"Alabadlo por sus obras magnificas, alabadlo por su inmensa grandeza"
(Sal 150)
Como bien dice Ionesco, "siempre habrá un lugar para las conciencias aisladas que se hayan alzado a favor de la conciencia universal", así como contra el ánimo de masa. Su lugar es la soledad, no tiene otro. Por eso es el solitario (en la ciudad, en el desierto, en el pueblo o en la aldea) quien hace a la humanidad el inestimable favor de recordarle su verdadera capacidad de maduración, de libertad y de paz.
Por ello, esta mañana al levantarme, decido que el amanecer es demasiado hermoso para quedarme en la ermita. Es tan grande la capacidad de Dios para representarse, que en el leve viento, en el pajarito o en el verdor de los olivares y el la tranquilidad que desprende e impregna la montaña, -digo que- allí igualmente esta él.
Por ello en camino con mi fiel compañera de camino, Vela, me dispongo a partir hacia el horizonte donde nace el sol. "Ese sol que nace de lo alto". No es solo un breve paseo que durará lo que dure el oficio de Laudes. Es un ponerse en camino, es un renovar la esperanza, es un voto a Dios durante el día, es un abrir los ojos, es un encontrarse consigo mismo y no permitir dejar de ser lo que uno es, es hacer vida de uno las cuitas de cada persona que puebla en mundo. Y escuchar en la soledad los gritos, alegrías, desdichas y quehaceres de todos los que compartimos en sentido humanitario de la vida, y desde luego no dejar de interceder por los que perdieron este sentido o nunca lo encontraron.
Por ello, este día como tantos otros es un ponerse en camino, es un acto de fe y e movilidad, es…. un partir…
Partir es ante todo,
salir de uno mismo,
romper la coraza del egoísmo
que intenta aprisionarnos en nuestro propio yo.
Partir es dejar de dar vueltas
alrededor de uno mismo, como si este fuera
el centro del mundo y de la vida.
Partir es no dejarse encerrar
en el círculo de los problemas
del pequeño mundo al que pertenecemos
cualquiera que sea su importancia.
La humanidad es más grande.
Es a ella a quien debemos servir.
Partir no es devorar kilómetros,
atravesar los mares
o alcanzar velocidades supersónicas.
Es, ante todo, abrirse a los otros,
descubrirlos, ir a su encuentro,
abrirse a otras ideas,
incluso las que se oponen a las nuestras.
Es tener el aire de un buen caminante.
(Hélder Câmara)
La Salada.
Laudes
Domingo 26 de Septiembre de 2010. Laus Deo.