La Salada, VÍSPERAS del Domingo de Resurrección.
Losas, Pascua y Vida
“En un mundo con tanta capacidad de muerte como el nuestro, anunciar la resurrección de Jesús significa proclamar que Dios no está con los que fabrican o bendicen muerte, sino con los que dan por amor la vida para que sean posibles la felicidad y la vida.”
(Rafael J. García Avilés)
Bueno, en esta tarde de domingo, segundo a segundo recupero el sosiego que tanto necesito, tras la dura campaña de la semana santa. Uno es florista de profesión, hay que trabajar para comer, afanarse en hacerlo lo mejor posible –profesionalmente hablando-; y en términos generales, pues todo ha salido bien gracias al altísimo y a alguna que otra ayuda.
Ayer celebré doblemente la alegría pascual de la resurrección de Jesús, pues como asistente litúrgico celebré en ambas vigilias de mis muy estimadas hermanas de la cruz y hermanas clarisas; y desde medio día pues ya estoy en mi retiro, entre mis animales, familia –aunque ya se marcharon- y algún que otro café en casa de tal vecino.
Dicho esto: ¡¡¡RESUCITO!!!
Sí, es así y casi no hay que darle demasiadas vueltas. Resucito Jesús, no revivió. No volvió a sus discípulos entonces, ni volverá físicamente, en cuanto a presencia palpable que nos pueda dar las buenas tardes o los buenos días. Pero este planteamiento no anula ni un ápice, la grandeza de este misterio, que es misterio porque a nosotros se nos da, se nos muestra cual hermosa y propicia teofanía, que nos predispone a la posibilidad de resucitar junto a Jesús en este memorial que hemos celebrado durante todo el triduo pascual.
Las lecturas de ayer noche fueron reveladoras desde la primera hasta la novena, pues en ellas advertimos responsablemente como efectivamente, todo este misterio pascual es teofanía que cada cual tiene que descubrir desde la propia realidad de su vida, y las luces con las que Dios le ha adornado.
Es teofanía, en la cual Dios muestra su opción por el hombre y la mujer desde el instante en el que el sujeto se pregunta por la existencia de él, el Trascendente. Y Dios no vacila. Atiende, escucha, alienta los corazones por medio de su espíritu; modela las conciencias, hasta llegarse a la plenitud del entendimiento que nos llega con Jesús, el último pero no definitivo revelador del Padre.
Porque en Jesús vemos al padre, y desde el hombre y la mujer de cada tiempo de este tiempo, vemos a Jesús el hijo de Dios. Y llegado a este punto, quiero referirme brevemente a la vida. Mi vida y tu vida. Haz con ella lo que quieras que ya me ocupo yo de mi mismo.
Pero no anulemos el sentido de comunidad humana por comunidad cristiana, ni lo ahoguemos con en aborrecible paternalismo que desde los pulpitos se desprende hacia la comunidad creyente. Jesús ha resucitado en mi vida. Jesús resucita en tu vida. Él es el primero que te anima y casi te empuja, a quitarte de encima esa pesada losa que oprime tu libertad y tu propio ser.
Y esa losa en ocasiones, parecemos no tener bastante con que nos la pongan encima, sino que incluso favorecemos era ocasión de aplastamiento, al mostrarnos solícitos a la opresión.
¿Aprenderemos los cristianos algún día, que el camino tras las huellas de Jesús, no tiene que ser necesariamente un camino de tristeza, ceniza, confesión clerical y penitencias obsoletas?
¿Utilizamos el prisma de la alegría, para enfocar oportunamente la semana santa, camino a la pascua? ¿O quizás incluso encendiendo el cirio pascual –presencia viva del resucitado- estamos a Dios rogando y con el mazo dando?
Llegado a este punto, creo que debiéramos centrarnos los hijos e hijas de Dios -e incluso aquellos que tienen dudas de su vinculo comunitario con la católica iglesia-, en seguir fundamentalmente las huellas de Jesús de Nazaret que nos conducen a la esperanzada y alegre resurrección. A la posibilidad de encauzar el rumbo de la vida, enfocarla desde la básica esperanza y el básico amor, sin demasiados aditivos.
A este planteamiento desde luego, no ayudan arengas políticas proclamadas desde los pulpitos por obispos que pertenecen a otros siglos, contra toda vida que no se acomoda a lo que ellos entienden por vida. Contra toda sexualidad que no se adapta a la vida entendida por estos obispos y muchos sacerdotes, célibes para el absurdo más extremo y homosexuales reprimidos en otros casos para el colmo del asunto.
¿Resulto crudo? Sí, puede. Pero yo escribo desde la vida, desde mi vida. Esa vida que cualquier mitrado considera oportuno pisotear. ¿Para que predican si demuestran ser personas exentas de autentica vida testimonial cristiana? –Siento generalizar-. Digo que, si intentan pisotearme, si intentan pisotearte, por ser tal o por ser cual, por vivir por H o vivir por B, se consciente de que son ellos los que pisotean a Dios, al pisotear el sentido resucitador que Jesús nos trae junto al mensaje pascual.
No resucites de mano de uno de estos personajes. Resucita de la mano de quienes viven junto a ti. Resucita junto a aquellos que te aman y amas. Resucita para aquellos para los que estas sepultado y resucita para los que tras el recodo, esperan de ti la fraterna y efectiva solidaridad. Solo a este sentido resucitador, yo me apunto.
¡¡FELIZ TIEMPO PASCUAL, DE NUEVO!!