latidos para la esperanza
Desde luego que Cortés tiene un toque especial, para plasmar la experiencia religiosa de algunos.
Es cierto que cuesta ver a nuestra iglesia como pregonera constante de la esperanza. Siempre más pendiente del cumplimiento de la moral de sus hijos, que de los dolores de su corazón.
Hoy es un buen día para pensar, para reflexionar.
Ayer una amiga desahogo ante mí sus temores, otra me comunico su intervención quirúrgica; por otro lado se me brinda el consejo de otra persona sobre tal o cual cosa. ¿Vamos a poner la ley y la moral por delante de los latidos de nuestro corazón? Debiéramos ser conscientes de lo que somos.
Recuerdo, que esto era constantemente repetido por mí cuando doy clases en la escuela de teología.
Y fundamentalmente, considero que somos dos cosas.
Por un lado humanos, como Dios. Y por otro lado hijos del mismo Dios.
¿Acaso se puede negar nuestra propia realidad, al afirmar que somos la encarnación del propio Hijo del Hombre? Convenzámonos de lo que somos. Seamos dignos de lo que somos.
Abramos nuestros corazones a los demás y escuchemos los latidos de su corazón y del nuestro. Se parecerán bastante pues el flujo que los impulsa, el Espíritu de Dios, es el mismo en cada caso –principio innegable de pneomatología-.
Permita Dios y nosotros lo dejemos, de no caer en los errores que constantemente cae nuestra iglesia. ¡¡Tienes que hacer, tienes que decir, tienes que comportarte!! ¡Y por boca de quien lo escuchamos! ¡Madre del cielo!
Escuchemos antes que nada, los latidos del corazón de quien vive junto a nosotros, vive cercano a nosotros o en un pueblo a unos pocos de kilómetros. Estemos atentos a su vida, paliemos lo que haya que paliar y no nos cerremos a nuestra propia carne (Isaías 23).
Buen termino del día. Encuentra la paz y corre tras ella, pues tras su encuentro te encontrarás contigo mismo.
Chao.