CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

sábado, 2 de abril de 2011

POCO A POCO LLEGA LA HORA DE LA VERDAD

Estepa. Hora Sexta
LA VERDAD

Nos adentramos poco a poco en el misterio que antecede a la Pascua. ¿Cómo es nuestro caminar? ¿Demasiado afanados en lo exterior, en el nudo de nuestra corbata? Ayer en catequesis repasamos la trayectoria de los de Emaús, huyendo de Jerusalén por salvar el pellejo. ¿De que huimos cada uno de nosotros? ¿Quizás de la insoportable realidad humana que nos muestra nuestro espejo a las ocho de la mañana? Puede estar la clave en confiar y en mantener la esperanza. Una esperanza que comienza por querer ser esperanza para otros. Por mitigar estragos en los demás, en no pretender ser piedra angular.
Debiéramos todos someternos voluntariamente a un retiro espiritual auto dirigido. Tu solo en un entorno de desierto cristianamente hablando. Sin micrófonos ni estrados. Una ténue música, una Palabra de Dios y una flor como ofrenda. Y un espejo en el que mirarse para encontrarse con la inmediatez de nuestra realidad, nosotros mismos y nuestro reflejo.
En todo esto y siguiendo a Mahatma Gandhi en el texto que nos ofrece Arregui, la Verdad.

La Verdad como camino hacia la Pascua.
La Verdad como destino de la Pascua.
La Verdad como vertebración de nuestra Pascua.
La Verdad como ejemplo para la Pascua del otro.
La Verdad como aval ante la sociedad.
La Verdad ante Jesucristo.
La Verdad responsable asistida por el Espíritu.
La Verdad que da paz a las almas.
La Verdad que tranquiliza las conciencias.
La Verdad del duro trabajo.
La Verdad del amor sincero y sin reservas.
La Verdad de ti mismo.
¡¡ Tu Verdad, que es la Verdad de Dios ¡!

 

Buen fin de Semana. Laus Deo.

Para orar
Señor,
Ayúdame a decir la verdad
delante de los fuertes y a no decir
mentiras para ganarme el aplauso
de los débiles.

Si me das fortuna, no me quites la razón.
Si me das éxito, no me quites la
humildad.
Si me das humildad, no me quites
la dignidad.

Ayúdame siempre a ver la otra
cara de la medalla,
no me dejes inculpar de traición
a los demás por no pensar
igual que yo.

Enséñame a querer a la gente
como a mí mismo y a no juzgarme
como a los demás.
No me dejes caer en el orgullo
si triunfo, ni en la
desesperación si fracaso.

Más bien recuérdame que el
fracaso es la experiencia que precede al triunfo.
Enséñame que perdonar
es un signo de grandeza y que la venganza
es una señal de bajeza.

Si me quitas el éxito, déjame
fuerzas para aprender
del fracaso.
Si yo ofendiera a la gente,
dame valor para disculparme
y si la gente me ofende,
dame valor para perdonar.

¡Señor, si yo me olvido de ti,
nunca te olvides de mí!

(Mahatma Gandhi)