Dios y Padre bueno, que nos amas y nos buscas.
Te bendecimos con el corazón profundamente agradecido,
por la gracia que tuviste con tu pueblo
al elegir a Francisco como guía de tu Iglesia en el
mundo.
Su ministerio transformado en trabajo amoroso y pastoral,
es un ejemplo universal y a su vez cercano,
basado en el amor, la sensibilidad y la humanidad.
Sus gestos de diálogo interreligioso para acercar las
religiones
y normalizar las creencias optando siempre por la paz y
la justicia;
su interés por la paz mundial, el hambre y las
injusticias en el mundo,
la acogida a los inmigrantes y los derechos sociales,
le constituyen como un hombre de Dios que como tu hijo
Jesús,
es capaz de transformar los corazones con las obras de
sus manos.
Su esfuerzo pastoral apuesta por una comunidad católica
donde haya espacio para todas las personas,
sin preguntar a nadie de donde viene o en qué condiciones
viene.
Francisco nos enseña como tu Hijo Jesús,
que la Iglesia necesariamente debe tener los brazos
abiertos
para acoger, abrazar y acompañar
dejando de lado privilegios y protocolos.
Por ello, Padre de amor,
te rogamos te siempre asistas con tu Santo Espíritu al
Papa Francisco;
para saber decidir y obrar con valentía
según las enseñanzas del Evangelio.
Cuando su misión pastoral sea incomprendida
o cuando su persona se vea violentada
por aquellos que se fundamentan en la religión
para ostentar el poder,
enséñales que a la perfección evangélica
se llega por medio de la propia negación de uno mismo,
poniendo los intereses de los demás por encima de los
propios.
Haz que su ejemplo no sea en vano.
Permite que nos unamos a Francisco en el compromiso
eclesial
y nunca dejes de querernos como Padre.
Amén.
(Floren Salvador Díaz Fernández)