,
temo sólo verte como hombre y
no como Dios
Si, Señor; transfigúrame con tu mirada porque, en el duro camino, tengo miedo a perderte
a no distinguirte en las colinas donde no alcanza mi vista
Si, Señor; transfigúrame con tu amor
y, entonces, comprenda lo mucho que me quieres:
que me amas, hasta el extremo
que me amas, hasta dar tu vida por mi que
me
amas, porque no quieres perderme
que me amas, porque Dios, es
la fuente de tanto amor
Si, Señor; transfigúrame con tu fuerza
porque me siento débil en la lucha porque prefiero el dulce llano
a la cuesta que acaba la cumbre de tu gloria
Porque, siendo tu amigo como soy
no siempre descubro la gloria que Tú escondes.
Transfigúrame, Señor.
Para que, mi vida como la tuya,
sea un destello que desciende desde el mismo cielo.
Destello con sabor a Dios
Destello con sabor al inmenso amor que Dios me
tiene.
Amén.
El quinto momento
prevé la formulación de alguna propuesta enfocada a esclarecer las
actitudes, las opciones
y las orientaciones que brotan de la escucha
de la Palabra, para
crecer en la voluntad de hacer
el bien.
Mi propuesta/ nuestra propuesta después de orar con la palabra de Dios es… (puedes escribirla)
“Y
son vivificados
por el espíritu de
las divinas letras
quienes no apropian al cuerpo
toda la letra que
saben y desean
saber, sino
que con la palabra y el
ejemplo se la restituyen
al altísimo Señor Dios, de
quien es todo bien.” (Adm. 7,4)