Se autoriza la difusión indicando su procedencia
Oración ante el Monumento el Jueves y Viernes Santo
AL
ENCUENTRO DEL DIOS DE LA VIDA
Señor Jesús, gracias por quedarte con
nosotros. Y por invitarnos a estar aquí contigo. En ocasiones no somos capaces
de comprender lo que significa tu presencia en la Eucarística, en la Palabra
Sagrada, en mí y en la persona que está junto a mí. Eres luz, eres fuerza, eres
amor. Ahora –a través de tu pasión- pasas por la noche, pero nos iluminas. Ahora
te sientes débil, pero nos fortaleces. Ahora nos pides amor, pero tú nos amas
primero. Gracias por estar en los hermanos y hermanas. No quiero olvidar que muchos
en este momento se sienten solos, están enfermos, sufren las consecuencias de
la guerra o la desunión familiar, las injusticias, o son perseguidos y apenas
puedes sobrevivir. Cada una de estas personas viven un Getsemaní muy actual y
muy vivo. Tú, Jesús, estás ahí. También nosotros queremos unirnos
espiritualmente a ellos y a ti, pues sentimos la necesidad de estar contigo,
Señor. Como aquella mujer de Samaría, me siento en el brocal del pozo y me
dispongo a conversar, porque siento la necesidad de de estar contigo.
HIMNO INICIAL (Porque siento la necesidad de estar
contigo)
Porque Siento La Necesidad
Porque siento la necesidad
de estar un rato contigo,
porque siento la necesidad
de saber que eres mi amigo;
porque siento la necesidad
de comentar lo ocurrido
hace casi dos mil años
cuando fuiste concebido.
Jesús, eres la Verdad, la
Palabra que no ha de pasar,
Tú eres el Verbo hecho carne y yo creo que
estás vivo,
Tú eres el Verbo hecho
carne y yo creo que estás vivo.
Porque siento la necesidad de recorrer tu
camino
de Belén hasta el calvario, de la pobreza al
olvido.
Porque siento la necesidad de estar un rato
contigo
para sofocar mi llanto al saberme redimido.
Jesús eres la Verdad, el mundo pasa, Tú no has
de pasar,
cuando vuelvas a juzgarnos llévame al cielo
contigo.
Porque siento la necesidad
revivo lo que has sufrido
para redimir con sangre
del pecado a su cautivo.
Porque siento la necesidad
de vivir lo que has vivido,
paso a paso, golpe a
golpe, hasta encontrarme contigo.
(Gonzalo
Mazarrasa)
LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS (1Carta de Juan cap.3)
Hermanos:
Mirad que amor nos ha tenido el Padre, para llamarnos hijos de Dios, pues lo
somos. El mundo no nos conoce, porque no le conoció a Él. Queridos hermanos, ya
somos hijos de Dios. Y aunque aún no se ha manifestado lo que seremos, sabemos
que cuando Jesucristo aparezca seremos como él, porque le veremos tal como es. Este
es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros.
No seamos como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué lo
mató? Pues porque los hechos de Caín eran malos, y los de su hermano, buenos. Conocemos
qué es el amor porque Jesucristo dio su vida por nosotros; así también, nosotros debemos dar la vida por
nuestros hermanos. Hijitos míos, que nuestro amor no sea solamente de palabra,
sino que se demuestre con hechos. Palabra de Dios
REFLEXIÓN A LA LUZ DE LA PALABRA DE DIOS
Hay
quien dice, que uno de los problemas que tenemos los cristianos hoy en día, es
que aun no nos hemos acabado de creer que somos hijos e hijas de Dios. Es cierto.
Puede que sea causa de la educación clásica recibida en muchos casos, otra
causa puede ser el considerar a Dios tan altísimo, que se nos escapa de las
manos…etc. Pero el evangelista Juan, el amigo de Señor, no deja lugar a la
certeza al admitir que tú y todas las personas somos hijos de Dios. Él nos creo
por amor. Solo por amor y nada más. Y nos puso en el mundo con una vida a
desarrollar, en la cual –si decimos seguir a Jesús- debemos ocuparnos de hacer
el bien. El monumento del Jueves y Viernes santos es una ocasión propicia para
que hagas examen de tu vida, de lo que eres y de lo que vives. No se trata de
hacer solo un examen las nuestras cosas negativas, no. Jesús el Hijo de Dios,
esta ante ti, en ti y por ti. Como Él mismo, eres causa de la creación de Dios.
Ofrécele a Dios todo lo que eres, tu existencia. Piensa en tu vida, en las
personas con las que la compartes y reflexiona si respondes al amor de Dios, amándolos
y respetándolos a ellos. Dios nos ama y nos busca en la vida. Lo hace para que
todo aquello que Él nos da, nos enriquezca. Para luego poder nosotros poder
enriquecer la existencia de otros. Aliviando sus penas, consolando al
atribulado, siendo bálsamo ante la adversidad, cordialidad en la desavenencia y
abrazo fraterno que siempre acoge sin preguntar nada. Piensa un poco en tu vida
en lo bueno y en lo no tan bueno. Para ayudarte, debes hacer el siguiente
ejercicio.
INVOCACIÓN A DIOS POR NUESTRAS MANOS
Cuando
hayas pensado en tu vida, extiende las manos y míratelas. Se capaz de aplicar a
cada dedo de tu mano una virtud tuya, una cualidad que poseas. Hazlo sin
reparos. Luego, de la misma manera aplica a cada dedo una causa de tu vida que
sea negativa o bien tengas que mejorar o rectificar. Quizás esto último te
cueste más, pues no somos dados a reconocer nuestras miserias. Cuando lo hagas,
ofrécele a Dios todo lo que eres. Hazlo de corazón y sin reservas. El te ama y
hoy no viene a tu vida con reproches. Está aquí para conversar contigo. Tras un
momento de interiorización, lee la oración “Por
las obras de tus manos”
Dios
y Padre bueno, que nos amas y nos buscas. Aquí tienes mis manos. Han sido causa
de certezas y de tribulaciones. De abrazos y desprecios. De amor y de desamor. De
caricias y de situaciones alejadas del amor y la compasión. Todo te lo ofrezco,
Padre. Aquí, ante tu Hijo Jesús “el amor de los amores”; te pido que sea capaz
de establecer un compromiso firme ante ti, Dios; para crucificar junto a tu
hijo las obras de mis manos que me han apartado de tu mirada y de los hermanos
que están junto a mí. Si Jesús se entregó por el mundo, ¿cómo no voy a poner yo
mi granito de arena por tu Reino? Permíteme Señor, conciencia justa y
determinación para llevar a cabo la obra de tu amor. Ante ti pongo mi empeño de
resucitar con Cristo a una vida nueva, para que mis manos se llenen de obras de
vida, esperanza, misericordia y así llegue a la plenitud ante Ti, Padre. Te lo
pido por Jesús, Camino, Verdad y Vida; que vive y reina por los siglos de los
siglos. Amén.
PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO…
PRECES. Pon ahora en ante la Presencia del Señor, las necesidades del mundo. Lo
que necesites para ti, díselo en último lugar.
PLEGARIA DE CONCLUSIÓN
Tu reino, Señor, se hace presente
cuando se fomenta la justicia y es respetada la libertad.
Cuando todos somos hijos tuyos, los sueños se deletrean:
Amistad, hermanos, paciencia, caridad.
Tu reinado, Señor, viene a nosotros siempre que el pueblo
dispone
de sustento, vivienda, trabajo y sanidad.
Tú nos enseñas, por Jesús,
a vivir con dignidad la vida
y a festejarla en la fraternidad.
En tu reino, Señor, no caben privilegios
de quienes se creen el fruto de la espiga
en honor y dignidad.
Eres un Dios vivo, enemigo de los ídolos humanos,
y no hay mayor cansancio que el tuyo.
El reino que predicaste llega casi de puntillas,
se revela y está escondido. Es simiente que se esparce
por los campos y levadura que fermenta entre la masa,
luz que muestra el horizonte a los perdidos.
El Reino de Dios, según los evangelios,
es un banquete de bodas, un adviento de ternura
que reparte los panes
en las manos frágiles de los que gozan detrás del
corazón.
(Casiano Floristan)
¡BUENA
PASCUA!
Pastoral Litúrgica del Triduo Pascual