CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

miércoles, 23 de junio de 2010

COMUNICADO DEL CONSEJO DE APOSTOLADO SEGLAR DE LA ARCHIDIÓCESIS DE SEVILLA

 Solidaridad en tiempos de crisis

Reunidos en Asamblea los responsables y presidentes de los movimientos y asociaciones laicales de la Archidiócesis de Sevilla en comunión con el Santo Padre Benedicto XVI y con nuestro pastor Mons. Juan José Asenjo Pelegrina, Arzobispo de Sevilla, queremos manifestar:

1. Nuestro compromiso en seguir fortaleciendo nuestra comunión eclesial. Nos sentimos diversos, pero unidos a una misma raíz, en una sola fe, en el seno de nuestra Iglesia de Sevilla, de nuestra Iglesia Universal.

2. Conocemos las dificultades que a nuestro alrededor se están generando por la crisis económica y financiera en curso. Agradecemos el esfuerzo que  desde organismos e instituciones se realiza para paliar y superar situaciones diversas de tantas personas. La nueva realidad económica y social nos tiene que llevar a tener unas vidas más austeras y solidarias, así como, empeñarnos en remover los obstáculos económicos y sociales que en nuestro campo de acción podamos transformar. Tenemos que reconocer que nuestra única esperanza de lograr una respuesta a largo plazo a la crisis actual, radica en un compromiso renovado con la solidaridad y la cooperación a escala mundial, tanto a nivel colectivo como individual. No podemos estar ajenos a los cambios sociales, nuestra vocación nos impulsa a servir a la sociedad a través de iniciativas y de nuestra presencia pública, activa y comprometida. 

3. Valoramos y agradecemos el trabajo que cada día realizan sacerdotes y diáconos a los largo y ancho de nuestra Archidiócesis. Venimos observando con tristeza las informaciones que aparecen en los medios de comunicación debidas a actuaciones irregulares de determinados sacerdotes sobre todo a nivel internacional. Sin embargo, sabemos que la gran mayoría de los presbíteros y diáconos desarrollan una vida entregada, empeñados en acercar a todos el mensaje siempre nuevo de Jesucristo. Sabemos que los futuros sacerdotes saldrán de familias, y comunidades que ponen en el centro de sus intereses la vocación cristiana de todo bautizado. El lugar del sacerdote es insustituible en la Iglesia, por ello es necesario que en medio del Pueblo de Dios se susciten vocaciones a este servicio tan importante para todos.

4. Reconocemos que el valor supremo de la vida es la base de toda comunidad humana. Desde hace años se vienen introduciendo en nuestra sociedad posturas que se contradicen con nuestra forma de ver la vida, su origen, relaciones y finalidad. Somos conscientes que nuestra sociedad de hoy es más diversa y multicultural que en otras épocas, pero no podemos renunciar a repetir ante quien sea necesario, que la vida humana desde su inicio hasta su fin, es la base de nuestro modelo social, la que nos ha hecho progresar a nivel familiar y como sociedad. Somos partidarios de la vida, por eso no entendemos que el aborto sea una solución, que la eutanasia nos  ayude a progresar como sociedad. Queremos hacer llegar a nuestros conciudadanos un mensaje de esperanza, toda vida humana tiene derecho a nacer y vivir hasta el final de sus días atendida adecuadamente. No queremos imponer nuestras ideas, pero tenemos que defender la dignidad de toda vida humana y por ello alzamos nuestra voz ante legislaciones y normativas que entendemos injustas. Nosotros apostamos por una sociedad más humana, más solidaria y más comprometida con nuestro futuro común y el de las próximas generaciones. 

5. En medio de nuestros conciudadanos nos sentimos parte de una sociedad que avanza, que aprovecha los nuevos descubrimientos que a nivel científico y social se producen. Estamos muy agradecidos por los avances en el mundo de la ciencia y de las transformaciones sociales, pero sin renunciar a nuestras raíces cristianas sabemos que nuestro mundo puede mejorar, investigando más, esforzándose más. Si miramos a nuestro alrededor vemos que la sociedad del bienestar, alumbrada al abrigo de un modelo económico que hoy se encuentra en una difícil situación, empieza a sufrir duros ajustes, quizás porque muchos pensamos más en “vivir bien” que en construir una sociedad más justa y solidaria. Nos esperan tiempos recios, que a los cristianos nos tienen que ayudar a ser más fieles y a construir una sociedad más responsable, donde la educación de las nuevas generaciones se sitúe con urgencia en el centro de nuestras preocupaciones. Es nuestra misión irrenunciable transmitir los valores fundamentales de nuestra fe a nuestros hijos e hijas, es un derecho y una nueva oportunidad para presentar a muchos el mensaje siempre antiguo y siempre nuevo que nos anima cada día a seguir viviendo en plenitud. 

6. Muchos cristianos que han sido bautizados, no están evangelizados, quizás nuestros medios y esfuerzos no han estado al nivel de las necesidades de nuestro pueblo, quizás no hemos sabido hacer llegar el mensaje de Jesús en toda su belleza y cercanía. Es hora que empecemos a poner los medios para consolidar un proceso de iniciación cristiana que ayude a entroncar con una formación permanente en una comunidad de referencia. Valoramos de forma muy positiva el Itinerario de Formación Cristiana que nuestro Arzobispo nos ofrece como medio fundamental de la formación de nuestras comunidades. En él ponemos nuestro interés para que en los próximos años podamos tener un laicado más formado y más comprometido con el Evangelio y con la sociedad.

7. Sabemos que no puede haber compromiso con la fe sin una presencia pública, activa y audaz de los cristianos en todos los ambientes de la sociedad. Por ello, la laicidad del Estado tiene que significar respeto y colaboración entre la sociedad civil y la Iglesia para el bien de todos. Es propio de los fieles laicos actuar a favor de un orden justo en la sociedad, por ello, la presencia de los cristianos en las cuestiones temporales mantiene alto el impulso de la sociedad en la búsqueda del bien común. Reconocemos la justa autonomía de la comunidad política, pero sabemos que no se pueden excluir las referencias éticas en unas relaciones de sana laicidad. Por ello, cuando se pretende subordinar la libertad religiosa a cualquier otro principio, se tiende a marginar o rechazar la dimensión o presencia social y pública de la fe. Así, entendemos que todas las administraciones públicas tienen que actuar como garantes de la libertad religiosa y con ello contribuirán a reforzar la dignidad de las personas, la igualdad y el propio derecho a la libertad.    

Sevilla 23 de junio de 2010