Los Santos Inocentes. Un sacrificio incomprendido
Y lo es, desde luego que lo es. Ni
por ser la conmemoración de este masivo infanticidio, está justificado el que
se le llame al día, el de los tontos, o que se den inocentadas. Tontos, como decía
“Forrest Gump”, son los que hacen tonterías. Admitiremos por ello que la
reciente tradición haya establecido estas absurdas connotaciones para este día;
pero lo que no debemos olvidar, es el origen y significado de esta fiesta litúrgica.
Junto a la Pascua de Resurrección, la fiesta de la Natividad de Jesús, o sea la
Navidad, son las únicas fiestas que tienen una octava celebrativa, litúrgicamente
hablando. Y en esta octava de navidad en la que estamos, hay colocadas estratégicamente
varias fiestas, una de las cuales es esta de hoy, LOS SANTOS INOCENTES.
No es algo que esté puesto al azar
y desde luego para nada es algo sobre lo que se deba de frivolizar, por muchos
siglos que se hayan sucedido desde entonces. Lo cierto y verdadero es que hay una
estrecha similitud, respecto de la venida de Jesús al mundo y el sacrificio de
estos inocentes, que según el capítulo segundo del evangelio de Mateo (2,13-18),
perdieron la vida de manera inocente a manos de Herodes.
En primer lugar porque Jesús, si
bien fue librado en su nacimiento de las garras de Herodes que quería matarlo,
perdió al final la vida de manera injusta, por una causa concreta, la del Reino
de Dios. Esta fiesta de los santos inocentes no tiene verosimilitud en el
tiempo en el que se cuenta en los sinópticos. Las fechas bailan demasiado, pero
señalo que no es eso lo que nos importa. Son muchas las cosas que nos cuenta la
Biblia sin orden cronológico acertado, y no por ello dejan de tener un mensaje
y una enseñanza. Y desde luego este infanticidio lo tiene.
Partimos de la premisa de que
Jesús niño, es el salvador que viene. Dios maravillosamente se nos revela en la
carne humana, para hacernos ver que en la humanidad tiene su complacencia. Tras
un largo periodo de tiempo en el que Israel se ha apartado y acercado
continuamente de la presencia de Dios, establecido el tiempo oportuno Jesús
llega, para dar un importante toque de atención a la humanidad; para dar el
testimonio por antonomasia de entregarse por amor, por amor al prójimo, que
somos tu y yo.
Mateo hace cuatro referencias a
Egipto en su capítulo dos (versículos 13.14.15 y 19). Y lo hace por el interés que
tiene para el hagiógrafo sagrado, la comparativa entre Moisés y Jesús. Moisés
es enviado por Dios para salvar a su pueblo (Éxodo 3,14-15), y aunque se
resiste a entender el mensaje del trascendente, acaba acatándolo y poniéndose en
camino hacia la tierra desde la que otrora huyera (Éxodo 4,19-23). En el
periplo de Moisés e Israel hay penitencia, reconciliación, fe e infidelidad,
aguas que salvan, fuego que purifica…etc. Todo ello, elementos que vemos con
facilidad en la vida de Jesús, y de los cuales Jesús se sirve e incluso
participa.
Dios anima a Jacob a que se
traslade a Egipto (Génesis 46,1-7), para que desde allí comience su andadura y
progresión ante los ojos de Dios, perseverando día a día. Pero es el sacrificio
de los inocentes en Egipto del cual se salva Moisés (Éxodo 1,1s), el punto
comparativo más acertado con la fiesta que hoy celebramos. Ambos personajes
Moisés y Jesús, fueron en su momento los “salvadores” del pueblo, pues sus
vidas y obras le valdrían como faro que alumbra el sendero de los creyentes, en
cada época de su vida. Y si bien es verdad que Jesús es considerado el hijo
unigénito de Dios, Moisés no lo fue menos pues su hazaña le constituyo como uno
de los padres del pueblo de Israel, en el cual nos representamos todo el pueblo
de Dios.
No deseo alargarme más. Dije
antes que poco importa si el infanticidio fue real o no en el tiempo. Lo que
importa es que la causa del Reino de Dios, llega al mundo y a nuestras
conciencias para remover los corazones y ojalá impregnarlos de misericordia.
Jesús fue un indeseado para los poderes acomodados de entonces, y por causa de
aquel orden establecido, donde los pobres eran una amenaza y eran considerados
menos que nada se tuvo que marchar al exilio.
Muchos murieron entonces y han
muerto a lo largo de la historia como aquellos inocentes, solo por defender un
ideal e ideario que no permitía la injusticia ni el desorden humano, sino que establecía
las bases de una vida reglada por el amor, la bondad y la justicia social. Lo que
menos nos importa del evangelio donde se nos cuenta la matanza de los niños es
lo que ofrecieron los reyes a Jesús, algo que en absoluto es real. Lo que nos
importa es que como aquellos niños, muchas personas siguen muriendo queriendo
simplemente un mundo mejor, sin vivir en la miseria y la violencia continuada.
Jesús nace y muere continuamente
en la tierra. Nace cada vez que nace una vida o nacen posibilidades de amar y
vivir esperanzados. Nace con la sonrisa humana y la ternura, se tenga la edad
que tenga, porque nace en nuestros corazones. Y muere, desde luego que sí. Muere
cada vez que un homosexual es ahorcado de una grúa o lanzado al vacío desde una
azotea en esos países de oscuridad. Muere cada vez que una mujer es golpeada o
asesinada. Muere con la infancia rota, con la esclavitud continuada. Muere cada
vez que una persona del tercer o primer mundo, siente en sus tripas el lamento
del hambre…etc.
Esos son los inocentes asesinados
y maltratados de hoy. Por eso esta fiesta de LOS SANTOS INOCENTES es tan actual,
tan de hoy y tan de ahora mismo. Ojalá asumamos y no se nos olvide que Dios,
ante todo es misericordia. Y si como cristianos nos limitamos simplemente a
vivir la fiesta sin mirarnos el corazón e interiorizar el significado de la
navidad, entonces si daremos utilidad al hecho de que algunos consideren hoy,
el día de los tontos. Con todo respeto.
Fraternalmente, Floren.