CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

lunes, 27 de noviembre de 2017

¿DÓNDE UBICAREMOS EL REINO DE DIOS - Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo

¿Dónde ubicaremos el Reino de Dios?
Es un tema, más que elocuente para el cristiano de cada tiempo. Aun lo es más ahora, en este tiempo de absoluta deslocalización. Hemos celebrado la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo. Una fiesta con la cual eclosiona y finaliza el año litúrgico, para dar paso al año nuevo con la esperanza del Adviento. El Reino de Dios es en ocasiones confundido por muchas personas. Se le confunde con la morada de los difuntos, o con la casa de Dios. Se le relaciona con la autoridad de Dios y su omnipotencia, o con ese paraje eterno y paradisiaco que el Señor nos promete constantemente en su vida púbica…etc. 

Pues ni lo uno ni lo otro. El Reino de Dios, como tal o dicho así, es absolutamente inmaterial. Precisamente por esa cuestión, la mayoría del pueblo judío no alcanzo a reconocer al Salvador e Hijo de Dios, Jesucristo. El pueblo judío –nuestros hermanos mayores en la fe- esperaron la instauración divina de un estado político o algo parecido, que en primer lugar acabara con la dominación de Roma durante tantos años. Pero este modelo de Reino de Dios, tampoco era el Reino que enseñaba Jesús. Sabemos que Jesús testimoniaba el Reino de Dios y que esperaba en él. 
Eso sí, desde dos perspectivas claramente diferenciadas. Una de ellas es relativa a una apoteosis realizada por Dios, mediante la cual Dios mismo se dará nuevamente a conocer a través de Él mismo, el Hijo. Jesús “anuncia esta portentosa venida del Reino de Dios, al menos en cinco ocasiones en sus evangelios, aunque en las dos últimas veces hace referencia a la imprecisión de su consecución (John P.Meier).
 Puede ser pronto o puede ser tarde, pero no sabemos cuándo será; y por eso mismo nos llama Jesús tanto la atención sobre la necesidad de “estar alerta”. Por ello, la segunda perspectiva cristológica de la venida del Reino apuesta por la instauración del mismo, desde las obras de nuestras manos; y ahí es donde los cristianos de hoy en muchos casos damos palos de ciego. 
No se puede decir que donde esté nuestro corazón, ahí está el Reino de Dios, en absoluto. Porque la mente y el corazón, podemos tenerlos en ocasiones en lugares absolutamente distintos a los valores enseñados por Jesús. 
Decía antes de la inmaterialidad del Reino de Dios y creo que digo bien, aunque admitiendo la repercusión emotiva, psicológica y física, que tiene sobre el otro (quienes viven junto a nosotros) la implantación del Reino de Dios, o el comportarse conforme a lo testimoniado por Jesús. 
Este nos anima a una praxis determinante que tiene como objetivo primordial toda la creación de Dios, colocando al ser humano en el centro de todo. Incluso, relativizando las mediaciones (sagradas en muchos casos) que nos llevan a Jesús, a Dios o a otras figuras que veneramos en el catolicismo. 
¿Qué quiero decir con esto? Pues por duro que sea de entender para algunos, todo el culto que podamos brindar a Cristo (oraciones, rituales, veneración de imágenes, misas…etc), este no lo acepta o no lo tiene en cuenta, si lo anteponemos a la fraternidad y las buenas relaciones con las personas, sean sujetos colectivos o individuales (Mateo 5,23-24). 

Lo diré aun más claro, quien ofende la dignidad de una persona antes de ir en busca de Dios que se quede en su casa y trabaje por la restitución de esa dignidad perdida. Para algunas personas este planteamiento es molesto, si. 
Creen que a golpe de confesión lo podemos arreglar todo, que burla.
Pero Dios conoce nuestra masa y desde Jesucristo plantea sus prioridades. Y la prioridad de Dios es SU CREACIÓN, toda ella hombres, mujeres y todo ser vivo. Ojalá nuestras prácticas religiosas no nos apartes de la autenticidad del Reino. Un reino que como canta la copla, es reino de paz y justicia, reino de vida y de verdad. Otras posibilidades son una quimera. Atentos al Adviento.

Fraternalmente, Floren.