CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

miércoles, 22 de abril de 2015

NO ES LO MISMO

No es lo mismo

Reconozco que me gusta estar informado. A menudo durante el día consulto ELPAIS, la Ser y otros medios de comunicación como el informativo de Piqueras y artículos de opinión. Pero llevo unos días un poco hastiado, lo reconozco. Y es que es tanta la obscenidad que nos aporta el continuo reguero de barbaridades inhumanas,  terrorismo internacional, escándalos monetarios y de otra índole, que somos ya legión los ciudadanos que nos preguntamos si esto no hay quien lo pare. 
Si lo que tenemos que hacer es simplemente tener amplitud de tragaderas para soportar como un inacabable viacrucis, que aquellos que otrora fueron legalistas, gobernantes, custodios de la banca, los derechos humanos y los que nos decían a los demás lo que teníamos que hacer; se vayan ahora de rositas habiendo defraudado al fisco y a la hacienda pública, que por cierto dice el ministro que somos todos. 
No, señor ministro. Hacienda no somos todos o al menos no lo somos todos de la misma manera. Es más, creo que nadie es igual a nadie si entre dos individuos se interpone la amplitud de un mar o un océano, o una economía determinada. Aun sentimos el horror de la catástrofe aérea de Germanwings en los Alpes franceses. 
Los medios de comunicación han realizado un despliegue de tal magnitud, que hemos conocido pormenorizadamente los detalles del horror vivido en el avión, así como los rostros de casi la totalidad de los fallecidos y sus historias personales. Esta catástrofe tiene el hándicap de que es muy posible que todos los que habitamos el primer mundo nos montemos en un avión en algún momento de nuestra vida. ¿Qué sería de nosotros?
Y es por ello que nos resulta demasiado fácil ponernos en la piel de los fallecidos. En contraposición a este suceso, un barco zozobró hace unos días en el Mediterráneo. Puede que ni usted ni yo sepamos ninguna de las historias de los fallecidos. Es más, puede que no hayamos visto ni siquiera el rostro de uno de los fallecidos. 

Pero ojo, eran personas humanas. Eran SERES HUMANOS con cada una de sus historias complejas o sencillas, con sus almas y creencias, con sus amores desengaños y anheladas felicidades. Su billete no era ni de primera ni de segunda, era de tercera como aquellos entierros de pobres que se hacían hace medio siglo. Marcharon de su tierra con la desesperación que supone el sobrevivir aun a pesar del desarraigo de la tierra que les parió. 
Se quedaron ahí, en el fondo de un mar que para muchos es costa del sol y para otros el paraíso inalcanzable. Y no es por ponerme dramático pues ya las cifras lo son; pero por muy lastimoso que fuera el accidente del avión, ni siquiera estos fueron 150 o unos pocos más. Fueron más de 700 personas las que perdieron la vida asustadas y atemorizadas en una travesía causada por la desigualdad que este mundo crea, al dar a luz hijos con estrella e hijos que nacen estrellados. 
¿Hubiera reaccionado nuestro primer mundo de la misma manera, si lo hundido hubiera sido un crucero de lujo de una compañía enorme con personas acaudaladas?
La responsabilidad creo que es de todos, hasta de los que educan a sus hijos diciéndole que si no comen la cena vienen los rumanos y se los llevan. Por cosas tan simples como esa comenzamos a mal educar. Y cuando nos damos cuenta hemos creado un submundo al margen de realidades crueles como la de este accidente de muertes sumarias. 
En fin, hoy recuerdo aquella canción de Alejandro Sanz: “NO ES LO MISMO”. Y tiene razón el compositor. Dice la letra: “será que ni somos, ni estamos”. Quizás ese es el problema, nos “insensibilizamos” y eso es malo. Es buena la alegría, pero hay que adolecerse con estos dramas enormes y otros particulares, pues solo poniéndonos en la piel del/a otro/a podremos comprometernos a hacer un mundo más justo. 
Luchemos por la autenticidad, y la Humanidad lo es. 

Floren Salvador Díaz Fernández.
Estudiante de Pneumatología