¿Y si no se acuerdan de nosotros?
La perpetuidad, es el gran dilema que
el ser humano no supera, ni superará jamás. Y en ocasiones nos afanamos en la
omnisciencia -el Señor nos libre-, pues bastante tenemos con nuestro presente inmediato,
como para pretender ser conocedores de todas y cada una de las realidades.
Llego a esta reflexión de la mano del evangelio dominical de este domingo, en
el que los cristianos celebramos a Cristo Rey. ¡Cuidado con lo que celebramos,
la Realeza de Cristo! Es una fiesta importante por muchas cosas, y una de ellas
es porque expira el año litúrgico que guía la vida cristiana y sus efemérides,
y comienza un año nuevo litúrgico, que con su letra “A”, nos adentrará en la
vida de Jesús de la mano del evangelista Mateo. Situaros por un momento. Tres
hombres crucificados, sin demasiadas ganas de hablar pues están destrozados y
descoyuntados. Aun así, el evangelista pone en boca de Jesús y de este buen
ladrón, un diálogo que bien puede ser la clave de todos aquellos, que en algún
momento de nuestra vida nos hemos querido comer el mundo. “Pero el otro (el
buen ladrón) […] añadió: –Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. Jesús
le contestó: –Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.” (Lucas 23,
35-43) Este evangelio nos habla de seguridades, y nos puede sonar a esperanza,
pues todos, no solo deseamos tener un buen abogado llegado el último momento,
sino que deseamos ser recordados hasta por el acto más mínimo que hayamos hecho.
Pero, ¿y si no se acuerdan de nosotros en el cielo? Menudo problema tenemos
entonces. Aquí incluso podemos hablar o casi explayarnos sobre la salvación, su
economía –que también la tiene aunque no monetaria- y el más allá. Como
cristiano pragmático, no me preocupo demasiado de si el Señor se acordará de
mí; casi que es cuestión suya. Más bien voy a la reflexión, que causa en el ser
humano el desaforado intento por ser, estar, hacer, dominar, batallar, hablar,
labrar nuestra propia parcela de reino de Dios…etc. Siempre en pro de algo, que
acaba formando parte de un pequeño y particular sistema de adulación y posible descarado
orgullo. Aunque sea en favor de los necesitados, pero ese es el vehículo que
utilizamos incluso. Y para terminar, me centro en algo concreto sobre lo que
deseo opinar al uso del tema y la colectividad por la que apuesto. Hace unos
días, una persona conocida se refirió a la posibilidad de fundar él mismo con
ayuda de otras personas, una iniciativa en pro de las necesidades básicas que
acucian ciertos sectores de la población de Estepa. Siento esta iniciativa
encomiable y dando mi ánimo a tal proyecto, opiné al respecto, que considero
copada la existencia de movimientos determinados, dígase: -hermandades
(operación kilo), amigos del pueblo Saharawi, ONGs como Cáritas, Cruz Roja,
Manos Unidas, actuaciones particulares, comunidades religiosas, servicios
sociales…etc. Cada una de estas iniciativas representa una labor encomiable y
digna de reconocimiento, pues trabajan para que la vida de las personas sea
todo lo digna posible, en condiciones optimas de salud y bienestar. Lo que
quiero decir con toda la cautela posible para no ser malinterpretado, es que todos
reconocemos cual es el fin de estas actuaciones, las personas. Y siendo así,
creo que lo que autenticamente necesita nuestro pueblo, al igual que otras
poblaciones cuyo caso conozco; es realizar una gran labor de coordinación, para
todas juntas y desde las posibilidades de cada una de las iniciativas,
establecer un punto estratégico de atención humanitaria. Es por ello, por lo
que admito que la diáspora, la dispersión de actuaciones es grande y ello lleva
consigo el que se ofrezca igual ayuda en algunos sitios, y no se cubran
necesidades básicas en otros. Esto es solo una opinión aventurada, pues no
conozco en profundidad todos los movimientos; pero creo sinceramente que si el
fin de todos ellos es la persona humana y necesitada, se podría trabajar codo con
codo, aunando esfuerzos y realizando una buena y gran tarea de coordinación de
la solidaridad. Admito que sería inestimable ayuda del ayuntamiento de Estepa,
que desde mi criterio debiera de tener la iniciativa al respecto. Volviendo a
la gran coordinación de la solidaridad, entended el planteamiento que hago al
comienzo. Todos los que colaboramos en alguno de esos movimientos u ONGs
solidarios, tendríamos que renunciar a un poco de protagonismo. Tendríamos que
hacer fiestas y festivales para colaborar con esa gran coordinación solidaria y
no concentrar los actos en proyectos aislados –aunque necesarios-. Así todos
saldrían beneficiados y sería dignificada la persona, aun más.
Es algo
complejo, pues nos gustan las batallitas de por libre y sobre todo que se nos
reconozcan las cosas para luego decir todo lo que hemos hecho. Y está bien. Yo
mismo he manifestado en más de una ocasión, que todos debiéramos decir lo que
aportamos o trabajamos en pro de los demás, aunque sea por testimonio y sin perder el norte y el sentido de comunidad y colectividad que compartimos como humanos. Pues si
el fundamento de todas estas actuaciones son la persona, debemos tener claro
–sobre todo los cristianos-, que no existe realidad sobrenatural ni vida
eterna, sino existió humanidad en nuestra vida y en nuestra tierra. Aun
recuerdo las palabras que el viñetista cristiano Cortés, pone en boca de Dios
en una de sus caricaturas: “-mientras siga habiendo viejos que buscan en la
basura para poder comer, no quiero ni vuestros templos, ni vuestras misas, ni
vuestros rezos”. ¿Seremos capaces de poner la persona humana, por delante de
nuestros colores, proyectos e ideologías? ¡Al rincón de pensar!