Hace años, un “señor” que se denomina artista Guillermo Vargas, expuso en una galería de Managua (Nicaragua) [1]lo que el denomino obra de arte. Consistía en dejar morir de hambre a un perro que se mantuvo atado a una cuerda hasta morir, mientras la gente pasaba por allí entre indignados, impresionados o admiradores.
Lo cierto y verdadero es que a este hombre tendrían que haberlo metido en la cárcel hasta que se olvidara que el sufrimiento animal no puede ser utilizado para hacer arte, ni para divertirse ni para ninguna otra cosa que atente contra la dignidad del propio animal.
Es cierto que con los animales parece que se sacan las cosas de contexto, en ocasiones. Cierto. Tenemos hospitales y tecnología sanitaria de última generación para ofrecerles a nuestros animales. ¿Llegamos a considerarlos personas? Yo al menos no. Pero ojo, sí los considero absolutamente miembros de mi familia. Los quiero más que a algunas personas que no conozco o me hacen la puñeta, ¡claro que sí! Y estando ellos en su sitio y yo en el mío, nos queremos respetamos y adoramos.
Recuerdo cuando mi querido amigo Antonio Sosa, me dijo que un senegalés de su parroquia le dijo que en España un perro valía la vida de dos senegaleses. Es una verdad aplastante terrible, pero es cierto que muchos animales viven mejor que las personas. La culpa no es de nosotros, los dueños. Es el sistema el que causa estas desigualdades tan absolutamente notables y lamentables.
En el momento en el que vivimos se ha desarrollado una especial sensibilidad por los animales. Yo no demonizo al sector taurino. Pido respeto para los afines y detractores. Escribo esto pues estoy impresionado por el documental realizado por PACMA (partido animalista)[2].
Pero ojo, sin perder algo de vista. El animal en absoluto lo pasa bien cuando se le tortura, violenta y hace el mal. Una dehesa en la que pastar es mucho más deseable que ser atravesado por hierros, orinarse del dolor y el miedo y morir para divertimento de unos pocos. Cuando se opine y se escriba y se piense sobre esto, nunca perdamos de vista que para el animal es una atrocidad, autentica y real.
El toreo es arte tradición y es hermoso, reconozco que tengo un poco el corazón partido. Pero el sufrimiento animal nunca puede ser justificación para la diversión humana.
Y lo que uno NO quiere para sí, tampoco debiera de quererlo
ni si quiera para un animal.
ni si quiera para un animal.
Con todo respeto.