Señor, Dios y Padre bueno, que nos amas y nos buscas.
Hoy solo puedo decirte con el corazón lleno de gratitud:
¡Bendito seas!
Bendito seas por la vida que me diste.
Bendito seas por la oportunidad de ser persona
y de haberte conocido.
En la madurez de mi vida, doy gracias
por ser parte de tu creación.
Por ser: junto a los árboles, los pajaritos
y todas las criaturas vivientes,
barro modelado de tus manos
y creado por tu amor.
Gracias por las personas con las que vivo
y que me complementan.
Gracias por el que es la mitad de mi misma
y junto al cual, traje a la vida a mis tres hijos.
Gracias por la sonrisa de mis nietos
y el cariño enorme e inabarcable
de toda mi familia y amigos.
Gracias Padre, por tu Espíritu Santo.
Él es fuerza, energía y ánimo,
necesarios en la vida para vivirla
con pasión y determinación.
Gracias Señor, por la luz y esperanza
que me ofreces en los momentos de tribulación.
Gracias por las sonrisas y las lágrimas.
Todo es cosa tuya, Señor
y a tu gratitud se la debemos.
No dejes de asistirnos
aunque en ocasiones no lo merezcamos.
Se tú, cauce de vida y causa de nuestra alegría,
pues eres esperanza y Luz en el Resucitado.
Que siempre tengamos el consuelo de tu Madre, María,
cuando nos toque subir al calvario.
Que nunca me aparte de tu amor ni de tu Palabra.
Todo esto te lo pido a Ti, Señor y dador de vida;
que en los corazones de las personas vives y reinas,
por los siglos de los siglos. Amén.
¡GRACIAS, SEÑOR!
Mi querida Mª Carmen Mesa:
No me ha costado nada escribir
esta oración, por la sencilla razón de que eres una de las personas necesarias
e imprescindibles en la vida, y porque nos conocemos demasiado bien. Si algo
cabe lamentar, es no habernos conocido e intimado antes. Pero creo que nos
damos por bien empleados, por el camino que hemos recorrido juntos y lo que nos
queda. Cuando pienso en nuestra amistad, me cuesta pensar que haya amistades
parecidas a la nuestra y que hayan podido romperse. NO. La amistad que se rompe
es porque no ha sido cuidada y querida por alguna de las dos partes.
Nosotros hemos reído y hemos
llorado juntos. Nos hemos adolecido el uno del otro. Hemos compartido la fe y
hemos orado juntos. Juntos hemos hecho valer nuestra dignidad personal y juntos
hemos dado testimonio.
Ojalá sean muchos mí muy
querida Jefa.
Tus 60 años son un regalo para
ti y para todos los que junto a ti, comparten la vida.
No dejes de sonreír y de tener
unas manos que son la humanidad hecha amor.
No dejes de ser la que eres.
Feliz cumpleaños querida Jefa.
Siempre tuyo, tu incondicional amigo Floren.