¡Quizás simplemente, sea cuestión de caminar!.
El 50% aproximadamente de los Salmos contenidos en la Biblia, son iniciados con la frase “canción de las subidas”. Los hebreos colocaban la Tienda del Encuentro en un lugar alto, esperando a que la nubecilla se posara indicando la presencia de Dios, y estos acudían a la cercanía de la tienda. Moisés subió a la cordillera Sinaítica en busca de Dios. Y de Jesús, al igual que de Abraham tenemos muchos ejemplos de circunstancias en las cuales los nombrados personajes han subido hacia…; para tener una experiencia de Dios o prestarse a ella.
Desde los primeros padres hasta hoy se suceden los miles y miles de años, pero es curioso como por un sentido cultural simplemente, heredamos de los judíos –nuestros hermanos mayores en la fe (Juan P.II)-, la concepción de que mientras mas altos estemos mas cerca estamos de Dios. Recuerdo a una compañera de viaje llamada Marivel, la cual en los lagos de Covadonga al admirar la belleza sin igual exclamo: “¡aquí se está mas cerca de Dios que en la tierra!”. Sin lugar a dudas esta razón no es culpa de nadie, ni es algo que esté mal desarrollarla o conceptuarla. El problema es que casi siempre de toda altura hay que bajar, y es entonces cuando suele difuminarse la ilusión óptica o ilusión experimentada.
Por lo tanto, ¿cómo afrontar el asunto para no caer en la decepción?. Quizás debiéramos entender –al menos así lo hago yo- , que en toda ascensión Dios nos esta pidiendo una reacción de la manera que sea. ¡Digamos que nos incita a desestimar el inmovilismo, como vehiculo que nos aparta de aquello que necesita el Reino de Dios!. Y el Reino de Dios, hoy por hoy, si algo necesita es carácter misional y ejemplarizante comenzando por el pueblo de Dios, que somos nosotros. Los que se sientan en otra onda que obren en conciencia. Pero la conciencia del pueblo es la conciencia del mundo.
Admiro mucho una frase del evangelio dominical en la cual Jesús les dice a sus cercanos: “Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.» Lc 24, 46-53. “Quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto”. O sea, afirmáos en lo que sois, profundizan en la fe para saberos enfrentar a una sociedad que poco entiende de todo lo que conlleva creer en Jesús de Nazaret, apreciad el Espíritu entre vosotros, profundizad y sed personas de oración interiorizando todo mensaje, ser fraternos y respetuosos…etc. Y cuando todo esto comience a ser una realidad entre tu y tu comunidad, entre yo y la mía, entonces todos juntos o por separado, o en grupos de a veinte, caminemos y subamos a encontrarnos con Él y creer en plenitud. Pero si subimos a lo alto con demasiado entusiasmo sin preedificar, probablemente es que nos queda, aun mucho, mucho camino por andar. No perdamos la esperanza, pues.
Por ello oremos para que Jesús, el Señor, glorioso y resucitado,
esté siempre con nosotros por medio de su Espíritu.
(Pausa)
Señor Dios y Padre nuestro
esté siempre con nosotros por medio de su Espíritu.
(Pausa)
Señor Dios y Padre nuestro
que nos amas y nos buscas:
Tu Hijo Jesucristo vive en tu gloria
para estar más cerca de nosotros
por medio de su Espíritu Santo
y para estar cercano a los hombres
por medio de nosotros.
Danos tu Santo Espíritu,
para que tengamos el valor
para ayudarte a salvar el mundo
sirviéndole y construyendo en él
tu reino de justicia, verdad y amor,
en nombre de aquél a quien esperamos,
Jesucristo, nuestro Señor resucitado
y Salvador nuestro,
Tu Hijo Jesucristo vive en tu gloria
para estar más cerca de nosotros
por medio de su Espíritu Santo
y para estar cercano a los hombres
por medio de nosotros.
Danos tu Santo Espíritu,
para que tengamos el valor
para ayudarte a salvar el mundo
sirviéndole y construyendo en él
tu reino de justicia, verdad y amor,
en nombre de aquél a quien esperamos,
Jesucristo, nuestro Señor resucitado
y Salvador nuestro,
que nos espera en la cumbre de la humanidad,
redimida y a su vez salvadora
por los siglos de los siglos.
por los siglos de los siglos.