DOMINGO II CUARESMA A - La transfiguración
"Cada creyente que camina por el desierto cuaresmal, debe aspirar a vivir la Pascua como una eclosión de alegría donde se celebre a Cristo con la predisposición de los apóstoles"
Lectura del santo evangelio
según san Mateo (17,1-9):
En aquel tiempo, Jesús tomó
consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una
montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el
sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron
Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la
palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Sí quieres, haré tres
tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Todavía estaba hablando cuando
una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía:
«Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.» Al oírlo, los
discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándolos,
les dijo: «Levantaos, no temáis.» Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que
a Jesús, solo.
Cuando bajaban de la montaña,
Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre
resucite de entre los muertos.»
Palabra del Señor
REFLEXIÓN
La transfiguración del Señor
es un acontecimiento de la vida de la primera comunidad creyente, en la cual
experimenta la vivencia del resucitado. Es algo importante pues estos
acontecimientos son expresiones de la culminación de una etapa, en la cual la
maduración en la fe es fundamental.
El Ejemplo más elocuente de ello es el de
san Pablo, que no conoció al Señor físicamente. Sin embargo tuvo la experiencia
del resucitado, por medio de una conversión de sus actitudes.
Cada creyente que
camina por el desierto cuaresmal, debe aspirar a vivir la Pascua como una
eclosión de alegría donde se celebre a Cristo con la predisposición de los
apóstoles. Y la cuaresma es el camino por medio del cual podemos alcanzar la
perfección de nuestra vida cristiana y vocacional, trazándonos –al menos- una
trayectoria a seguir con determinación.
La prueba más hermosa de esta
maduración en la fe es la de Abrán (Gn 12,1-4ª); representación de aquella
primera comunidad que creyó en Dios y en Él puso su confianza. ¡Sal de tu
tierra! invita el Señor a Abrán.
Una comunidad creyente que maduró en la fe,
cuyo simbolismo lo prefigura Dios cambiándole el nombre en Abraham; pues
alcanzaron la plenitud a los ojos de Dios conformándose como autentica
comunidad creyente.
Por ello, Abraham también es ejemplo de caminar junto a
Dios, aun a pesar de los posibles naufragios. No todo es fácil para la vida del
creyente. Sin embargo, es vital confiar
en Dios, ponerse en sus manos y anonadarse ante su bondad enorme y su amor sin
medida.
Esa fue la entrega de Jesús, la de su vida por la causa del Reino
de Dios, su Padre y tu Padre. Ojalá lleguemos a confiar en Él, hasta el punto
de sentirnos como obra suya, de sus manos. Para llegar a la plenitud de
nuestras obras, por medio de la transfiguración de nuestro corazón, dando
testimonio para sembrar por el mundo la paz y el bien.
fraternalmente, Floren