¡Huye, Espíritu Santo!
No creáis
que hago mofa, no. Tengo algunas nociones de pneumatología, y soy consciente y
creo, que el Espíritu Santo en el conclave vaticano corres más riesgos, que al
ser perseguido por un águila imperial –ahora si hago broma-. Veréis, el
evangelio de hoy nos habla de rezar –Mt 6,7-15-, y de rezar conscientemente. Cada
cual tiene una conciencia concreta sobre la oración, y yo que soy hombre de
oración, creo que la oración es un grito
que se lanza al cielo para que nos sea devuelto humanizado. Sea como fuere,
orar nos hace personas, porque nos mantiene en el amor de Dios y sirve como indisoluble
nexo de unión con la humanidad, junto a nosotros. Pero hoy al uso de la oración,
escucho que en la diócesis de Valencia se pide a los fieles oraciones para el
Papa saliente y el entrante. No frivolizaré. Está bien que recen.
Pero, ¿por
qué motivo rezar? Por la edad del papa, por su nacionalidad, su ideología, su
lengua, su rigor eclesiástico, su espíritu, su color de piel…etc. Hace unos
días participé en una conversación al uso del tema, y unos compañeros me
preguntaron si el próximo papa podría ser negro. No dude la respuesta. Les dije,
-NO, la iglesia es aún demasiado racista para tener un papa negro-. Y les dije
más: -quien tache estas palabras de barbaridad, que analice el ascenso jerárquico
de la mujer en la iglesia, las cuales no pueden pasar de monjas “rasas”. Y casi
viene al caso, las declaraciones de Héctor González, arzobispo mexicano; que
admite que “un papa negro sería como una mosca en la leche”.
No deja de ser
infantiloide el arzobispo, pero la afirmación deja traslucir bastante, la pobreza
ideológica de muchos de los que elegirán al nuevo papa. Hay tantos y tantos
intereses, que bien se me ocurre gritar al Espíritu Santo, ¡¡huye!!