CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

miércoles, 27 de diciembre de 2017

LO QUE NO DEJARÍA DE HACER...

¡A por el niño! Dicen ahora los que no se dan por vencidos y de nuevo están dispuestos a gastarse varios sueldos en décimos de lotería. El caso es que, aunque sea de compromiso yo he llevado lotería de navidad para el 22 de diciembre, e indudablemente, salvo la colaboración con las hermandades no he sido premiado. O sea, el número no ha pasado ni por el bombo. 

Lo cierto es que el día 22, es para mí de los días más bonitos de la navidad; por lo que me alegra saber de los agraciados, así como el maravilloso despliegue que hace la cadena SER para llevar con una inusitada inmediatez, allá donde tocan los premios. 
Lo cierto es que, ¿quién no se ha preguntado con sinceridad, que haría si me tocara la lotería? Todos tenemos una milésima de esperanza de que nos toque, pues si no, no compraríamos ni un décimo o participación. Pero diré algo y que conste que no es postureo. Por mi parte acabo antes reflexionando sobre lo que NO DEJARIA DE HACER si me tocara la lotería.
No dejaría de levantarme a las siete de la mañana para orar y darle los buenos días al Señor, siendo consciente de la realidad que me rodea.
No dejaría de trabajar y de seguir intentando sacar una sonrisa a las personas a las cuales les llevo alegrías e ilusión con mis arreglos florales.
No dejaría de admirar la naturaleza y extasiarme ante una flor silvestre, florecida en un pedregal.
No dejaría de amar a mis animales y compañeros de vida.
No dejaría de expresar lo que pienso con respeto y determinación, aun a pesar de los costes.
No dejaría de detestar la mentira y la falsedad.
No dejaría de ser coherente hasta el extremo.
No dejaría de disfrutar del silencio de un paseo por el campo, y la quietud de los olivares al atardecer.
No dejaría de amar las Escrituras y su mensaje escondido.
No dejaría de valorar una buena lectura y los libros impresos en papel.
No dejaría de dar besos a quienes quieran recibirlos.

No dejaría de hacer bromas, hasta de mi propia sombra.
No dejaría de ver mil veces la peli: “Sentido y sensibilidad”.
No dejaría de querer a los míos y adolecerme por el que sufre.
No dejaría de tener un ideal progresista desde el más absoluto respeto al otro.
No dejaría de desayunar cada día en casa de mi tita.
No dejaría de intentar ser una persona digna, aun a pesar de mis luces y mis sombras.
En definitiva. Que no nos cambie ni el dinero ni la presunción de nada. En la sencillez, el trabajo y la cotidianeidad están las recetas básicas para pasar por el mundo haciendo el bien. Ojalá nos afanemos a ello en estas navidades que vivimos y en el próximo año que afrontamos.

Fraternalmente, Floren.