Estamos en un mes, en que es fácil ver cada fin de semana, niños y niñas realizando su primera comunión. Y últimamente también, adolecentes confirmándose los viernes por la tarde,- acontecimiento que también va alcanzando el nivel de las primeras comuniones -.
Estos acontecimientos suelen ser ocasión, de un año para otro, de no pocos interrogantes, entre las personas que forman parte de las comunidades parroquiales. Y que yo, no voy a descubrir, pues está en la mente de todos. Pero, permítanme escribirlas, para que con su lectura profundicemos un poco más.
- Los que en estos días hacen la primera comunión, ¿ hacen también la última comunión ?.
- ¿ En qué acaban los esfuerzos de muchos catequístas tras, uno o dos años de catequésis, si después de la primera comunión no sigue nada más ?.
- ¿ Es buena una catequesis que se centre en los niños y niñas y no llega a los adultos ?.
- ¿ Qué sentido tiene que los niños comulquen si ven que los adultos " pasan " de " esas cosas ". ? - hasta el mismo día de la comunión -.
- ¿ Qué beneficio espiritual, comunitario y eclesial, obtiene la comunidad parroquial de todos estos eventos ?.
- Se critíca a la Iglesía comunidad parroquial porque se le piden a la familia 30 o 50 euros, para que ese día se pongan flores, y se pague un extra de limpieza y en cambio se gastan 2000 ó 3000 euros en celebraciones.
Todos estos interrogantes, no solo ocurren en nuestras parroquias, si no que suceden en todas las parroquias de nuestro pais. Claro esto no debe de llevar a preguntarnos: ¿ No es más un acto social, que religioso ?.
Lógicamente estas preguntas no van dirigidas a los que no participan de la Iglesia, pues ellos hacen lo que les dejan hacer. Estas preguntas van dirigidas a los que participamos dentro de la Iglesia.
¿ Estamos haciendo las cosas bien cuando tenemos los resultados, que tenemos ?.
La verdad es que los cambios no pueden venir por imperativos exteriores, si no más bien interiores.
Dijo el Doctor en teología Herbert Haag: " Mas que nunca la Iglesia tiene necesidad de hombres y mujeres llenos del Espíritu que, sin encargo de quienes detentan los ministerios, e incluso en oposición a ellos, den nuevos impulsos a la predicación y a la vida de la Iglesia ".
R.G.M.
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