Parlem i dialoguem, per amor de Déu.
Soy la persona que menos sabe de
independentismo, sí. Así es. Pero entre lo poco que se y lo que he visto en
estos días, quizás sea suficiente para que esté muy preocupado por la situación
de lo que yo llamo, el problema catalán. Porque lo es. Quizás hace unos meses
no lo era, pero hoy es un problema que atañe desde el espigón de Cádiz hasta la
junquera, pasando por cada pueblo de este país en el que vivimos.
"Hagamos todos un esfuerzo grandote para buscar formulas, para que las personas que optan por la independencia puedan sentirse realizadas como pueblo o una singularidad nacional, dentro del conjunto del estado"
No me iré por
las ramas, no deseo que Cataluña se independice de España. Eso no quita, que reconozca
la singularidad de la mitad del pueblo catalán que si desea independizarse; no
porque estén en contra de España, sino porque no se sienten parte del estado,
que no es lo mismo. Además, dejo claro que el problema vital no es la gente de
uno u otro bando, no.
El problema es coyuntural, respecto de la capacidad de
gestión que han tenido unos y otros en todo este camino andado entre los independentistas
y los que no lo son.
Parto de la base de que la sociedad catalana está –respecto
de este tema- dividida al 50%, y no me parece responsable llevar todo este
asunto hasta sus últimas consecuencias, sin ningún apoyo internacional ni posible
reconocimiento al supuesto estado catalán; y sin la mitad del apoyo de la otra
parte del pueblo catalán por el cual también gobierna la generalitat.
Los medios
de comunicación nos han demostrado una y otra cara de la moneda respecto de la
violencia o pasividad policial de unos y otros. Políticos tirándose a la cara
sus proclamas a ver quien la dice más amplia o más gorda. Gobiernos de uno y
otro lado echándose un pulso en el ámbito de: ¡a ver si eres capaz!...etc.
¿Puede haber grandes damnificados en todo este asunto? Sí, desde luego. ¿Quiénes?
Pues los de siempre, en el momento en el que se forma un conflicto sea de la
naturaleza que sea, el PUEBLO. Temo que la gente, toda ella, sea quienes paguen
este pulso sin razón en el que se han embarcado los gobiernos autonómico y
estatal; colocando “su” orgullo encima de la mesa sin posibilidad de retirada.
"hago un llamamiento a tod@s para que optemos por la paz, y ojalá por la fraternidad. Los cristianos especialmente no debemos caer en echar leña al fuego, pues no es a lo que estamos llamados, sino a ser fermento y luz"
Y si el orgullo del: ¡ahora o nunca! es el que prima en la mesa de los
políticos, pues temo que esto acabe como el rosario de la aurora. Por ello el
titulo de este artículo. Parlem i dialoguem, per amor de Déu = hablemos y
dialoguemos por amor de Dios. No le diré a ningún catalán independentista –y no
digo esta palabra en sentido peyorativo- que es lo que tiene que hacer. Pero si
le digo que soy el andaluz más orgulloso de mi tierra. Y la bandera e himno que
más me gustan son los andaluces.
Y estoy hasta el gorro de que en muchos
lugares se mofen de nosotros. Pero nada de eso interfiere en mi condición
andaluza, y nada del mundo me es preciso para estar más orgulloso de mi tierra
de lo que estoy. ¿Qué más da la nomenclatura que se utilice para con la tierra,
si por ello nadie deja de ser lo que? ¡¡Hablemos, por amor de Dios y pongamos
la PAZ en medio de todo, como condición indispensable para salvaguardar la
concordia entre los pueblos, todos ellos. Cada cual que se abrace con la
bandera que sea, cante el himno que quiera y rece o no rece a quien quiera…
pero no perdamos la concordia y la paz.
Duele ver a aquella Cataluña de hace unas semanas unida contra el terrorismo; hoy separada y en conflicto por asuntos políticos y de identidades.
Duele ver a aquella Cataluña de hace unas semanas unida contra el terrorismo; hoy separada y en conflicto por asuntos políticos y de identidades.
Hagamos todos un esfuerzo grandote para
buscar formulas, para que las personas que optan por la independencia puedan
sentirse realizadas como pueblo o una singularidad nacional, dentro del
conjunto del estado; sin que haya que prohibir las banderas ni proclamas. ¿Cómo
no va a ser posible si la constitución española se fraguó entre personas tan
diametralmente opuestas como Fraga o Carrillo?
Se les echa de menos oye, sí.
Estamos escasos de liderazgo político y de cordura, pues son demasiado gordas
las cosas que se escuchan. Desde estas humildes letras, hago un llamamiento a
tod@s para que optemos por la paz, y ojalá por la fraternidad. Los cristianos
especialmente no debemos caer en echar leña al fuego, pues no es a lo que
estamos llamados, sino a ser fermento y luz.
Permita la responsable conciencia
humana anteponer el interés común y general al propio, sin dejar de reconocer
singularidades territoriales. Cataluña es un pueblo excepcional y lo seguirá
siendo. Para ello no se necesitan ni fronteras ni otras cosas. Lo importante
desde mi punto de vista, es que nos llamemos como nos llamemos caminemos juntos
por el progreso de Europa y la humanidad.
Fraternalmente, Floren.