La cobardía produce desvergüenza
Hasta hoy no he podido darme una
vuelta por el blog[1] de mí
querido y apreciado amigo y doctor en teología José María Castillo, para dar
lectura a sus artículos con los que no dejo de aprender; pero sobre todo
interesado por el vapuleo que le han dado al pobre hombre a la sazón de los
últimos escritos sobre la cuestión del infierno y el pecado.
Como muy bien dice él, hay personas
que necesitan de un foro y la complicidad del anonimato para desahogarse, sacar
sus miserias y así demostrar en muchos casos la ignorancia sobre muchos temas o
cosas. Siempre me ha costado entender que en el mundo haya personas que
disfrutan fastidiándoles la vida a otras personas. Personas que manipulan,
socaban, crispan y encima pueden tener la desfachatez de considerarse
iluminados, personas de Dios o dignos de consideración; aun cuando sus actos
hablan por sí solos.
En el caso presente de los duros
escritos que le han dedicado al teólogo castillo, llegando casi al insulto;
considero que en cada uno de los despropósitos que a este hombre le dedican hay
mucho de cobardía y de temor. Temor, sí, temor. Vistos los comentarios me
pregunto cómo tiene la gente valor para echarle la culpa del fanatismo solo a
los musulmanes. Hace unos días comentaba un escrito en facebook que me dedicaba
el amigo Antonio Alcaide, un hombre que profundiza en la fe y la concepción de
Dios de una manera formidable. El planteamiento que hacía Antonio sobre el
libro que estaba comentando “Vivir en espíritu y en verdad” (Consuelo Martí),
se fundamentaba en la simbiosis que representa Dios y el sujeto humano en el
mundo, como causa y efecto de la misma realidad de Dios y lo humano;
considerando la conciencia como elemento más que fundamental para ordenar la
vida y el pensamiento, así como establecer las bases de la fe.
¿A dónde quiero ir? Sencillo. Este
tipo de pensamientos como los que presenta J.Mª Castillo, son detestables para
muchos creyentes –o que dicen ser creyentes- porque les hace plantearse
cuestiones que hacen tambalear el chiringuito de la fe, que en muchos casos se
han montado. Chiringuito llamo a la hipocresía de denominarse creyente y ser un
calavera con los semejantes sin considerar la máxima evangélica e inmutable de
que “lo que hicisteis a uno de estos a mí me lo hicisteis” (Mt 25,35). O vivir
la intransigencia ignorando que comunidad cristiana es fraternidad, respeto y
acogida, incluso con aquellos que tienen una deriva de pensamiento distinta a
la nuestra.
Por eso decía yo a Alcaide en
Facebook, que son muchas las personas creyentes que quieren a Jesús, Dios o la
Virgen María: en la procesión, en el altar, en el sagrario, en la estampa. Lejanos,
hieráticos, inmutables y dispuestos a escucharnos bajo mercadeo sin decir ni mu.
Eso sí, sin que nos interpelen, ni pregunten, ni motiven nuestra conciencia, ni
sus vidas nos causen interrogantes de ningún tipo, so peligro de que se tambalee
esta religión tan romántica y a la carta que entre todos nos afanamos en
alimentar y que –considero- tiene los días contados.
Yo me considero una persona muy
evolucionada respecto del pensamiento cristiano y la concepción de la fe. Son muchas
las cosas que ni escribo ni digo, quizás para no herir sensibilidades de
algunas personas, pues soy consciente de que el blog “Cartujo con licencia
propia” tiene un eco profundo en un sector concreto de la sociedad. Pero es un
alivio más que considerable, el saber que hay persona que siendo jóvenes o
viviendo la madurez de su vida no dejan de realizar planteamientos que nos
movilizan y nos animan a establecer un criterio personal o conceptual sobre algo,
aun a riesgo de replantearnos cosas. Dios no está exento de este constante
replanteamiento, pues Él forma parte de la misma evolución humana y mundial.
Como he dicho y como creo: Él es Espíritu, Esencia y Materia. Y por eso ES LO
QUE ES (Ex 3,14).
Ojalá se abran sendas pacificas de
pensamiento y de comunión. Ahí está el papa Francisco dando constantes muestra
de apertura fraterna, sin preguntar a nadie el cómo ni el cuándo. Ojalá
prevalezca siempre el respeto en las opiniones diversas. Ojalá tod@s entendamos
que seguir a Jesús es ser “Camino verdad y vida” (Jn 14,6); y que no hay otra
posibilidad que no pase por testimoniar y ser Luz.
¡Ánimo apreciado José María!
Continúe su andadura cuyo pensamiento nos aporta luz y alegría.
Fraternalmente, Floren de Estepa