En los días previos a la Navidad,
escuché decir a un oyente de la Cadena SER que su deseo para esta Navidad era
que todos los perritos tuvieran un lugar calentito donde dormir y estuvieran
alimentados. Sinceramente me emocionó la sensibilidad de esta persona hacia los
animales. Y precisamente el martes de la semana pasada, subía con la bici desde
La Salada a Lora de Estepa y vi un pequeño perro con muy mala pinta y escuálido
comiéndose un conejo podrido en la cuneta de la carretera. Recuerdo que dije:
-A La Salada vas. Y efectivamente así fue.
Al día siguiente lo descubrió mi
perra en una de las alcantarillas de La Salada hecho un ovillo encima de hojas
secas. La primera intención fue la de ponerle agua y comida, y lo hice. Pero cuando
volví de mi paseo, estaba decidido a no dar la espalda a este animal pues
recordé las palabras del oyente de la SER e hice algo que siempre me prometí
que no haría, acoger un perro vagabundo en casa.
Sus circunstancias eran
tremendas. Nunca he visto un animal en tan mal estado y a punto de morir. Le
llamé Róbin –por Robinson Crusoe- pues como un naufrago llegó a mi aldea.
En el momento en que me hice
cargo de él era casi insensible. Era una perrita muy anciana, con una ulcera en
un ojo y la visión del otro casi completamente perdida. Además tenía dos
grandes hernias entre las patas traseras que le impedían andar bien pues la vejiga
estaba fuera de su sitio y el orinar le causaba mucho dolor.
Este animal seguro que era un
perrito de compañía, y al ponerse enferma y quedarse ciega sus dueños la
abandonaron pues pasó de ser útil a ser un problema para ellos. Venia exhausta
de andar kilómetros y estar semanas sin comer. Su mirada era serena, y hoy
puedo decir que mi propósito era el de hacerle sus últimos días lo más
llevadero posible; pues por consejo veterinario ni siquiera un animal debe de
vivir así.
Por ello, los cinco días en los
que la he cuidado la he tenido calentita y a resguardo del frío. Le he comprado
la mejor comida que había, y os puedo asegurar que ha bebido y comido todo lo
que ha sido capaz. La he desparasitado y le he dado antibióticos para paliarle
alguna posible infección, la he duchado, le he silbado y acariciado, y os puedo
asegurar que ha llegado a demostrarme su agradecimiento con alegría y el
movimiento rápido de su colita. Y… creo que he llegado a quererla.
Hoy se ha marchado a descansar. Por
su bienestar y su dignidad, la veterinaria la ha sedado, luego anestesiado y
por último se le ha provocado un paro cardíaco del que no se ha dado ni cuenta.
Y mientras se ha marchado la he estado acariciando con lágrimas en los ojos. Diciendo
mentalmente que quería que se marchara de este mundo recibiendo las mismas
caricias que a buen seguro ella les prodigó a sus dueños, antes de que
enfermara y se pusiera anciana.
Ya descansa en el monte Hacho
junto a la sepultura de otra perra que yo tuve, mi EBRA. Y os puedo asegurar
que ha tenido el entierro más digno que un animal puede tener, pues los
animales tienen su dignidad.
Si escribo estas tristes letras,
os aseguro que no lo hago por aguaros el momento ni dármelas de bueno, ni por
dar morbo al asunto. Al escribir estas letras hago un llamamiento en voz alta,
para que nadie abandone a un animal a su suerte.
Son criaturas y tienen su
dignidad.
Y hasta los animales deben tener derecho a una vida y muerte dignas. Llamo
a la razón de quienes en estas fiestas regalarán un animal a sus hijos como
regalo de reyes. Cuándo ladre y haga caca ¿Qué vais ha hacer con el animalito?
Ruego sensibilidad al respecto. Y ofrezco mi ayuda a quien tenga un animal en
casa y llegue a representar un problema para él. Hay muchas maneras de hacer
las cosas antes de abandonarlos.
Feliz año nuevo y buenas tardes.
Un saludo cordial.
Atte. Floren.