Hoy es el día de Todos los Santos, sí.
Para un florista es día de
descanso o de comienzo de descanso, pues el cuerpo acusa el gran esfuerzo de la
campaña floral, y poco a poco hay que recuperar el ritmo de la cotidianeidad. Para
un creyente –como también es mi caso-, es un día por el que dar gracias a Dios
por muchas cosas.
Hoy es día de alegría grande y
gozosa, pues hoy es la fiesta del TESTIMONIO por antonomasia. Una lástima y un
desastre litúrgico absoluto y sin parangón, es que muchas personas sigan
deformando la realidad y maleducando a los fieles, relacionando esta fiesta de
hoy con el día de mañana, día de los difuntos; diciendo –en el día de hoy- misas
en los cementerios y esas lides.
Mañana es día de muerte y hoy es
día de vida, pues todos aquellos que alcanzaron la santidad, lo hicieron porque
testimoniaron y sembraron vida y amistad, mucho más allá de sus vidas. Sembraron hasta el
punto de dejar un bagaje eterno, por medio del cual siempre les recordaremos.
Estos son santos, igual que los santos canónicos reconocidos por la Iglesia; y cuyos procesos canónicos en muchos casos responden a intereses determinados -incluidos los políticos-.
Sino que por el contrario, esta fiesta de hoy fundamentalmente celebra la santidad callada y silente de tantas y tantas personas que han pasado por el mundo dejando un reguero de entrega, amor, solidaridad, servicio, comprensión…etc; llevando a cabo los valores esenciales que adornan a aquellas personas que viven según el Reino de Dios o los valores Humanos.
Estos son santos, igual que los santos canónicos reconocidos por la Iglesia; y cuyos procesos canónicos en muchos casos responden a intereses determinados -incluidos los políticos-.
Sino que por el contrario, esta fiesta de hoy fundamentalmente celebra la santidad callada y silente de tantas y tantas personas que han pasado por el mundo dejando un reguero de entrega, amor, solidaridad, servicio, comprensión…etc; llevando a cabo los valores esenciales que adornan a aquellas personas que viven según el Reino de Dios o los valores Humanos.
Madres, abuelas, esposos, hijos e
hijas, nietos, personal entregado a la solidaridad en otros lugares del mundo
donde nadie vá; médicos sin fronteras y gentes de ONGs que han perdido la vida
por dar vida o prolongar la vida de otros, gentes que han dado la vida por los
derechos sociales y la libertad…etc. Personas que se afanan por el bienestar de
los suyos aun sin tener donde caerse muertos, y sobre todo, todo posible
testimonio o vida entregada que no busca reconocimiento.
Uno de los males que aquejan al
mundo es el alto nivel de hipocresía en el que muchos nos movemos –yo no soy
una excepción-. Hay que corregir ese defecto en el ser humano, para llegarnos a
ser auténticos e imitar a toda esa santidad reconocida en las vidas de aquellos
que por nosotros y otras causas, se entregaron y dieron su vida, creyeran o no
creyeran en Dios –eso es lo de menos-.
Hay en el mundo demasiado bien
por hacer, para que nos calentemos la cabeza por el nombre de en quien lo
hacemos. Se hace y punto, sin que ello tenga que repercutir en nuestra
promoción personal o beneficio propio. O se es bueno o nos e es, pero uno no
puede obligarse a ser algo, si no responde a su ser natural. Acabo.
Por ello, hoy recuerdo a quienes
pasaron por el mundo siendo buenos y fraternos. Sobre todo a todas aquellas
personas que a lo largo y ancho del mundo dieron lo mejor de sí mismo, solo
porque sí y punto. ¡¡Benditos sean estos santos anónimos y silentes!!
Permita Dios y nuestra
conciencia, que atendamos a los testimonios que abundan entre nosotros de
personas que viven la santidad como norma de vida y le imitemos por ello,
haciendo la vida más llevadera, digna y justa a quienes están junto a nosotros.
PLEGARIA DE ACCIÓN DE GRACIAS POR LOS SANTOS
Dios y Padre bueno, que nos amas y nos buscas:
¡¡Gracias por los santos silentes!!
Gracias por tantas manos bondadosas
y anchos corazones que tanto amaron,
hasta el punto de ponerse al nivel del amor
que Tu Hijo Jesús tuvo a la Humanidad.
Permite, Padre de amor, que tu santo Espíritu
ilumine nuestras conciencias
para discernir con clarividencia cual es el camino
correcto
para alcanzar la santidad aquí en la tierra.
Una santidad que está absolutamente reñida
con “postureos” y protocolos, pues no es de este mundo.
Una santidad que facilite a la persona una vida digna y
justa.
Una santidad que como san Francisco de Asís,
nos haga abrazar sin medida y ofrecer ampliamente la paz
y el bien.
Una santidad de los que dicen amar y por ti son amados.
Ojalá nos lleguemos a esa santidad, Padre bueno y Santo.
Te lo pedimos por tu Hijo Jesucristo
y por intercesión de tantos Santos anónimos y silentes,
cuyas almas cubren el cielo de la misma bondad
que dejaron aquí en la tierra. Amén.
Fraternalmente, Floren.