Conocido animal: por ser para los tuyos el más grande fuiste Máximo, y por ello máximamente te añoran y recuerdan. ¿Sabes algo?, no me cabe duda de que en el mismo cielo prometido a las personas, nos encontraremos con todos los que como tu, fuisteis compañeros de alegrías e infortunios. ¡No puede ser de otra manera!. Si El que da la vida, nos promete un cielo a todos, incluso a los que dejamos demasiado baja la condición humana; ¿cómo os negará a vosotros un trozo de este cielo, cuando es tan reconocida vuestra vida y dejáis tan grande huella?. Algunos de vosotros salváis vidas humanas en catástrofes, otros con encomiable fidelidad guiáis a los invidentes por las calles, fidelidad que llega hasta la muerte…etc. En tu caso, como mi muy querida Ebra o mi fiel Marco Falco, fuisteis imprescindibles para los que en bastantes ocasiones vivimos la suerte o la desdicha –en ocasiones- de vivir en soledad. La fuerza de vuestras caricias, los ladridos de bienvenida, la sonrisa y viveza en vuestros ojos, siempre nos hicieron conscientes de vuestro cariño. Y por ello te añoramos. Cuando llegamos a tu casa eras considerado dueño y parte de ella… y ahora que físicamente no estás, puedes tener la seguridad de que Rocío y el niño siempre esperaran a que con tu paso torpe por los muchos años acudas a tomar el trozo de pan para comerlo poco a poco, o a “golismear” en el montón de gusanitos del paquete del niño derramado por el suelo. ¡¡Hasta siempre amigo!!, siempre nos tratamos con distancias. El olor contenido en mis pantalones era testigo de que en mi vida existen otros animales. Aun así, por ser como eres, por el respeto de tus muchos años y sobre todo por el cariño que mutuamente os profesabais tu dueña y tu, me despido con un hasta siempre. Descansa en paz, Maximo. Dale un ladrido de afecto a los muchos que como tú, se fueron al cielo de los animales, dejando en nuestros corazones una huella imborrable.
Poema a un perro
No temas mi señor: estoy alerta
Mientras tú de la tierra te desligas
Y, con el sueño tu dolor mitigas,
Dejando el alma a la esperanza abierta.
Vendrá la aurora y te diré: “despierta,
Huyeron ya las sombras enemigas.
Soy compañero fiel de tus fatigas
Y celoso guardián junto a tu puerta.
Te avisaré del rondador nocturno,
Del amigo traidor, del lobo fiero
Que siempre anhelan encontrarte inerme.
Y si llega con paso taciturno
La muerte, con mi aullido lastimero
También te avisaré... ¡descansa y duerme!