CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

martes, 19 de febrero de 2013

EN CAMINO, TEOLOGÍA DE LA CUARESMA - 2.4 PASCUA Y CAMINO


2.4 Pascua y Camino

Una vez que Moisés junto a su hermano, el sacerdote Aarón llegan a Egipto, con el carácter propio que imprime el hablar en nombre de Dios, estos llegan a sensibilizar a la comunidad israelita, para que acepten marchar dejando atrás el Egipto que simboliza el paganismo y llegar al sitio donde darán culto a Dios, siendo nuevamente un pueblo que se purificará por medio de las aguas del mar rojo, en un sentido profundamente bautismal. 

Este proceso evolutivo se acompaña de catástrofes naturales que podemos explicar en la actualidad desde un punto de vista histórico o científico, pero que en aquellos años fueron consideradas –nueve plagas- como signos de la ira de Dios con los paganos egipcios. Por ello ante la dureza del corazón del faraón de dejarles marchar, Dios considerando a todo su pueblo como una sola persona (similitud comparativa con Abraham o Jacob/Israel) y teniéndolo por su único hijo primogénito:

         “Ex 4,22-23 Tú dirás al Faraón: Esto dice el Señor: Israel es mi hijo primogénito. Te digo que dejes salir a mi hijo para que me sirva; si no le dejas salir, yo mataré a tu hijo primogénito".

Por ello se nos explica que la muerte del hijo del faraón es una señal concreta. Ante la celebración pascual, ante el paso del Señor por su pueblo y el contacto directo de Dios con ellos, hay que estar preparados, asumiendo de una manera efectiva que el llevar a término los planes de Dios puede significar para muchos el llegar hasta la sangre.

Pero sin lugar a dudas, por medio de la décima plaga y anuncio de la muerte de los primogénitos, sin lugar a dudas comienza a estructurarse de una manera maravillosa, toda la forma –rito- y cuerpo –espiritualidad- de la Pascua judía como celebración de celebraciones.
Todo ha sido perfectamente organizado: el día diez del primer del año se escoge el animal y el catorce por la noche se sacrifica y se come, sin dejar nada para la mañana siguiente;

         “Ex 12,2 "Este mes será para vosotros el principal, el primero de los    meses del año. 12,3 Decid a toda la comunidad de Israel: El día diez de este mes cada uno se procure un cordero por familia, un cordero por casa. 12,6 Lo guardaréis hasta el día catorce de este mes; entonces todo Israel lo inmolará entre dos luces. 12,8 Esa misma noche comeréis la carne asada al fuego, con panes sin levadura y hierbas amargas. 12,10 No dejaréis nada de él para la mañana siguiente; si queda algo, lo quemáis.”

los ázimos duran siete días;
         “Ex 12,15 Durante siete días comeréis panes sin levadura; desde el primer día quitaréis la levadura de vuestras casas, porque el que en estos días coma pan fermentado será extirpado de Israel. 12,16 El día primero y el día séptimo tendréis asamblea santa. En ellos no haréis trabajo alguno. Solamente podréis preparar la comida que vayáis a tomar.”

la noche de la pascua comienza con la salida de Moisés que abandona la corte del faraón;
         “Ex10,28-29 El Faraón le dijo: "Retírate de aquí y guárdate bien de presentarte de nuevo ante mí, porque el día que vuelvas, morirás". Moisés dijo: "Has dicho bien; no volveré a presentarme ante ti".

a la caída de la tarde se celebra la liberación anticipada con el sacrificio del cordero;
         “Ex 12,6 Lo guardaréis hasta el día catorce de este mes; entonces todo Israel lo inmolará entre dos luces.”

sigue la noche horrenda en la que se funden el rito y el hecho
         “Ex 12,29-31.42; A medianoche el Señor mató a todos los primogénitos de Egipto, desde el primogénito del Faraón, su sucesor en el trono, hasta el primogénito del esclavo, recluido en la cárcel, y   a todos los primogénitos de los animales. El Faraón se levantó de          noche, él, todos sus servidores y todos los egipcios, y hubo llanto general en Egipto, porque no había casa donde no hubiera un muerto. El Faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón, todavía de noche, y les dijo: "Pronto, salid de en medio de nosotros; vosotros y todos los     israelitas, id a servir al Señor como habéis dicho. Noche de vela fue aquella para el Señor, cuando los sacó de Egipto. Ésta debe ser una noche de vela en honor del Señor para los israelitas en sus generaciones. 13,21-22; 13,21 El Señor iba delante, de día en columna de nube para marcarles el camino, y en columna de fuego de noche para alumbrarles; así podían caminar tanto de día como de noche. La columna de nube no se apartó del pueblo de día, ni de noche la de fuego.”

Es esa noche cuando Egipto e Israel se encuentran frente al mar y de noche comienzan a pasarlo. Tres momentos componen el final: alborea;
         “Ex 14,20 interponiéndose entre el campo de los egipcios y el      campo de Israel. Para unos la nube era oscura, mientras que para        otros alumbraba la noche, de suerte que no pudieron acercarse unos a      otros durante toda la noche. 14,21 Moisés extendió después su mano          sobre el mar, y el Señor, por medio de un recio viento del este,     empujó el mar, dejándolo seco y dividiendo las aguas. 14,24 Antes    de la madrugada, el Señor miró desde la columna de fuego y de nube   a las huestes egipcias y las desbarató.

amanece;
         Ex 14,27 Moisés extendió su mano sobre el mar, y al amanecer volvió el mar a su estado normal, mientras los egipcios en su huida        topaban con él. Así precipitó el Señor a los egipcios en medio del        mar.”

y llega el día escatológico, definitivo, cuando los israelitas, libres contemplan los cadáveres de los egipcios vomitados por el mar;
         “Ex 14,30-31 Así salvó el Señor aquel día a Israel de mano de los         egipcios, e Israel vio a los egipcios muertos en la orilla del mar.   Israel vio el prodigio que el Señor había obrado contra los egipcios,    temió al Señor y creyó en él y en Moisés, su siervo.

Por ello por medio de estos signos se configura la noche sagrada y ritual, que hasta nuestros días nos llegará como la más densa de la historia de la salvación. Pero para llegar a ellos, Moisés como ungido por el Señor por medio de sus obra, tuvo que pasar un proceso evolutivo de desprendimiento, de escucha de acercamiento hacia aquello que le llamaba sin cesar, el Espíritu de Dios.