Batir de alas.
“Escuchad, hijos, los consejos de vuestro padre; haced lo que os digo y os salvaréis.”
(Eclesiastico 3,1)
En esta vida, se nos ofrece oportunidad de hacer y deshacer llegado el momento oportuno. No en balde, existen motivos concretos y precisos para demostrar la calidad humana o la escasez de la misma. Calidad humana, alegría, fortaleza, confianza…etc.
A esto me refiero querida amiga, cuando me refiero al batir de alas.
Quien escribe ha engendrado como San Pablo, hijos e hijas espirituales, pero no de una manera carnal. Y sin lugar a dudas es plena la diferencia, ya que en el vinculo de la carne humana se establecen unos vínculos mucho mas precisos y exactos, por medio de los cuales se llega incluso a considerar propio, aquello que las madres alumbráis para el mundo.
“Para el mundo”. No solamente para vosotras solas. Los hijos con como las esporas de los helechos, respecto de que llegado el momento hay que dejarles ir. Son continuación total de los padres y madres que les educan, pero sin lugar a dudas, cuando completen su educación y la vida los forje poco a poco, estonces se desplegarán todas sus facultades y demostrarán en sus vidas y ante los amigos y demás, todo lo que los padres y madres les aportasteis.
Para ello son las madres las mas protectoras y por ello las máximas perjudicadas en la dispersión de los hijos e hijas. Y sois vosotras las que por quererlos mas que nadie, debéis aportar mas confianza en ellos al saber que serán astutos y sencillos y aplicados en su obligación.
¿Cómo podría ser de otra manera?. Seria mala suerte si así fuera, pero ese puente hay que cruzarlo cuando se presente. Y me consta que tu hijo es bueno y buen fundamentado, al menos así lo dice quien mejor le conoce, su abuela.
Tienes que abrir los brazos querida amiga, y dejar que el batir de alas de tu hijo tenga el suficiente espacio como para moverse con libertad. La vida le reclama y la seguridad de que su madre está allí, nunca le abandonará. Pero aunque le aportes en su marcha y les des 100.000 consejos, sobre todo tienes que confiar en él. Hacer un pacto de confianza, y ponerlo todo en sus adolescentes manos.
Como la frase del comienzo, vuestro hijo siempre ha estado atento a la enseñanza de sus padres. Esa será su garantía y salvación para quien es Salvador. Y tu, madre; cuando amanezcas cada día y divises la sierra, y dejes que el primer rayo de sol te alumbre, piensa que en la inmensidad del mundo, él será iluminado por el mismo rayo solar. Y por su medio le envías toda la energía positiva y todo el ánimo del mundo. Cada día será un recuerdo, una prueba, pero una prueba donde debe de imperar una desmedida confianza de un corazón de madre, hacia el corazón de su hijo.
¡¡ánimo, amiga!!, ¡¡deja batir las alas!!