Hoy en todo el mundo muchas personas habrán fallecido por
diversas causas. Naturales, inducidas, violentas, ahogadas en el mar, falta de
alimento, violencia de género, infanticidios...etc. En esta vorágine de locura
que es el mundo, hoy en Estados Unidos han muerto asesinados por un loco
integrista radical, cincuenta personas que estaban divirtiéndose en una
discoteca. Su único pecado, no ser heterosexuales y vivir su sexualidad
libremente. A este drama de tantas vidas sesgadas, solo el silencio hace justicia.
Hay otras violencias incomparables a estas, pero que causan
dolor en los corazones; como aquel que no deja rezar en sus iglesias a personas
iguales a los asesinados, gays y lesbianas…etc.
Cada una de estas situaciones más o menos violentas, son el
caldo de cultivo para que en la sociedad de cada lado del mar, se creen
conflictos entre personas; conflictos generalmente causados por fanáticos
religiosos que dicen hablar o actuar en nombre de Dios, menuda burla.
Quiero descansar esta noche poniendo ante el Señor a todas
las personas que hoy en cada rincón del mundo han perdido la vida, y
especialmente por estos cincuenta muertos, cincuenta y tres heridos y cada uno
de sus familiares y amigos y los pueblos y comunidades que se adolecen de tanta
pérdida humana. Junto a esto, también pongo a aquellos que están hastiados de
desprecio episcopal, a los que protegen el desprecio episcopal e incluso a las mismas personas que mal nos
quieren a aquellos que luchamos por nuestros derechos.
Ojalá, la vida y el entendimiento, nos haga comprender a
todos que solo hay un camino hacia la plenitud de la vida, y es la paz y la
fraternidad, que brotan de un compromiso y una opción real por la humanidad
–autentico rostro de Cristo Jesús-. Ojalá hagamos vida amándonos y respetándonos,
y ojalá podamos dejar de lado, todo aquello que lastre nuestra libertad y la de
los demás.
Por el descanso de los fallecidos, por el respeto, la
libertad y la amabilidad de la vida; roguemos al Señor.
Buenas noches.
PADRE NUESTRO DE ARBELOA
Padre nuestro,
que estás donde el amor se enciende o se serena;
Padre nuestro,
que te llamas amor y al amor nos invitas,
y sólo en el amor nos reconoces
como hijos militantes de tu Reino,
Reino de amor, que crece siempre
más allá de la luz y el universo.
Y ésta es tu
sola voluntad
en la tierra de los hombres
y en los hombres de tu cielo.
Queremos el
pan que día a día se reparte,
el trabajo, el deporte, las risas y los sueños.
Porque tú nos
dejaste todo el mundo
para hacerlo más limpio y más entero.
Queremos que
nos quieras y comprendas
y nos des tu perdón cuando faltamos,
lo mismo que entre buenos compañeros.
Y entre
todos, porque todo será poco,
nos quitemos de los pies a la cabeza
las mil trabas, los muchísimos tropiezos
que nos ponen quienes tienen de su mano
los mangos de la fuerza y del dinero,
y también los que algunos de nosotros nos ponemos.
Porque sólo
quien ama de verdad
tiene ganas de decirte: “Padre nuestro”.
(Victor Manuel Arbeloa)