1.4 “De passioni Domini”
La
gran carga significativa que tuvo la pasión de Jesús en la historia de la
humanidad, ha llevado consigo su rememoración desde los primeros siglos del
cristianismo; y sin lugar a dudas Jerusalén –como ciudad excepcionalmente
santa- fue el escenario de lo que podríamos llamar las primeras “semanas
santas”.
Considerando este periodo santo, desde el domingo de ramos hasta la
pascua. Podemos considerar este dato como cierto ya que la peregrina “Egeria”
(siglo IV), deja constancia de las celebraciones santas en su libro diario.
(Publicado por BAC “Itinerario de la virgen Egeria” 1980)
Para
imitar a Jerusalén en ese revivir de los episodios descritos por los
evangelistas, la liturgia occidental hizo algo parecido, organizando
celebraciones particularizadas, que terminaron por dar origen a la semana
santa. La reconstrucción demasiado anecdótica, por una parte permitió un
análisis atento del valor de cada uno de los episodios pasionales, pero por
otro lado rompió la unidad a considerar en el misterio pascual, como gloriosa
conclusión de la pasión de Cristo.
En
la edad media, la semana santa era llamada semana dolorosa, porque la pasión de
Jesús era dramatizada, más que celebrada como misterio y memorial, poniendo de
relieve los aspectos del sufrimiento y de la compasión emotiva, en detrimento
del aspecto salvífico y de la victoria sobre la muerte por medio de la
resurrección.
Apuntar que aun hoy día, extrapolando la representación de la pasión
de las personas a las imágenes santas de nuestras hermandades, corremos el
riesgo de no estar atentos o no tener las ideáis demasiado claras respecto a la
significación del Santo Triduo Pascual, aun a pesar de los esfuerzos del
concilio vaticano II para restablecer la unidad perdida. El sentido cultual
debe ir unido al sentido espiritual, tanto en los tiempos de cuaresma como en
semana santa.
El
Domingo de Ramos.
Al
centrarnos en la celebración eucarística en la cual nos adentramos en la pasión
del Señor, no debemos de ignorar –desde el punto de vista pastoral- que debemos
de ser conscientes de que en la procesión de ramos en la cual todos
participamos, reconocemos por medio de ella el carácter mesiánico de Jesús. Le
reconocemos y en ella le encontramos, ya que al formar comunidad fraterna él se
hace presente como aclamado por nosotros y como esencia de cada sujeto, que
junto a Cristo entra en Jerusalén para realizar igualmente la pasión, ya que
reside en nuestros corazones el amor de Jesús.
Por
ello en esta celebración de la entrada de Jesús, debemos valorar no tanto los
ramos de olivo y la procesión como rito, sino tener en cuenta que al participar
en ella estamos proclamando la realeza mesiánica de Cristo, el ungido de Dios
como autentico hijo.
En este día, el Massimo significado es dado por Cristo,
que al entrar como rey, toma posesión de Jerusalén representante de la
humanidad y de todos los corazones humanos que la integran. Para por medio de
ella- Jerusalén- llegar a tomar posesión como rey, pero no desde el punto de
vista monárquico, sino para efectuar un escandaloso y eterno ejemplo de amor,
por medio de la consumación de su pascua de muerte y resurrección.
Será
en el jueves santo de la cena del Señor,
el día en que la iglesia celebra como institución de la eucaristía y más aun,
día del amor fraterno. Ya que en este día se prefigura la misma esencia del
sacrificio de cristo, que por amor a la humanidad, muere en la cruz, dejando un
memorial a sus discípulos. Memorial a cuya actualización estamos llamados según
las propias palabras de Jesús en la cena pascual.