Como he manifestado en no pocas veces, es un día muy señalado para mí. Además de ser el cumpleaños de dos personas cercanas y entrañables, San Blas unió a un grupo de amigos pequeños, monaguillos y trabajadores en nuestra iglesia de San Sebastián, en la cual nos salieron los dientes. Amparados por los muy queridos Rafael Portero, su esposa Cristina y Asunción Atero, desde el año 1991 la tropa capitaneada por un servidor, hicimos resurgir esta bella tradición de acudir a la imagen de San Blas, para bendecir el pan, las rocas y los hornazos.
Son hoy veinte años desde aquello. Limpiamos la imagen, cuidamos desde entonces la capilla, hacíamos la convocatoria de la misa y lo que es mas importante, sentamos las bases para que de nuevo la "chiquilleria" y los adultos acudieran nuevamente en masa en busca de la imagen de San Blas.
Él, interceda ante nuestro Señor por todos aquellos que hoy y durante el año recurren a su protección.