“Salve, José amante y tierno padre.
Salve, guardián de nuestro redentor.
Esposo fiel de su bendita madre,
y salvador del mismo salvador” (Liturgia de las Horas)
Os aseguro que es una auténtica lástima que José haya
sido borrado de un plumazo de las sagradas escrituras, simplemente porque desde
tiempo inmemorial se le consideró un obstáculo difícil de resolver a la
encarnación de la virgen María.
Algo que se sabe de la época en la que se configuraron
las escrituras tal y como las conocemos hoy, más o menos durante los dos
primeros siglos de nuestra era. A José bien se le puede aplicar aquello que en
las cortes europeas se le denominaba, el manejo de los príncipes. O sea, se le
da toda a autoridad y luego se le quita.
Más o menos, es lo que sucedió con José. Se le honra como
lo que es, pero no se le acaba de reconocer todo su mérito junto a María, como “simples”
padres de Jesús. Luego vuelvo sobre esto.
Solo comentar que desde los orígenes ha existido un
interés primordial en ligar a Jesús con la casa real de David, rey de Israel. Es
algo que Jesús no necesitaba, pues ciertamente como él admitió “su reino no es
de este mundo”. Pero aun así, se establece una genealogía que no cuestiono
sobre el parentesco putativo de José y Jesús, ya que según las escrituras José
era su padrastro.
Cuidado sobre esto, que muchos somos de la opinión que se
le escapa a San Pablo en su credo de la carta a los Romanos (1,3-4), en la cual
afirma que la ascendencia real a Jesús se le confiere de manera carnal (Un judio marginal I, John P.Meier) con lo
cual se puede interpretar que se deja una puerta abierta a la paternidad
biológica de Jesús, sin menoscabo de la pureza inmaculada de su madre que de
ninguna manera está ligada a la genitalidad; así como tampoco es en menoscabo
de la acción del Espíritu que obra en todos y por todos.
Regreso sobre aquello de “simples padres” de Jesús.
Esta mañana temprano mientras reflexionaba sobre el
evangelio de la fiesta de San José, me maravillo la reflexión de Julio Colomer
Casanova (jesuita) sobre el papel de San José en la vida de Jesús. Partimos de
la base de que Jesús en su crianza, no era un super niño ni nada por el estilo.
En Jesús como crío hasta su vida adulta, se produjo un profundo proceso
evolutivo en el cual fue asumiendo su vocación y posterior misión.
Pero es más que claro que ahí tuvo necesariamente que
existir –y existió- una poderosa educación e influencia de unos padres José y
María, que tuvieron la destreza de inculcar a Jesús; no la visión rígida que el
judaísmo tiene de Dios. Sino que por el contrario, ellos supieron enseñar a su
hijo Jesús una dimensión amable de Dios.
Amable hasta el punto de hacerle
considerar a Dios su propio Padre, así como a tratarlo con una familiaridad que
a cualquier judío hubiera escandalizado, llamándole “papaíto” (abba). Pues así
debía considerar Jesús a su padre José, como una persona llena de ternura,
cariño y compasión.
“¿De donde aprendió Jesús esa visión
tierna de Dios? Lo aprendió en Nazaret, en su casa, en el hogar de un
carpintero que se llamaba José. Por la experiencia del padre que tenía, pudo y
quiso Jesús hablar de Dios como Padre. José, su padre, fue una persona que
impactó sobre Jesús. José, el justo, fue el hombre que le dio a Jesús la
experiencia y los materiales para hablar de Dios como Padre.” (Julio Colomer
reflexión de Mt 1,16.18-21.24a)
Permita la vida y la responsabilidad individual, que nos
encontremos por la vida muchas personas con el talante de San José. Personas
que creyentes o no creyentes, con fe o sin ella, apliquen la buena voluntad y
la ternura a sus vidas. Personas que trabajen por el bien común y eduquen a los
pequeños desde el respeto y la solidaridad coelctiva.
Hoy más que nunca hace falta este tipo de educación. Valores
que en la difícil situación en la que vive la humanidad, nos haga sentirnos
parte de esta gran comunidad de personas que juntas tiene que soportar el
ataque de esta amenaza microscópica llamada “conoravirus”.
Una educación que no se fundamente en ideales radicales y
fanáticos que separan, sino en el sentido más fraterno que conocemos de la
palabra humanidad. Una palabra que es el eje de la vida y obras de Jesús de
Nazaret, el cual rescató a los perdidos del camino de la vida y devolvió la
dignidad a las personas a quienes la sociedad se la había arrebatado.
Bendito sea Jesús, su madre María y San José. Este anónimo
personaje a quién María amó y de cuyo amor nació Jesús. Un hombre bueno que
puede ser prefiguración de todos los hombres buenos que conocemos y que viven
cerca de nosotros.
Por mi parte, tengo la familia plagada de “Joses”. Papá,
hermano, sobrino y otros que no son “Joses” pero son padres. En mi padre,
admito que veo una bondad sin límite. Pues si Dios tiene rostro, seguro que se
parece a mi papá. El mejor hombre que parió madre.
Ánimo para todos y todas en los difíciles momentos que
vivimos.
Cuidaros mucho, sobre todo los mayores y enfermos. Ahora
toca estar en casa, ya hablaremos eso de que la feria en Septiembre dure veinte
días… jajajaja; es broma.
Besos mil. Para todos y todas. Paz y bien.
Fraternalmente, Floren.