Dime, Dios mío, qué eres para mí.
Di a mis entrañas: yo soy tu liberación.
Díselo de modo que lo oigan.
Los oídos de mi corazón delante de Ti.
Ábremelos y dime: Yo, tu liberación.
¡Correr tras esa voz y darle alcance!
Quiero correr, de tras de tu voz.
No me cierres tu boca, no te calles.
Dime otra vez: Yo soy tu liberación.