LA SALADA - Laudes
A pesar de la memoria obligatoria de León Magno, hoy me salto un poco a la torera la Liturgia de las Horas, pues no consiento dejar de lado el cántico de las criaturas que siempre propone el salterio el miércoles de la semana IV. Y es que resuenan ya en nuestros oídos las catástrofes anunciadas por los profetas del antiguos testamento y que propone la liturgia dominical próxima. Frente a esto la esperanza es nuestro baluarte, ya qe toda ocasión como lo es este fresco y nublado día, pueden ser cauce para que se desborde la gratitud a nuestro Padre Dios.
Un padre que en Jesús, y por medio del evangelio (los 10 leprosos), hoy nos da un toque de atención para saber responder, bien con gratitud o efectividad a todo lo que recibimos de su mano, o de la mano de nuestros hermanos.
Buen día a tod@s.
Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, corresponden,
y ningún hombre es digno de hacer de ti mención.
Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente por el hermano sol,
el cual es día, y por el cual nos alumbras.
Y él es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.
Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las has formado luminosas y preciosas y bellas.
Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,
y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das sustento.
Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.
Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche,
y él es bello y alegre y robusto y fuerte.
Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra,
la cual nos sustenta y gobierna,
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba.
Loado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,
y soportan enfermedad y tribulación.
Bienaventurados aquellos que las soporten en paz,
porque por ti, Altísimo, coronados serán.
Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!:
bienaventurados aquellos a quienes encuentre en tu santísima voluntad,
porque la muerte segunda no les hará mal.
Load y bendecid a mi Señor,
y dadle gracias y servidle con gran humildad.
+ Lucas 17, 11-19
“¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?”