"Tú, el Resucitado, cuando tenemos el simple deseo de acoger tu amor, poco a poco se enciende una llama en lo más profundo de nuestro ser. Animada por el Espíritu Santo, esta llama de amor puede que sea muy frágil al principio. Lo sorprendente es que arda siempre.
Y cuando comprendemos que tú nos amas, la confianza de la fe llega a ser nuestro propio canto."