Sobre todo de la vida, esta vida que vivimos, y en la cual –como dice mi padre- bendecimos a Dios pues nos da alegrías y penas, y así armonizamos la existencia, de la mejor manera posible.
No tengo junto a mí, una persona que me diga te amo. Ni que comparta mis abrazos y mis cuitas personales; pero son muchas cosas las que me hablan en mi medio, y se sienten respetadas, aceptadas y amadas por mí. Porque las cuido, porque les necesito, porque les respiro.
En todo este cúmulo de cosas están las personas, las que amo y las que debieran amar más, y son motivo de mi superación fraterna. Están mis animales, a los cuales adoro, los cuales comprenden mis silencios y mis caricias y a los que cuido con mimo. Esta la madre naturaleza, porción del Dios inclusivo que nos envuelve con el aire, con el silencio, con el espectáculo de la existencia y los detalles menudos que desprenden los espacios de color.
Están mis libros y novelas, llenas de amigos imaginarios, personajes imposibles de olvidar ni en siete vidas. Bernard Vidiers, Nikos Padagakis, el Padre Phillips, Pazzair, Diego de Malagón, Neferet, Alexander, Willi…etc.
Y está la fascinación del estudio teologal, la pasión de desentrañar el rostro de Dios. Buscarle entre la gente y amarle en este mundo, relativizar los ritos y llevarlo a la vida alegre, mundana, pasional …etc. Él se esconde en cada lugar, para que le hagamos florecer continuamente.
Así que, por todo esto, y por otras cosas concretas, llego a la conclusión de que SÍ… ESTOY ENAMORADO.
Espero que compartas el amor. Desde tu YO inclusivo –no exclusivo-, pues “nadie puede amar, sino se respeta y ama así mismo”
¿Por qué no amarte? Hoy puede ser un gran día.