El empujón del Espíritu
“Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote, quiere continuar su testimonio y su servicio también por medio de los laicos. Por eso les da vida con su Espíritu y los empuja sin cesar a toda obra buena y perfecta. A los laicos, en efecto, los une íntimamente a su vida y misión, dándoles también parte en su función sacerdotal para que ofrezcan un culto espiritual para gloria de Dios y salvación de los hombres. Por eso, los laicos, consagrados a Cristo y ungidos por el Espíritu Santo, están maravillosamente llamados y preparados para producir siempre los frutos más abundantes del Espíritu”
(Cap IV los laicos. 5ª Sesión Const.Dogmatica Lumen Gentium. 21/11/1964)
Estas breves palabras me sirven hoy, para reflexionar sobre el titular del cardenal Cañizares el Religión Digital, respecto de la eucaristía. No es una reflexión impulsiva, pues es algo que vengo madurando desde hace años –y que aun medito-, para llegarme a una vivencia autentica y feliz de toda la dimensión eucarística y sus posibilidades. Por ello esta mañana temprano poco antes de las siete, me dedicaba en el silencio de mi ermita a pensar sobre esta cuestión, que ahora plasmo en la finitud de las letras inspiradas.
"No hay Eucaristía sin sacerdocio, como no existe sacerdocio sin Eucaristía", dice el señor Cañizares. El tema desde luego no esta tomado al azar, ni es el tema sobre el que tocaba hablar este domingo en el periódico vaticano, no. El tema es de capital importancia para todos los ministros ordenados, y especialmente para aquellos que forman parte como el sr. Cañizares de sagradas congregaciones y otras hiervas.
La realidad, no es que los “cristianos o gran numero de ellos, vean la eucaristía como una posición exterior impuesta” –dice Cañizares-; sino que lo que le preocupa al prelado y la jerarquía eclesiástica es la cada vez mas amplia apertura de miras, que los cristianos tenemos para celebrar la eucaristía. ¿Dónde reside la presencia espiritual de Jesús de Nazaret? ¿Exclusivamente en la eucaristía? ¿No les parece una pobreza impresionante del cristianismo, reducir la presencia de Jesús a la ceremonia eucarística –misa-, celebrada por una persona y contestada mecánicamente por varias decenas de ellas?
No entraremos en el debate teologal de presencia de Jesús a secas, o presencia real de Jesús; pues nos llegaremos a un absurdo pleonasmo. Entiendan que, o esta Jesús o no esta presente. Distinto es que consideremos una determinada materia, apta para que Jesús se haga presente. Dígase un trozo de pan sin levadura. ¿Y si tiene levadura el pan? ¿Y si en lugar de pan es papel de Palabra Sagrada, metal de Cruz o trozo de Carne humana templada y sensible, que bombea el mismo amor de Jesús o de Cristo si os gusta más la palabra? ¿Acaso no da lo mismo comulgar que sentir sensiblemente el contacto o la presencia cercana?
Esta claro que todo incluso las cosas de la religión, son distintas en función de la diferencia de color por el que se mire.
Admito como propias las palabras de Benedicto XVI sobre la eucaristía al decir que: “sin fe y hondura y vivencia personal la eucaristía pierde su sentido”. Le añadiría la palabra humanidad, pero el papa es un gran teólogo y sabe que de hacerlo de tacharían momentáneamente de progresista. En cualquier caso, puede que el papa y yo nos refiramos cada uno a una dimensión eucarística concreta, o a distintas posibilidades de hacer presente a Jesús –Cristo-, por medio de la unión fraterna de los que se reúnen en su nombre.
Sacerdocio real, sacerdocio presbiteral, sacerdocio de Jesucristo. Pero hermanos y hermanas, ¿cómo iba Jesús a querer un orden preestablecido en su Iglesia y sacerdotal, cuando se paso a cada momento condenando a los sacerdotes de entonces, sus ritos, imposiciones e hipocresías?
Que seguridad mas concreta nos hace falta, que saber que Jesús esta a todos los efectos presente entre nosotros, pues “donde dos o más se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20). Escribí para la revista Tiempo de Hablar sobre la eucaristía del XXXI Congreso de Teología de Septiembre, y decía que: “Quizás ya llegó la hora de dar forma, a la capacidad que tienen los laicos de hacer presente a Jesús en nuestras vidas, por nuestra propias posibilidades y convicciones. Es imposible que nuestra jerárquica Iglesia se afane en mantener al Espíritu Santo encerrado en el monopolio del machista ministerio del presbiterado.”
Solo necesitamos amigos y amigas, ser conscientes del amor que Dios nos tiene. Saber que Jesús nos acompaña a cada paso de nuestra vida, por muy grotesca que sea la situación en la que nos encontremos, y saber que si estamos convencidos de esto, recibiremos en nuestra espalda lo que más necesitamos los cristianos de hoy de una vez por todas, el empujón del Espíritu, para hacernos valer como cristianos y como personas.
Buen fin de semana. Besos desde la aun calurosa Andalucía. Laus Deo.
Floren de estepa.