Bueno,
ya pasó la fiesta de todos los santos y hoy está para concluir el día de los
difuntos.
Quien
sabe de mí, conoce la vicisitud del florista en esta época del año en el que
tanto tenemos que trabajar, para dar forma –por medio de las flores- a los
sentimientos de las personas para con sus seres queridos.
Así
que por esa parte, gracias al cielo y a la familia y amigos que ayudan, para
superar la durísima prueba.
Quería
decir hoy, que seguimos con el potaje mental respecto del día de los santos y
los difuntos. Eso es porque no tenemos claro, que ni todos los santos son
difuntos, ni todos los difuntos son santos.
Sin
pretender repartir culpas, creo que los curas animan a esta cacao mental, pues
ayer no tenía demasiado sentido –desde mi punto de vista y el de la liturgia-,
una misa de campaña en el cementerio. Hoy es día de misas en los cementerios y
no ayer, día de solemnidad y gloria.
Pero
bueno. Decía que ayer, en la meditación de la tarde y vísperas –muy fructíferas
por cierto-, reflexionaba yo, sobre estos pareceres.
Es
muy llamativo, que sea el evangelio de las bienaventuranzas el propuesto para
el día de ayer (Mateo 5,1-12ª), y el relato de la crucifixión y muerte de Jesús
lo es para hoy (Marcos 15,33-39;16,1-6).
En ambos casos, se trasluce que cada circunstancia
por distinta que pueda ser, respecto del acceso a la santidad o la muerte sin
remisión posible, esta amparada por una actitud concreta que ha determinado el
destino final del individuo.
Pero
ojo, somos lo que somos y recogemos lo sembrado, y punto y final. No echemos
mano con demasiada solicitud de la misericordia de Dios, como si Este nos
ofreciera el comodín de la suerte en otro estilo de vida.
No
será otro estilo de vida, sino otro estado concreto de existencia. Por ello,
retomo el hilo de lo anterior, y manifiesto que no debe utilizarse el texto de bienaventuranzas
como promesa de un cumplimiento posterior, sujeto al desarrollo de una serie de
actitudes.
Las
bienaventuranzas no son algo que luego se cumplirá como premio a…; sino que son
bienaventurados los que YA VIVEN, HACEN Y SE COMPORTAN COMO JESÚS DESEA QUE NOS
COMPORTEMOS. Conforme a lo establecido por Él para su reino.
Los
que lloran, no reirán luego en otro mundo o ante otras personas. Reirán al
reconocer que solo una cosa merece la pena en la vida, y ellos/as encontraron
esa senda aun a pesar de los quebrantos.
Estamos
avocados a la muerte y se nos promete otro tipo de existencia junto a Dios.
¿Nos aferramos a esta certeza que no es tal aunque Jesús nos lo anunciara? Aspiremos
a un Cielo aquí en la Tierra. Humanizando y enamorando a quienes conviven os e relacionan
con nosotros.
Trasluzcamos
por medio de nuestro rostro, toda la amistad y la generosidad de la que seamos
capaces, seamos solidariamente efectivos, y “no nos cerremos a nuestra propia
carne”.
Morir sólo es morir. Morir se acaba.
Morir es una hoguera fugitiva.
Es cruzar una puerta a la deriva
y encontrar lo que tanto se buscaba.
Acabar de llorar y hacer preguntas;
ver al Amor sin enigmas ni espejos;
descansar de vivir en la ternura;
tener la paz, la luz, la casa juntas
y hallar, dejando los dolores lejos,
la Noche-luz tras tanta noche oscura.
J. L. Martín Descalzo en “Testamento del Pájaro Solitario“