"Los que me acusan deberían salir a la luz del diálogo público”
El teólogo Andrés Torres Queiruga (Ribeira, A Coruña, 1940) ya estaba avisado. En 2009, la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe —el antiguo Santo Oficio— había filtrado que iba a condenar la obra del pensador gallego. Tardó tres años, pero lo hizo a conciencia en un documento publicado el pasado 30 de marzo. “Fue una pena que la Conferencia Episcopal diese un paso tan innecesario y sin fundamento objetivo”, declara a este periódico vía correo electrónico. Exige conversar por escrito para que nadie "malinterprete un tema tan delicado".
Pregunta. Entre las críticas que la Conferencia Episcopal dedica a su trabajo, ¿hay alguna que merezca la pena refutar?
Respuesta. Puede parecer orgullo, pero creo que ninguna. Todas esas críticas están hechas sin entrar de verdad en el dinamismo vivo de mi propuesta y se limita a una lectura limitada de mis obras, con mentalidad más bien escolástica. Hermenéuticamente, el documento es un pequeño desastre. Creo que una lectura atenta y perspicaz del texto, con las citas literales de mi obra, constituye la mejor defensa.
P. ¿Qué cree que quieren decir los obispos cuando afirman que usted reduce la fe cristiana "a las categorías de la cultura dominante"?
R. Ese sería el caso si se interpreta "actualizar" como "reducir". Pero una de mis preocupaciones fundamentales es siempre la de un cuidado exquisito en la diferenciación de los planos de pensamiento. Lo indican los títulos de mis obras: repensar los conceptos desde la cultura actual para recuperar la experiencia originaria y fundante.
P. ¿El cristianismo ha perdido esa experiencia originaria y fundante?
R. No se ha perdido. Pero la experiencia solo se tiene como ya siempre interpretada. Mantener la misma interpretación cuando cambia la cultura tiende a hacer incomprensible la experiencia y matar su vitalidad. Por ejemplo, Jesús habló en arameo y desde la cultura bíblica, pero los evangelios los tenemos en griego y desde la cultura helénica. Sin esta reinterpretación, sería ininteligible para aquel mundo y ni siquiera llegaría a nosotros. Pues bien, nosotros vivimos después de la modernidad y si no logramos repensar la experiencia originaria en ese nuevo paradigma cultural, corre el riesgo de no ser verdaderamente comprendida.
P. La jerarquía católica ataca su idea del “pluralismo asimétrico” de religiones. El catolicismo ¿niega la diversidad de religiones?
R. La teología todavía no dispone de categorías adecuadas para enfrentarse al diálogo de religiones, que se presenta con una trascendencia impensable antes de la globalización. Yo intenté buscar alguna categoría y “pluralismo asimétrico”, junto a otras, me parece la más acertada. Tanto la teología actualizada como la realidad viva de muchísimos hombres y mujeres creyentes practica ese diálogo e intenta una nueva y fraterna convivencia.
P. Usted rechaza “los milagros e incluso la resurrección de Jesucristo como milagro susceptible de pruebas empíricas”. ¿Su pensamiento continúa dentro del cristianismo?
R. Sin duda. Como yo piensan hoy la mayoría de los teólogos actualizados. La crítica bíblica demuestra que de los llamados milagros de los evangelios apenas quedan algunas curaciones. Y la nueva visión del funcionamiento autónomo del mundo, proclamado solemnemente por el Vaticano II, Dios es presencia activa y promueve el mundo desde dentro. Igual que sucede con la existencia de Dios, pedir pruebas empíricas para poder aceptarla es tan absurdo como negarse a admitir la existencia de un sonido si no se demuestra su peso en kilos.
P. Tras la condena episcopal, usted afirmó que “en ninguna otra nación europea con seria tradición teológica” se cuestionaría su obra.
R. No hablo de la jerarquía católica española, sino de un grupo muy concreto y de unos teólogos afines. Aclarado esto, esa afirmación es cierta.
P. ¿Quién forma ese grupo?
R. No quiero entrar en un juego tan oscuro e irresponsable, cuando mi pensamiento ya ha sido suficientemente calumniado. Por espíritu eclesial y honestidad, deberían ser esas personas las que saliesen a la luz del diálogo público, se abriesen a la empatía de la comprensión y buscasen la fuerza de las razones.
P. El catolicismo español ¿permite la libertad individual?
R. Dentro del catolicismo, a pesar de este episodio, hay mucha libertad, más de la que el ambiente creado por las manifestaciones oficiales parece indicar. La vida de los grupos activos en la comunidad eclesial no le tiene miedo a la libertad. Mi ordenador echa humo con mensajes individuales y colectivos que me llegan de todas partes, animados de libertad evangélica.