Brexit, o el desamor Británico
hacia Europa
Lo primero que he hecho para
opinar al respecto es informarme de lo que significa esa palabra que llevamos
meses escuchando en prensa, radio y televisión; BREXIT. [1]
Brexit es una abreviatura de dos palabras en inglés, Britain (Gran Bretaña) y
exit (salida), que significa la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Se
ha convertido en la palabra más pronunciada al hablar del referéndum, aunque
solo se refiere a una de las dos opciones del mismo. La otra alternativa del
sí, es BREMAIN (Britain y Remain: permanecer), pero no ha tenido el mismo éxito
mediático.
Desde un plano general y desde la perspectiva de un humilde y
pequeño ciudadano, me pregunto muchas cosas al uso del referéndum de hoy, y una
de ellas es a quien perjudica fundamentalmente la salida de Inglaterra de la
Unión Europea. Porque es tanto lo que se nos ha argumentado sobre muchas cosas
que en absoluto interfieren en la vida de los ciudadanos de a pié, que somos
los que conformamos la Unión Europea; que hay ciertas cosas que ya es imposible
de creer. Parto de la base de que respecto de Inglaterra y Cataluña, considero
que estamos mejor juntos; pero igualmente admito la imposibilidad de que en el
tiempo se eternice un anhelo que se modifica en conflicto y afecta a la
convivencia de todo el estado. Quiero que Cataluña forme parte de España porque
así lo siento, y creo que Inglaterra hace bien en estar en la Unión Europea
(aunque sea a medias); pero si mayoritariamente quieren fracturar la
permanencia, creo que es algo que no se puede evitar. Volviendo al Brexit,
quiero anotar las enormes concesiones que Europa ha realizado para con Inglaterra,
siempre que han amenazado con marcharse de la Unión Europea. La clave –como siempre-
es Alemania y los dineros y divisas que se mueven a través de las ondas del
canal de la mancha. ¿Cabe en cabeza alguna que se permita tanta concesión a Inglaterra
cuando aun no tienen la moneda común, pues mantienen la Libra? José Luis Rodríguez
Zapatero impulsó en la UE una iniciativa pionera que gravaba las transacciones
económicas entre países con pingües beneficios para cada país por donde
circulara el dinero. Esa tasa se llamó tasa TOBIN [2],
o ITF (Impuesto a las transacciones financieras), que era un tipo de tasa que fue propuesta por el economista
estadounidense James Tobin. La idea era muy simple: se aplicaría, en cada
cambio de una moneda en otra, un pequeño impuesto -digamos un 0,5% del volumen
de la transacción-. Lo que permitiría, digamos que un tributo de grandes
fortunas a su paso por los distintos países. El primer país que puso el grito
en el cielo fue el Reino Unido y Alemania, que son los principales beneficiados
de los movimientos de dividendos y monedas. Respecto de Europa y dejando de
lado la economía, ¿qué es lo que verdaderamente se juega Europa en este asunto?
Europa tras las últimas políticas de refugiados nos ha dejado claro a muchos
millones de €uropeos que el ser humano en sí mismo le importa un rábano. Pues se
cierran las fronteras y se da millones de €uros a países no democráticos como Turquía,
que en lugar de garantizar la dignidad humana de los que llaman a la puerta de
Europa, se limitan a cerrarla, a enviarlos de vuelta tratándolos como ganado y
encima quedándose en sus propios bolsillos con un reguero de millones de euros
insoportable de digerir para una ciudadanía europea donde tanta tanta exclusión
e injusticia hay. Acabo. Si Inglaterra no quiere ser Europa, Bruselas se tendrá
que plantear dos cuestiones: 1. Que se ha dejado en el camino hacia la
construcción de una gran potencia comunitaria (y fraterna). 2. Si la prioridad
son las personas o los €uros.